*Día 30 de
abril del 2012:
Nos
sorprendió una mala racha de tiempo durante todo este puente, y al cancelar los
planes de ir a escalar en roca pensamos en la posibilidad de ir a escalar las
dos cumbres más altas de la comunidad de Madrid por su cara más dura,(la cara
sur de Peñalara y la cara norte de Cabeza de Hierro Mayor).
Esta vez,
con nosotros se aventuro nuestro amigo Miguel.
El coche
nos dejó en el puerto de Cotos y empezamos una ascensión sin prisa pero sin
pausa a las 11:10. Queríamos realizar una ruta por la que no habíamos andado
hasta el momento. Nos dirigimos a la laguna de los Claveles, punto donde
terminó la aproximación y tuvimos que empezar con el corredor.Uno de los empinados largos del principio |
La nieve
estaba aceptable para escalar y nuestros ánimos por las nubes y cargados de
energía, lo único que se nos inclinaba en contra eran los drásticos cambios del
tiempo que constantemente nos sorprendía con fuertes ventiscas impenetrables
para la vista.
Era un gozo
avanzar corredor arriba mientras se cogía altura y se contemplaba cada vez una mejor visión del paisaje.
La última
pendiente tenía 60 grados de inclinación y nos tuvimos que poner los crampones,
Cristian iba en cabeza, por unos ocho metros debajo le seguía Miguel y detrás
de este último a dos metros por detrás Javi. Cristian llegó cerca del último
paso que había antes de salir a la cima (una cornisa con una gran acumulación
de hielo y nieve por la que debíamos abrirnos paso), este golpeó el piolet
contra esta masa provocando el desprendimiento de grandes bloques de hielo que cayeron
haciendo un atronador ruido, mientras se deslizaban hacia abajo arrastrando consigo
todo a su paso, y provocando una avalancha que se tragó a Miguel y seguidamente
a Javi. Miguel cayó por el lado izquierdo de Javi unos diez metros hasta que
clavó el piolet del que se pudo quedar colgando. Javi reaccionó más rápido de
manera que solo cayó dos metros. Todo quedó calmado un par de segundos hasta
que volvió a caer otra avalancha golpeando
primero a Javi y después enterrando a Miguel. Todos nos llevamos un inmenso
susto que nos retumbó un rato en el cuerpo. Miguel salió a la luz y nadie
sufrió ningún daño. Decidimos acabar el corredor con el máximo cuidado.
Cuando
alcanzamos la cima del nevero respiramos hondo y nos abrazamos sonrientes,
anduvimos algunos metros más y saboreamos la cumbre de Peñalara (2.448m) a las
15:50, con una penetrante ventisca sacudiéndonos.
Ahora
nuestra prioridad era llegar al refugio del Zabala teniéndonos que orientar a
ciegas en la niebla por lo que teníamos que andar muy cerca unos de otros para
no perdernos de vista. Confiando en nuestros pasos destrepamos un nevero, y el
tiempo aclaró permitiéndonos así ver el refugio. A las 18:15 ya estábamos en el
refugio, pero no teníamos el camping gas y nos resultó imposible encender un
fuego para hacer la fabada así que decidimos por el momento echar la siesta. Al
poco de despertarnos, llegaron un padre (Manuel), con su hijo de trece años
(Jorge), preguntando que si habría sitio suficiente, les respondimos que la
montaña es de todos, de modo que apretamos un poco las cosas y les hicimos
hueco. Ellos tenían camping gas con gas de sobra y pudimos cenar caliente. Eran
dos personas muy agradables con las que pasamos una buena noche hablando antes
de acostarnos cerca de las 21:00. Fue una noche fría, por lo que acabamos agradeciendo ser cinco personas dentro las que calentábamos el refugio.
*Día 1 de
mayo del 2012:
Llegamos
de nuevo a Cotos y comenzamos con la marcha de aproximación hacia nuestro
objetivo. Miguel nos acompañó hasta el pié de la montaña antes de darse la
vuelta e irse a pasar el resto de la mañana tranquilo porque no se encontraba
en condiciones para subir otra montaña.
Cabeza de Hierro estaba espectacular, sentíamos que nos llamaba y nosotros éramos atraídos a ella como dos sucumbidos por su belleza.
Tenebrosa cara norte de Cabeza de Hierro |
Seguimos
por una subida constante y cansada de abrir huella por la profunda nieve, ya en
el pié de los corredores nos separamos del montañero deseándonos mutua suerte y
seguimos nuestro camino hasta el pié de la cascada de hielo. Aquí nos hizo falta
fijarnos los crampones. Nos dimos el primer largo de escalada sin problemas,
pero en el segundo se veía peligro y decidimos asegurarnos.
Poco a poco salimos
de la cascada hielo y nos quedó por recorrer un gran tramo de agotadora montaña de nuevo con profundas pisadas. A escasos cien metros de la cima, el tiempo se
volvió a poner feo y tuvimos que orientarnos nuevamente por intuición. La
pendiente flojeó y divisamos la cima, sonrientes nos acercamos y vimos a una
pareja de escaladores que nos pudieron hacer una foto en lo más alto de Cabeza
de Hierro mayor (2.380m) a las 12:26 de la mañana.
Comimos un
par de bollos y nos quitamos los
crampones resguardados de la ventisca y comenzamos una cuidadosa bajada
haciendo un rodeo para no toparnos con las cascadas. La primera mitad de la
montaña se bajó cómodamente pero desde ahí había que tener especial cuidado por
la capa de rocas al azar que la montaña tenía, los pasos tenían que ser lentos
para cuando se nos hundiera una pierna hasta la cadera entre las rocas no
lesionarnos.
Ya
salimos al nacimiento del río con una nieve muy alta pero pudiendo dar unos
pasos rápidos a la vez que seguros, llegamos al bosque y encontramos el camino,
que nos condujo a Cotos donde dimos con Miguel y comiendo algo esperamos al coche
que nos sacó de aquella maravilla de lugar con tremendas ganas de volver a
hacer ascensiones semejantes el invierno que viene.