jueves, 18 de octubre de 2012

Acercándonos al cielo por los pirineos


En vista del puente, como no podía ser de otra forma, planeamos la mejor manera posible de disfrutar estos días. Se nos ocurrió ir a los Pirineos a subir el Vignemale (Una montaña, según la guía de alta dificultad con 3.298 metros de altitud).

*Día 11 de Octubre del 1012:

A las 3:30 de la tarde salimos de Madrid: Cristian, Javi, y nuestro amigo Juanjo al volante dirección Pirineos Aragoneses… cuando la carretera nos empezó a introducir entre las montañas, no se podía apreciar más que subidas y bajadas con giros bruscos en la oscuridad. Pasamos de largo por el pueblo de Torla y entramos en una pista que nos dejó en uno de los valles de Ordesa donde a unos metros del coche colocamos el toldo entre árboles a oscuras y vivaqueamos la primera noche.

*Día 12 de Octubre del 2012:

Nos levantamos sobre las 7:00 de la mañana y fuimos a comprar provisiones para la ruta de tres días que pensábamos hacer, (Un enorme recorrido con desniveles exagerados hasta llegar a la cumbre del Vignemale y volver por el otro valle paralelo a este).
El día había traído consigo el rostro de la montaña ya iluminado por el sol, que se esperaba con impaciencia desde la noche en que llegamos. Nuestro alrededor era sencillamente impresionante.
La espectacular vista desde el pueblo de Torla

Ya listos y con la pesada mochila a la espalda comenzamos el camino por una cómoda pista entre altas montañas y contentos con el tiempo que hacía, puesto que las previsiones para estos días eran lamentables, pero al parecer estas no se veían reflejadas en el cielo. Muy pronto se empezaron a ver cascadas portadoras de una preciosa y delicada agua azul turquesa con sus ríos, valles infinitos, cumbres que rascaban el cielo, bosques salvajes y todo aquello que uno podría desear en una aventura como esta… Después de dar comienzo a nuestra marcha desde Bujaruelo a 1.224 metros, andamos con algunas interrupciones durante el trayecto para descansar los hombros del dolor provocado por las mochilas. Caminábamos en un precioso valle ascendente al compás de las montañas, era difícil calcular la distancia recorrida en este terreno salvaje y cuanto más nos elevábamos mas se erguían las montañas de los alrededores.

No obstante llegamos sin gran dificultad hasta la zona norte del Macizo del Vignemale (a unos 2.300 metros), donde todavía con luz montamos un buen vivak y cenamos caliente ya habiendo terminado la primera etapa con el recorrido del valle completado.

En estos cielos libres de contaminación, el aire es puro y las estrellas bañan la noche como si de purpurina espolvoreada se tratara.

*Día 13 de Octubre de 2012:

Por la noche había hecho mucho frío, pero por lo general dormimos todos bastante bien. El toldo con el que habíamos protegido el vivak y nuestras mochilas tenían una fina capa de hielo por encima debido a que la condensación se había congelado, y los cacharros amontonados de la comida estaban pegados entre sí. Todavía las predicciones del tiempo seguían siendo erróneas y hacía buen tiempo. Desayunamos fríos dentro del saco y nos pusimos en marcha lo antes posible.
Empezamos el día con un desnivel de casi 300 metros que nos dejó en el puerto de los Mulos (a 2.591 metros), fue este el momento en el que traspasamos la frontera y entramos en Francia… después bajamos otro desnivel por pedreras de unos 400 metros aproximados hasta el refugio francés (a 2.151 metros), fue entonces cuando vimos en su máximo esplendor el Vignemale, con sus más de 3.000 metros de altitud, sus paredes verticales e imponentes y el pequeño glaciar de Montferrat de la cara norte.
Cara norte del vignemale (3.298metros)
Seguidamente subimos de nuevo, con un desnivel de más de 700 metros por el que pudimos contemplar un mar de nubes del que sobresalían, como islas flotantes, las escarpadas cumbres francesas, después bajamos otros 100 metros más hasta llegar al refugio a mayor altitud de los Pirineos donde se nos abrieron paso las vistas más impresionantes que habíamos podido contemplar hasta el momento.
Vista espectacular a Monte Perdido desde el refugio francés

Se nos hizo tarde para plantearnos el ataque a la cumbre sin riesgo de volver de noche, y ya era sábado, lo que suponía que se nos habían acabado los días y tendríamos que estar de vuelta en el coche al día siguiente, y si queríamos hacer cumbre tendríamos que darnos en un día la paliza que nos llevó dos días, más la ascensión y la bajada del Vignemale. Nos esperaría un día incriblemente duro.
Para nuestra sorpresa, el refugio era gratis, de manera que echamos allí lo que quedaba de tarde leyendo revistas, hablando con la gente, estudiando en el mapa la ruta que tendríamos que hacer… así hasta la noche, cuando cenamos caliente y nos fuimos a dormir a las camas de la habitación de arriba.

*Día 14 de octubre del 2012:

El despertador sonó a las 5:30 de la madrugada, habíamos dormido bastante bien y ahora tocaba ponerse en marcha y mentalizarse para el día que nos esperaba.
Aproximadas las 6:00 nos pusimos en marcha bajo aquel cielo estrellado que te hacía parecer pequeño. Llegamos a un desvío por el que pasaríamos a la bajada, de modo que dejamos las pesadas mochilas ahí y no cogimos más que lo imprescindible para seguir. De repente vimos aquel glaciar que tantas horas llevábamos esperando y el suelo que pisábamos se convirtió en una mezcla de roca lisa y hielo según nos acercábamos a la enorme masa congelada.
Todavía de noche al borde de la lengua del glaciar, nos estábamos fijando los crampones y pronto empezamos a subir por la inclinada pendiente congelada. En varios metros recorridos empezamos a ver todo un festival de formaciones creadas por el frío de la naturaleza, con un suelo lleno de profundas grietas para sortear, seraks por los que teníamos que pisar con cuidado y brechas de todo tipo de dimensiones que no tolerarían juegos en su estructura.

La luz de los frontales no hacía falta, tras nosotros estaba creciendo el perfecto amanecer al que no se le hubiera podido pedir nada más.

Disfrutamos un montón la ascensión, pero cuando empezamos a pillar la altura de 3.000 metros el viento comenzó a revolverse, algunas ráfagas nos obligaban a echarnos al suelo para no rodar para atrás por el empujón que suponía… cubiertos en el lateral del glaciar decidimos intentar aunque sea subir a la cresta.

 La cosa se estaba poniendo fea y después de subir y bajar de la cresta habiéndonos quedado a tan solo unos 100 metros de la cima, nos sacudió una ventisca horrible y nos dejó completamente sin visión en el glaciar a merced de las grietas, Juanjo gritó que era muy peligroso y que nos teníamos que marchar ya!
Solo podía ver algo Javi porque había subido sus gafas anti ventisca e iba abriendo camido en la bajada con los dos compañeros seguidos muy de cerca. Bajando altura aflojó la ventisca se podían ver claros unos 9 o 10 metros a lo lejos, fue una oportunidad de grabar para el recuerdo.

Cada vez hubo mayor visibilidad y andamos sin gran problema hasta salir del glaciar y coger el camino, recuperamos las mochilas y empezamos a descender por el valle paralelo que elegimos como camino de vuelta.
Pronto la niebla se quedó a la mitad de la montaña y nosotros con total visión del terreno por debajo de esta… andamos por un camino por tramos expuesto a pequeños precipicios y por el que de vez en cuando se veían preciosas cascadas y enormes montañas que te hacían sentir tan pequeño como una hormiga. Así llegamos agotados y hambrientos a la primera cabaña francesa del camino, situada en un enorme valle con una pequeña presa. llevábamos ya a las espaldas más de 2.000 metros de desniveles en pocas horas.

Después de descansar aquí algo menos de media hora y acabar por completo con la poca comida que nos quedaba, comenzamos de nuevo camino arriba, paramos un poco de nuevo en la última cabaña con la que nos cruzaríamos y llegamos al puerto de la Bernatuara (a 2.338 metros) tras agotadores pasos, para conseguir cruzar de nuevo a España.
Después nos espero un desnivel de 1.000 metros exactos hasta Bujaruelo, donde a las 6:30 de la tarde por fin llegamos al coche habiendo pasado por intermitentes lluvias, y pudimos ir a comer algo… Una ruta tremendamente dura, debido a los cambios bruscos de tiempo, los largos caminos con sus más de 6.000 metros de desniveles en total, el insoportable peso de la mochila, la falta de comida y las 12 horas andando sin parar de este ultimo día en estos terrenos. Ha sido con diferencia la ruta más dura hecha hasta la fecha.
En estos cuatro días hemos podido aprender bastantes cosas, conocer gente nueva, disfrutar de un entorno libre y salvaje, descubrir nuevos lugares, vivir nuevas experiencias, y haber dado un paso más en la aventura de la vida.


*Este fue el mensaje que una semana después nos envió uno de los colegas que conocimos en el refugio el día antes de atacar la cumbre: 

(aupa fieras!!soy mikel el de Pamplona que estuvimos hablando el día anterior en el refugio de baisellance!ya tenia ganas de ver el reportaje,sobre todo por ke la ultima vez que os vi estabais en la cresta justo cuando se desato la nevada!yo me baje solo hasta el refugio y mi colega y dos chicos de Barcelona les pillo todo el vendaval en el pico y se les congelo la pared y las pasaron putas para bajar!!jajaj,la verdad que fue impresionante la que se monto en un momento,ademas vimos un rescate con helicóptero a la bajada en el glaciar de gaube y andábamos rayados por si fuerais vosotros pero nos dijeron en el refugio de oulettes de gaube que un francés se habia partido la pierna en el corredor,pero bueno muy a gusto,un autentico fin de semana de alta montaña si señor!jeje,pues nada saludos y haber si coincidimos por hay alguna vez!!                                    PD. os iba a poner el mensaje en el blog pero me e vuelto loco y os lo mando por e-mail,saludos!)








miércoles, 3 de octubre de 2012

Descubriendo la Sierra de Gredos


Esta historia se remonta a unas semanas antes de preparar las mochilas para la marcha. Un día, escalando en Quebrantaherraduras, conocimos a un curioso personaje de cincuenta y pico años no aparentados, profesor de INEF, veterano ciclista de carrera en montaña y aventurero como pocos quedan entre otras cosas… y también tuvimos el placer de conocer a su encantadora familia. Estuvimos con ellos un rato y quedamos con el hombre llamado Lalo para hacer algo juntos cualquier día. De modo que dos semanas más tarde nos propuso el irresistible plan de ir a conocer la Sierra de Gredos y a dormir allí un par de noches.

*Día 18 de Agosto del 1012:

Después de hacer unas compras por la tarde en Ávila llegamos al parking de Gredos al atardecer, lugar donde comenzamos con el camino a pie. En media hora ya había que andar con los frontales encendidos y con cuidado de no pisar ranas que se andaban cruzando por el camino de piedras.

En aproximada hora y media llegamos a la explanada, serían las 11 cuando ya encontramos un buen sitio para pasar la noche. Desde este lugar se podía ver la línea que dibujaba la alta fila de montañas entre el cielo y  la Tierra, además de una espectacular noche de estrellas relativamente cerda de Madrid pero en una atmósfera impresionantemente limpia en la que no se perdía detalle. Por un poco tiempo que estuvieras mirando la iluminada noche veías un par de estrellas fugaces… fue un sitio genial para cenar y meterse en el saco cargado de deseos.

*Día 19 de Agosto del 2012:

Al amanecer Cristian se fue a rellenar las botellas de agua mientras el día arrastraba a la noche y la cima del Almanzor empezaba a iluminarse como si de una vela avivando la llama se tratase.

Desayunados llegamos a la cima del monte en el que habíamos pasado la noche, desde la cual pudimos ver por fin el principio del tan esperado circo de Gredos.

La ruta que comenzamos se llama la integral de Gredos, un estupendo pateo por toda la cresta en la que no dejas de tener vistas que conecta con el pico del  Almanzor. Desde principio a fin, esta sierra estaba repleta de cabras montesas.

Después de salir del cómodo camino empezaron las interminables pedreras de las que no nos desprendimos en todos los días que pasamos allí.


Con largo recorrido de saltar a ratos de piedra en piedra y en ocasionales largos desniveles algo exagerados, acabamos llegando a la portilla del crampón, desde la que con algo de cuidado pudimos subir al techo del sistema central, el pico del Almanzor (2.592m). Para este momento, lo que habíamos creado con Lalo ya era más que amistad.

Después de comer algo allí fuimos abriéndonos paso hasta cinco lagunas. Por el camino no dejábamos de imaginarnos el increíble mundo para nuestra iniciación en técnicas alpinas que sería esto en invierno, incluso empezamos a fichar sitios y corredores por los que escalar. De nuevo estábamos ya hechizados por la belleza del entorno lleno de agujas, escaladas tanto en hielo como en roca y sus desniveles, lagunas…


Parecía que entre valle y valle se nos iban concediendo la llave de otro nuevo trozo de mundo, cada uno con su encanto. Cinco lagunas se hacía más y más grande a medida que nos acercábamos, quedando aquello en todo un ecosistema nuevo e inexplorado para nosotros. Llegamos antes de lo que creímos y estuvimos allí desde las 6:30 de la tarde más o menos… nos bañamos en la refrescante laguna, dimos de comer a las cabras y nos acomodamos a lo que sería nuestro hogar durante las próximas 13 horas.



A principios de esta noche pintaba un poco de mal tiempo con algunas nubes, pero a mediados de la noche ya pudimos volver a contemplar el cielo en su máximo esplendor entre cabezadita y cabezadita.

*20 de Agosto del 2012:

Aquella mañana sentimos de nuevo en frío que cubría este inhóspito lugar. Pudimos rellenar las botellas del agua de algún manantial de tantos que se encontraban escondidos, desayunamos y seguimos con el camino, de nuevo por una pedrera. A mitad paramos a descansar un poco el desnivel que sugería la pared.
Lalo, una de las mejores personas con las que nos hemos cruzado en la montaña
Después de esto subimos del tirón al pico de la Galana, la segunda punta más alta del sistema central con 2.564 metros de altitud.

En la cima de La Galana
Después de un peligroso camino de bajada recorrido por ocurrencia del ingenioso Lalo llegamos al entre comillas, llano, donde metros por delante pudimos refrescarnos en una de las lagunas que se iban descubriendo.


Después de atajar lo máximo posible y bañarnos de nuevo en la gran laguna cercana al refugio, andamos por no decir escalamos hasta la cima de la cresta por la que habíamos pasado el día anterior, cerrando así el círculo que forma el circo. Llegamos al comienzo de unas praderas en las que vimos el antiguo refugio comido por el tiempo y que tantas historias ha tenido que vivir…

Así llegamos ya  al coche por un largo camino del amplio y llamo valle lleno de ganado, agotados, con un nuevo y fantástico amigo y llenos de recuerdos imborrables de estos días en los que compartimos estancia en la montaña.















sábado, 29 de septiembre de 2012

La oeste del pájaro

*Día 23 de septiembre del 2012:

Hoy ha sido el día, esta vez si... hemos logrado pisar la cumbre del pájaro (en la pedriza) tras escalar los 200 metros de la cara oeste.
Empezamos la escalada a las 9:30, después de despertarnos en el Tolmo, esta vez no nos costó encadenar el primer largo de 6a en adherencia, habíamos echado todas las cartas sobre la mesa y estábamos cien por cien convencidos de querer intentar con todas nuestras fuerzas coronar la cima, una expuesta travesía de 5+ nos separaba del aéreo y excitante 6c que pudimos hacer a continuación.
 Nos llevó mas tiempo, paciencia y dedicación el difícil diedro de 6a, nada fácil  de proteger, nos tiraríamos 40 minutos en aquellos casi verticales y rectilíneos metros...
Dos últimos largos de fácil adherencia corrieron bajo nuestros pies y llegamos, lo habíamos conseguido, eran las 12:30, nos llevó nuestro buen tiempo empleado.
De modo que allí estábamos nosotros, sobre la agradecida roca y la naturaleza que nos recompensaba con el calor de los rayos del sol que se escapaban del horizonte en carrera descendente por las rocas.
Absortos en la belleza del lugar que nos habíamos trabajado durante tres estupendas horas, nos despedíamos sin remedio para comenzar con el rapel.
Hoy hemos crecido como escaladores, hemos subido un peldaño mas de la inmensa escalera que conlleva el disfrute de la escalada. Cada día parecemos ser mas conscientes de poseer un espíritu con hambre de nuevas experiencias...

sábado, 15 de septiembre de 2012

Racha de escaladas


Al volver de Alicante fuimos directamente al norte, a intentar cumplir el sueño de escalar la cara oeste del Naranjo de Bulnes, en Picos de Europa, Asturias. Iríamos con nuestro amigo Juanjo.
Queríamos escalar la vía de Rabadá Navarro, una vía mítica que en libre sale en 6c+.
Después de las horas de viaje que nos llevó llegar a Asturias se nos hizo tarde para comprar todo y llegar al Naranjo en el mismo día, de modo que dormimos en el albergue de Sotres. La mañana siguiente andamos entre dos horas y media y tres con la mochila cargada de lo que sería nuestra vida para 5 días, más el material de escalada, así que de 20 kilos no bajaría el peso.
El entorno Asturiano que se iba abriendo a nuestro paso era inmejorable: pastos verdes y frescos de los que se alimentaban las vacas libres y felices en un valle lleno de vida y naturaleza. Según nos aproximábamos contemplamos las montañas rocosas sobresaliendo bastamente de la Tierra como si de una carrera por llegar antes al cielo se tratara, de la que salía victoriosa la montaña de el Naranjo, con sus visibles y temibles 550 metros de tapia vertical sobresalientes de la intermitente niebla pasajera.
El Naranjo de Bulnes en todo su explendor 
Después de montar el vivac, no nos resistimos más a escalar. Al ser las 6 decidimos probar unos 100 metros o más de alguna vía, por lo que después de mirar la guía y tirarnos buen rato buscando la Sagitario, nos dispusimos a probarla, pero en el primer largo sufrimos un pequeño accidente por nuestra imprudencia que pudo haber terminado en desastre, nos hizo abandonar el lugar con mucha suerte y sin tener que lamentar nada… no aremos inca-pié en lo que pasó, pero hay que decir que fue una experiencia por la que teníamos que pasar y de la que aprendimos enormemente para que no se vuelva a producir.
Con mal sabor de boca nos volvimos a Madrid después de solo haber podido estar dos noches en Asturias.
Los días posteriores fuimos a matar un poco las ganas de escalar al Torozo de Gredos en una vía de 300 metros muy bonita pero de la que tuvimos que bajar en el último largo por no ver por donde seguía la vía y por prudencia, además la temperatura era de 40 grados y Juanjo sufrió un golpe de calor de vuelta al coche.
El pico del Torozo, en Gredos
 En cuanto a la vía, empezaba por unos 3 largos de placa de adherencia disfrutona antes de seguir con una escalada de fisura vertical, era un granito de muy buena calidad aunque se nos desprendió algún que otro pedrusco al vacío.
Juanjo escalando el ultimo largo que hicimos
El día de después fuimos a escalar la cara oeste del Pájaro, en la Pedriza, a intentar conquistar sus 200 metros. Por la mañana le estaría dando la sombra y no tendríamos los problemas del día anterior con respecto al sol.

Empezamos por un primer largo de adherencia algo difícil, de 6a.
Primer largo del Pájaro
Después llegamos a un Vº muy fácil de superar, que nos dejaba a los pies de un 6c que comenzaba por una pequeña trepada antes de meterse por una fisura horizontal con una salida de fisura vertical que te tiraba para atrás.


Llegamos a una chimenea lo bastante ancha como para no poder protegerla con friend pero no lo suficiente como para que nos entrara el cuerpo bien en ella, aparentemente no era gran cosa, pero teníamos todavía muy fresco en la mente lo que había pasado en el Naranjo además de las heridas y aquello nos echaba atrás, estudiamos varias posibilidades y tras discutirlo decidimos rapelar y dejarlo para otro momento.
De todo esto ya hace como mes y medio y estamos psicológica y físicamente recuperados de los daños. Tenemos unas escaladas pendientes que terminar y una infinidad de sueños que cumplir de los que hay que aceptar todo en sus intentos y sobre todo dejarse aprender de ellos.















jueves, 19 de julio de 2012

10 Días en Calpe


Desde el 27 de junio, día en que llegamos a Calpe, no paramos en ningún momento…
En primer lugar, fuimos a cumplir con nuestro principal objetivo, escalar el Peñón de Ifach. La mitad de los días que permanecimos allí, nos levantábamos pronto para hacer una nueva vía en el Peñón y por la tarde íbamos a conocer y probar zonas de escalada.

El primer día escalamos con Lucas Polvos mágicos (6b), una vía entretenida que nos sirvió de calentamiento tanto físico como psicológico y esto permitió hacernos una idea de la roca.

Al día siguiente Cristian y Javi se escalaron la Virginia Díez (6b+), una vía que usa la entrada de Polvos mágicos pero con los dos últimos largos metiéndose por una pared vertical de buenísima calidad. Lo que más nos marcó de esta vía fue el último largo de 6b+, en el que se apreciaba el vacío y la escalada terminaba en la cima, dejándonos ver un precioso atardecer compuesto de picos sobresaliendo entre las nubes y un sol rojo anaranjado brillante escondiéndose tras estos y dejando un mar azul medio calmado a su izquierda.
Último largo de la Virginia Díez (6b+)

Tras esa vía escalamos con Lucas la Costa blanca, pero dejamos los dos últimos largos para salirnos por diedro U.B.S.A, por lo que la vía no paso del 6b+.
También escalamos la Pilar Lopez de Pancho (6c), tenía unos agotadores pasos de 6c prácticamente insufribles, pero como en casi todas las vías, el último largo fue el mejor, un largo de 6b+ en el que mirando bajo tus pies contemplabas una caída libre de  casi 200 metros, además, la roca agarraba de lujo y el ambiente no podía ser más agradable.

segundo largo de la Pilar Lopez de Pancho (6b)

Con todas estas vías a nuestras espaldas, hicimos dos cordadas, Cristian y Javi eran una, y Lucas se unió a un amigo llamado Adrián, nos decidimos por escalar entera la Costa blanca (6c+), una vía que prácticamente te hace apretar de principio a final… Pero que hasta el momento, ha sido la vía más increíble que hemos escalado.
Fuimos a varias zonas de escalada como a Castellet, al mirador de Segaria, a Peña Roja…
Pared de escalada en el mirador de Segaria
También fuimos a hacer psicobloc (escalada libre con caída al agua), a la cueva de Ambolo, un lugar excepcional con un agua azul turquesa y cristalina llena de vida… fue un día muy divertido después de remar en kayak para llegar. Estuvimos escalando, buceando un poco y disfrutando de un paisaje distinto al que solemos visitar…


El día siguiente a esto, era el último que estaríamos por allí, de modo que fuimos a despedirnos por lo grande. Un amigo nos ofreció hacer puenting, y como estas oportunidades no se presentan muchas veces en la vida no dudamos en decir sí.
Llegamos al puente, y era uno de los más altos de España, de solo mirar al vacío nos pusimos a temblar. Vimos, eso sí, que era muy seguro, de modo que después de ver como saltó el amigo que lo monto le toco a Javi.

Al saltar se sentía una caída libre inmensamente veloz, salía un grito del alma mientras el suelo se acercaba a toda prisa.
Javi minúsculo ya parado
Después le tocó a Cristian, que también temblando en la barandilla se soltó y empezó a volar…
Cristian saltando

Fue una de las experiencias más adrenalíticas que vivimos hasta el momento.
Y con una nueva aventura nos volvimos a Madrid contentos y conformes por todas las cosas que nos dieron tiempo a hacer.








miércoles, 4 de julio de 2012

PEÑÓN DE IFACH (332 metros de compromiso)

 *Día 28 de junio del 2012:


Empezado el verano nos fuimos de Madrid en lo que tardamos en hacer las maletas…
Nuestro objetivo era escalar el Peñón de Ifach, una mole rocosa de 332 metros de altura. Con todo preparado cogimos el autobús que nos llevó al metro y este nos dejo en la casa de los tíos de Cristian, (los dueños de la casa donde nos hospedaríamos). Debido a que estaban de mudanzas fuimos apretados en el coche cinco horas hasta llegar a Calpe…
Según se acercaba el coche finalmente al destino, se fue asomando el poderoso peñón con sus imponentes paredes verticales e incluso desplomadas. 

Nada más llegar, cargamos lo justo en las mochilas y nos juntamos con Fran Lucas, que es nuestro amigo escalador con el que habíamos quedado en Calpe para las salidas de estos días.
Fuimos a dormir a pié de vía, o por lo menos a intentarlo, dado que apenas pudimos dormir una hora entre la molestia de los aspersores saltando, las gaviotas sin dejar de hacer ruido, la calurosa e incómoda humedad y los nervios de la escalada.
*Día 29 de junio del 2012:
Nos despertamos a las 6 de la madrugada y preparamos todo, iba a ser una escalada seria y además la primera de la temporada, así que no podíamos perder detalle de nada.

Con todo preparado dimos el rodeo que hay que hacer para comenzar con la vía. Queríamos hacer Virginia Díez, una vía de 6b+ con opción a salir por la de Polvos mágicos, (una vía más sencilla por la que nos podíamos meter en caso de que nos falle el coraje allí arriba).
Lucas se dio el primer largo que salía en IV de 35 metros, con roca descompuesta con la que no podías afianzar una mano totalmente segura, pero sencillo. Montó la reunión y Cristian y Javi subieron arriba.
Lucas se quiso dar también el segundo largo, que salía en una divertida fisura de 6b de 30 metros.


 Con esta llegamos a la reunión situada al pié del tercer largo, una escalada de placa vertical de 6b de 30 metros que en esta ocasión abrió Javi. Nos estaba resultando una escalada cómoda de asegurar porque se hacía constantemente desde terrazas amplias.
Poco a poco se iba haciendo notar la altura, y la agobiante ola de calor sahariano hacía pasar factura, sobre todo porque no subimos en agua.
Cristian se dio el cuarto largo de VI+ de 40 metros con roca algo descompuesta y en el que solo se podían meter dos seguros.
Ya allí arriba nos pareció mejor idea salir por Polvos mágicos dado que era el primer día y nos había sido suficiente ya lo hecho por el momento. Y por último, Lucas se dio el último largo que salía en V de 25 metros dejándonos con las espectaculares vistas del hombro del peñón. Allí arriba nos tuvimos que desencordar y subir lo que quedaba de terceros y cuartos hasta llegar a la cima contentos y orgullosos de haber cumplido con éxito un reto planteado tiempo atrás.

Estos 150 metros de escalada solo fue como se nos presentó el principio de uno de los posibles mejores veranos hasta el momento.
 

sábado, 16 de junio de 2012

Durmiendo bajo las estrellas

*Día 26 de mayo del 2012:

Salimos del coche a la entrada de la pedriza, y por primera vez entramos en el centro de educación ambiental donde pudimos ver una maqueta de toda la sierra de Guadarrama, una pequeña exposición del paisaje y un corto en el proyector sobre la historia de la pedriza y el entorno de la sierra.
Esta vez estábamos Borja, Cristian y Javi. Queríamos mostrar a Borja todo aquello que nos diera tiempo a enseñarle en ese día y medio que pasaríamos allí, así que nada mejor como apuntar a Quebrantaherraduras inferior para dar comienzo a la visita. Pasamos por delante de esta zona sin entretenernos más que lo justo y llegamos a Quebrantaherraduras superior, donde sacamos las cuerdas y empezamos la primera escalada del día.

Más tarde bajamos hasta el parking de Canto cochino, cruzamos el río y camino arriba pasando de largo por el Cancho de los Brezos llegamos a un lugar muy particular que no está catalogado en las guías, pero que es un sitio estupendo donde pudimos comer a la sombra.
Hacía calor, aunque no muy sofocante. Después de comer escalamos de nuevo en las paredes de nuestro mágico lugar.

Después de escalar recogimos nuestras cosas sin ninguna prisa y bajamos de nuevo al camino de valle y tras un medianamente largo y tranquilo paseo llegamos a Charca verde. Sin pensarlo dos veces colocamos la cámara fija en una roca y nos tiramos al agua de la poza, es un agua clara, fresca y reconfortante, que le hace a uno sentirse fuerte después de un pateo, no hay nada mejor como bañarse en este río después de un día de ejercicio, te hace parecer formar parte de la penetrante naturaleza.

Salimos del agua pisando rocas por la orilla y nos tumbamos en la pulida roca junto a la pequeña cascada. Se podía notar la energía que aportaba la piedra, y aunque diera el viendo de vez en cuando, esto hacía aislarnos en una cómoda temperatura.
Ya con el cuerpo inmejorable, fuimos a nuestro común prado de alojamiento donde dejamos la ropa secando y después de un pequeño paseo nos pusimos a cenar…
Plantamos los sacos en el suelo, notábamos un ambiente muy agradable para dormir sin preocupaciones. Al rato nuestra única compañía eran las brillantes estrellas que inundaban el cielo, y se escuchaba de fondo el sonido del agua cayendo por las cascadas de las pozas. Borja puso música relajante y cogimos el sueño en cuando nos quedamos sin palabras que soltar.

*Día 27 de mayo del 2012:

A las 7:30 ya estábamos en pie, nos llevamos una sorpresa cuando fuimos a desayunar, unas cabras montesas se habían comido toda nuestra comida menos unos bollos que teníamos al lado mientra dormimos, no desayunamos mal del todo pero sabíamos que nos esperaba un día de hambre. Nos marchamos en busca del camino para llegar al Cancho de los muertos. Allí nos encontramos con otros escaladores con los que pasamos toda la mañana hablando y escalando, estas geniales personas fueron nuestra salvación, les agradecimos un montón que nos dieran frutos secos y fruta suficiente como para no pasar hambre. Este lugar es otro de los increíbles sitios de la pedriza, con forma de muralla esculpida por la naturaleza, se encuentran unas paredes geniales y de todo tipo para escalar en un alto desde el cual podemos ver inmensidad de pedriza.


Cerda de las 5:00 empezamos a bajar de allí rumbo a refrescarnos en la famosa poza de la que tanto habíamos oído hablar, (la poza de los hermanos kindelán). Nos dieron indicaciones para llegar a ellas, suponíamos que tendrían un aspecto que destacaría y que no habría problema para encontrarlas. Nos costó tanto toparnos con ellas que íbamos a abandonar en el intento pero pocos metros de decidir irnos a otra parte las encontramos.
Era una poza con una cascada alta en comparación con las demás de la pedriza, con una parte en la que se podía escalar un poco, el suelo recordaba al de la playa porque cuando pisabas en la poza era arenoso e iba profundizando según te adentrabas, también tenía distintas alturas desde las que se podía saltar a un espacio del agua profundo, libre y con el suelo blando por la arena, y se encontraba en pleno centro de la naturaleza rodeado por árboles y con vistas a las cumbres de las montañas cercanas. En resumen, otro lugar mágico de estos que tanto abundan en la pedriza.

 


Nos pudimos dar una refrescante despedida en este lugar antes de marcharnos al parking donde habíamos quedado con el coche a las 7:00.
En este lugar nunca se cansará uno de descubrir más sitios y distintas zonas… será el lura indicado para estar en verano.