domingo, 27 de noviembre de 2016

Primera salida del Equipo de Jóvenes Alpinistas FMM

Para la temporada 2017/2018, la Federación Madrileña de Montañismo ha creado una selección de jóvenes alpinistas compuesta por seis chicos y dos chicas: Carlos Álvarez, Gonzalo del Valle, Marina Fernández, Cristina González, Saúl Marcos, Gabriel Martínez (en esta ocasión no ha podido asistir por lesión), Roberto Muñoz y Yo.
A nosotros se nos suman los principales profesores que son: Pablo Velasco, Marco Huerta y Pablo Santos.
El Objetivo es hacer actividades multidisciplinares como equipo, en terreno de montaña durante todas las épocas del año,  a lo largo de dos años, absorbiendo conocimientos y experiencias.
El equipo ya está formado, y comenzaremos con las actividades a principios de año. Mientras tanto haremos dos salidas, una estival y otra invernal, con el objetivo de una toma de contacto para conocernos y crear vínculo de equipo, (algo que al parecer, será bastante fácil). 

*11 de Noviembre del 2016:
En nuestra primera salida hemos visitado Riglos. Nos han dejado hacer las cordadas a nuestro parecer. De modo que yo decidí engañar a mi gran amigo Roberto para cumplir un par de sueños, el primero de los cuales era encadenar a vista la (fiesta de los bíceps 7a), Una de las rutas más impresionantes de España y referencia a nivel mundial. Hay gente que viene desde muy lejos para ponerse a prueba en este muro desplomado de más de 200 metros…

-Bueno Rober… ¿te quieres dar el primer largo para calentar?, es el más fácil, 6b+… -¡Vale tío!
Rober estaba un poco verde todavía en esta temporada porque no había escalado con mucha continuidad el último medio año. Por no decir que el tío camicace no había estado escalando prácticamente nada. Pero le da igual, es un valiente, de los amigos más duros que conozco, y se atreve con todo.

Después de más de 30 metros, en el último seguro antes de la reunión se tuvo que pillar. Yo, al pasar de segundo por allí lo entendí perfectamente, pues no era nada fácil. –Me da que te voy a dejar el resto de la vía… (dice Rober)
Me salió una sonrisita diabólica y le respondo; -Vale tío, muchas gracias.
Continué escalando. La primera parte de 100 metros de muro ligeramente desplomado me pareció técnica y con algunas secciones de agarres ínfimos. Aun así pasé sin problemas, pero al pobre Rober le tenía que tensar la cuerda. Le había metido en un marrón.


 Ganamos metros, y ya en el antepenúltimo largo podía sentir las sensaciones que le dan fama a esta vía. Pocas veces en mi vida experimento un vacío tan intenso como este. Era un placer morboso, casi como una electricidad lo que me provocaba, cuando era capaz de dominar fácilmente el cuerpo con aquella exposición, me hacía sentir escalador, debía ser el efecto que sentían los yonquis con su droga favorita, no quería que aquello terminara, pero tampoco era capaz de escalar más despacio para disfrutarlo durante un rato más. Me notaba desbordado de energía y la necesitaba liberar. Un cazo, otro cazo, oro cazo… todos los agarres son buenísimo. Volaba pies de un lado a otro. ¡Qué bien se sube por aquí!, esto es una pasada. -¡Reunión!, ya solo quedan dos largos. Lo que más me desgastaba era tirar de la cuerda para recuperar a Rober, que hacía rato que las manos no se le cerraban, y él sabía que si se caía entre seguro y seguro se quedaría haciendo un curioso columpio en el aire sin posibilidad de volver a la pared. –Jajajajaja…, a mí me hacía gracia imaginármelo. -¡Cabrón, no sé para qué te hago caso!, si llego a saber de lo que me estabas hablando no vengo. –jajajaja (nos reíamos juntos).

Largo de 6b+. Todavía quedan: 6c, 6c+ y 6c.

-Buuaahhh tioo… este largo que viene ahora sí que desploma. Aquí estate al loro que esto parece una locura. –Ok.
Comencé a escalar y cuando apenas llevaba 12 metros ya me habían sobrado unos cuantos para darme cuenta del carácter de aquel largo. Aunque a veces un poco alejados entre sí, los agarres eran cantos enormes. –Buah Rober, no te preocupes, dame comba y relaja el cuello que por aquí se sube de maravilla.

No se aprecia el desplome en la foto, porque sin querer es fácil colocar la cámara paralela a la pared

Maravilloso vacío
Me enamoré de esa sensación. No la he podido olvidar… ni quiero. Lo que quiero es volver allí cuanto antes para hacer todas las vías de la visera.
Cuando llegamos a cumbre le pregunto a Rober: bueno ¿qué?, entonces vamos al Pisón a liberar la carnaval? - ¡Mis huevos!, me contestó elegantemente con una sonrisa.
De modo que decidimos ir a subir el puro. Yo quería que Rober probase esa cima. Me cuesta escalar en Riglos con un buen amigo y que este no haya hecho el Puro. Y para eso están los amigos, para asegurarse de que no nos pasemos por alto ninguna cima impresionante.
Bajamos al puro, y escalamos en dos largos en ensamble hasta el collado por la normal. Una vez allí empalme dos largos y Rober coronó la cima en un último largo corto.

Esta fue una escalada muy fluida y divertida. Esta forma de progresar es verdaderamente agradecida. Y allí estábamos. Sentados en la pequeña cima del Puro. Otra de tantas en las que hemos estado juntos, y esperamos que una más de las muchas que nos quedan.
Cima del Puro. Al fondo el mayo Firé.


Y sin más demoras zarpamos rumbo a Montrebei.

*12 de noviembre del 2016:

Para este primer día de escalada que vamos a pasar en Montrebei, me ponen de cordada con Carlos. Con quién después de una charla para que dejase el estribo en el coche, empezamos a congeniar… Si decidimos ir en libre vamos en libre, llevar un estribo es tener un comodín, un sumidero de poder, una tentación que desviara la concentración en caso de incertidumbre, un instrumento que podría perturbar el estilo decidido para progresar por este muro.
Piensa que estoy loco y creo que por eso acaba haciéndome caso. -Jajaja…

Todos escalaremos en la pared de Aragón, siendo así la primera experiencia para el equipo en esta escuela. Nuestra vía escogida es (7 venas 7a+). Una vía con largos de gran calidad, pero demasiado discontinua para mi gusto. Con tramos de escalada fácil sobre roca rota y demasiadas repisas. Pero ya solo por el 4º, 6º, 7º y 8º largo merece la pena.


Íbamos escalando, disfrutando de los movimientos, pude ir encadenando la vía entera, con hasta un 6c precioso de auto protección completamente limpio como cuarto largo. Pero aun así no podía dejar de mirar hacia la derecha. La pared de Cataluña me estaba llamando. Aquello que teníamos enfrente era una vertical monstruosa, un perfecto escenario de aventuras, y me atormentaba, quería ir para allá…
Pronto llegamos al largo duro de 7a+, este estaba equipado. Era una divertida escalera invertida de tres pisos. Me recordó en versión miniatura a la Panaroma en Dolomitas.
Desplomaba tanto cada salida de escalón que había que buscar los agarres a ciegas sin poder asomar la cabeza por encima para no desequilibrarte. Pensé que daría buen canto pero que va… era muy fina, con pies tacaños y alguna que otra regletita pequeña combinada con romitos. Pude encadenarla guay.
Tras encadenar el largo duro


Me gustó, fue el largo más aéreo de la vía. También me gustó la actitud de Carlos y sus esfuerzos por intentar encadenarla dándolo todo hasta la caída.-Bien luchada Carlos. Ahora gózate el diedro de 6a.
Y así fue. Continuamos por dos largos de pura gozada.



*12 de Noviembre del 2016:

En este último día formé parte en una cordada de tres, con Rober y Marina. Nos vamos a la Pilastra, a por la Puñalada trapera 6c.

Ya, la aproximación al pié de vía fue un poco odisea. Al llegar nos encontramos con una cordada un poco lenta delante nuestra, de modo que les dejamos un par de largos de ventaja. Los primeros tres largos de placa eran bastante exigentes, de hecho, a mí el segundo largo me pareció 7a.


Sin haber comenzado siquiera con la escalada nos habíamos ido ya de horario. De modo que tras el segundo largo, tiré de primero el resto de la vía para intentar ir rápido y ganar tiempo.
El tercer largo, era un 6c algo expo. Con una llegada a la reunión bastante bonita.

El 6b+ siguiente era una verdadera gozada, aquí comenzó la vía a tener un carácter más vertical e impresionante.


El último largo salía de V+ y se lo dio Rober. Nos sorprendió un poco, pues tenía una entrada exigente que yo no hubiese graduado así ni de lejos.
De este modo terminamos la vía de la manera a mí más me gusta, con el atardecer…

En estos tres días escalamos unos 4.000 metros entre todas las cordadas. Compartimos desayunos, cenas, escaladas, juegos y risas. Comenzamos a crear vínculo de equipo, y proyectamos los dos años siguientes como un período lleno de aventuras, experiencias y aprendizaje en equipo. Estamos deseosos de comenzar con las salidas. La siguiente concentración está al caer, será del 15 al 18 de diciembre.
Esto no ha hecho más que empezar… nos quedan muchos momentos buenos y malos por pasar juntos. Y que así sea.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Rafael Gómez y Javier Guzmán ganan la Liga Rallyes 12h FEDME 2016 (La Crónica)

*Del 27 de septiembre al 29 de Octubre:

Personalmente, este año ha sido muy productivo para mí. He podido seguir formándome, viajar a nuevos lugares, tachar grandes proyectos, crecer profesional y deportivamente en la escalada, y sobre todo conocer gente nueva estupenda.
Una de las cosas más destacables de esta intensa temporada ha sido mi estreno en competición. En este caso, con los rallyes 12h. Algo que cogí, junto a mi irreemplazable compañero de cordada Rafa, con muchísima motivación.
Sin demasiadas expectativas descubrimos lo bien que se nos daba y decidimos ir a por todas. Las dos últimas pruebas celebradas fueron en Leiva y el chorro.
Para conocer la de Leiva estuvimos escalando por allí 4 días, la semana anterior a la prueba.
Con dos experiencias en rallyes a nuestra espalda, en esta ya supimos hilar más fino; escalar más rápido, maniobrar con más soltura, hidratarnos mejor y retrasar los calambres, y sobre todo mantener un ritmo muy fuerte y sin pausas.
Cuando la reunión es incómoda, la manera de adelantar no es la más digna
Nuestro modus operandi es el ánimo. Siempre alerta, siempre positivo. Cuando Rafa me ve algo espeso me pega un grito, cuando es al contrario yo le pego otro. Pasado un largo duro nos felicitamos, al que llega de segundo a la reunión le tenemos preparada la botella de agua para que beba, después de cada largo nos chocamos los puños, (de eso son nuestras heridas en los nudillos, de chocarnos los puños 50 veces, no de escalar), cuando ambos andamos ya jodidos, que no podemos con nuestra vida, cantamos, en tono alto y acompasado, para engañar a nuestro cuerpo, para hacerle creer que estamos fuertes y frescos como rosas, y así incluso algún competidor también es engañado. Cuando ya queríamos haber terminado nos decimos, A tooopeee!! Que solo son 12 horas y a cenar!! Y así lo hacemos… no tenemos nada de especial. Es la motivación, que cuando es grande arrastra todo lo demás.


Nuestro esfuerzo se reflejó en el resultado.
Una vez más nos fuimos un poco alucinados por nuestro rendimiento en una zona que descontrolábamos. Esto nos dio una dosis de confianza y energía para el último gran reto, (El Chorro).
Este último Rally, iba a ser con diferencia el más exigente, no tanto a nivel físico como a nivel logístico. Muchos de los participantes se controlan la zona, los mejores competidores de la liga son los escaladores locales de aquí. Y es que en este lugar hay mil posibles vías, conexiones de caminos, atajos, aproximaciones, estrategias…
Llegamos allí que no sabíamos ni por dónde empezar, aquél desconocido terreno de montañas y barrancos nos hacía sentir pequeños. En uno de nuestros días de entrenamiento perdimos el tiempo metiéndonos en vías que terminamos descartando por ser demasiado agotadoras y lentas para los puntos que daban. La cuestión era: ¿En cuál nos metemos que sepamos que pueda ser una apuesta segura?, había muchas opciones y teníamos que elegir bien porque disponíamos de poco tiempo. Para colmo, en las horas centrales hacía un calor insoportable y sinceramente, lo único que teníamos factible hacer era bajarnos al bar.
Rafa nos fotografía con Arturito y Pablete probando en primer largo de tres techos.
Al final nos decidimos por la estrategia que al perecer intenta todo el mundo, hacer las tres cimas para conseguir un bonus 30 putos. La primera vez que nos metimos en los 300 metros de los tres techos la sacamos en 3h 15´, demasiado lento creímos. Pero Pelut nos comentó que el record lo tenía él con 3h 30´, con lo cual, no habíamos ido tan lentos.
Pues bien. Tuvimos suerte en el sorteo y empezamos por los tres techos, que la metimos en un tiempo de 2h 35´. Después de una buena carrera llegamos a la segunda cumbre, en la que hicimos dos vías rapelables para seguir por una más asequible de otros 300 metros, en la cual, a mitad de pared una cordada nos atascó, no nos dejó paso y le tuvimos que dedicar 2h30´ a una vía que nosotros hacíamos perfectamente en 50´. Dado por esa pérdida de tiempo creímos que ya no conseguiríamos remontar lo perdido, y terminamos en rally haciendo otras dos vías rapelables en la última cumbre (6 vías en total, pese a que en los medios hayan dicho que hicimos 7. Eso no es verdad). Nos sobraron apenas 20 minutos con los cuales no podíamos hacer otra vía.
Pero para nuestra sorpresa, habíamos escalado tan desorbitadamente rápido que incluso no pudiendo emplear un total de dos horas perdidas nos bastó para el primer puesto. 
Rafael Gómez y Javier Guzmán recibiendo las medallas al primer puesto en la liga Rallys 12h FEDME
Hicimos una cosa mal. Y fue ilusionarnos con algún premio útil, tal vez un vale canjeable por algo de material... Nos tuvimos que conformar con una palmadita en la espalda. Lo que tenemos claro es que esto lo hacemos para nosotros mismos, por plena vocación, sin sacar más beneficio que el de la experiencia compartida con gente fantástica. Con eso, ya me han sobrado motivos para querer presentarme y sentir que ha merecido la pena indiferentemente de la posición en la que quedemos.

*Aquí dejo la entrevista que me hizo desnivel:

Entrevista Javi Guzmán: “Los rallyes me han enseñado a conocerme más”

Este joven madrileño (20 años) es uno de los fichajes del equipo que la Federación Madrileña formó para la participación en la Liga de Rallyes 12h este año. “Al principio nos decían que, al ser la primera vez que participábamos, que íbamos a aprender, que nos lo tomáramos con calma... Nadie habría apostado por nosotros”. Javi conoció a su compañero de cordada, Rafael Gómez (25 años) sólo unos días antes de participar en la primera prueba, la de La Cabrera, y la sintonía fue evidente. No sólo ganaron con mucha diferencia aquella primera cita, sino que se han impuesto en las cuatro pruebas en las que han participado (no pudieron competir en la de Riglos por un malentendido en las fechas) y lo han hecho además batiendo récords en cuanto a número de vías o metros escalados en todas las pruebas.

¿Qué prueba te ha parecido más difícil?
Para mí la más difícil fue la segunda, la del Peñón, fue agotadora... Antes sólo habíamos hecho el Rally de La Cabrera y no veníamos tan preparados, son vías físicas y muy largas, desde la cuarta vía ya teníamos calambres, pero lo dimos todo. Cuando hicimos la sexta vía estábamos en la cumbre y todavía nos quedaba una hora, era muy difícil hacer otra vía en la hora que nos faltaba, pero no íbamos a desaprovecharla, así que bajamos corriendo y hicimos una más, la Valencianos. Recuerdo que en la cumbre no tenía ni fuerzas para recuperar la cuerda, tenía que ir corriendo hacia atrás montaña abajo, cuando llegó Rafa nos dimos un abrazo en la cumbre espectacular. Nos llamaron para decirnos el resultado pero nos daba igual, sabíamos que lo habíamos todo, era imposible hacer más, estábamos completamente satisfechos y exhautos.
A nivel logístico y de estrategia sin embargo la prueba de El Chorro es la más difícil, tiene muchos descensos complicados, y nosotros nunca habíamos escalado aquí, sólo habíamos ido tres días antes para conocerlo un poco. Aún así conseguimos hacer seis vías, y eso que perdimos mucho tiempo por encontrarnos una cordada en una vía que no nos dejó pasar (lo que fue una excepción, nunca nos había pasado, más bien todo lo contrario, la gente es muy colaboradora).

¿Cómo valorarías la experiencia de la Liga de Rallyes y qué crees que te ha aportado?
La experiencia ha sido muy positiva. Realmente el ambiente de competición no es tal, no hay rivalidad sino que hay un ambiente muy bueno, hay muy buen rollo entre todos. Lo mejor ha sido conocer a la gente, empezando por los compañeros del equipo madrileño, que seguro que ya van a ser compañeros de cordada para toda la vida. También ha sido un lujo conocer  las zonas de escalada, por ejemplo en Leiva casi no había escalado (sólo una vía de Vº con alumnos) y El Chorro ni lo conocía. Esta actividad te permite en pocos días conocer muy a fondo las zonas. Además he podido aprender sobre mí, conocerme más y ver lo que soy capaz de hacer. Por ejemplo este verano estuve en Los Alpes, hicimos una repetición de la Directa americana al Petit Dru, y antes de enfrentarme ella pensaba “yo ya he escalado 2.000 metros en el día”, lo que me ayudó a ganar confianza en mí mismo. Agradezco a la federación el haberme dado esta oportunidad.
Profesionalmente también te dedicas a la montaña, ¿no?
Sí, a los 18 años ya me había sacado el título de técnico de escalada (TD2) y desde entonces trabajo en un rocódromo, dando cursos y también guiando a gente en montaña, esto último es lo que más me gusta. También tengo la titulación de guía de barrancos y tengo intención de seguir formándome para hacer el grado superior (TD2 y TD3) y ser guía de Alta Montaña.

domingo, 9 de octubre de 2016

Mi historia con el Naranjo, volviendo a nacer.

Mi historia en el naranjo se remonta cuatro años atrás… cuando no mucho más joven pero sí infinitamente menos experimentado Cristian y yo nos propusimos escalar en el Naranjo de Bulnes. 
Un tal 4 de Diciembre de 2011. (Recién cumplidos los 16 años vamos al Yelmo como regalo de cumpleaños) Cristian García y Javi Guzmán
Para mi gran amigo Cristian y para mí, era una importantísima época de descubrimiento personal que dejaría una huella muy profunda para el resto de nuestra vida. Simplemente descubrimos la aventura: viajamos por toda la península, escalando distintas montañas, pasando días en la naturaleza, despertando con la luz del amanecer, acostándonos con la puesta de sol, observando las estrellas desde zonas alejadas de los ruidos y contaminaciones, pasábamos miedo, hambre, nos agotábamos dando todas nuestras fuerzas por algo estúpido e incomprensible, y cuando volvíamos allí abajo lo valorábamos todo 100 veces más. Tuvimos reflexiones profundas, este nuevo modo de usar el tiempo determinó nuestro carácter, nos sugirió un excitante rumbo de vida a seguir. Dependíamos uno del otro, nadie lo entendía, podíamos pasar horas pedaleando con una bici sin marchas y con la mochila cargada de material y víveres bajo la lluvia por los puertos de montaña sin comer ni beber con el único fin de llegar a Peñalara antes de que oscureciera.

En alguna parte de nosotros se forjaba una ilusión por un estilo de vida muy diferente al que el resto de nuestros amigos se encaminaban. Éramos los raros, -(¿para qué quieres una cuerda por navidad?, pareces tonto), pero más que a la tontería, nuestra obsesiva actividad nos llevaría a esclarecer nuestras ideas, dilatar la mente, centrarnos en lo que queríamos, aprender a escuchar al corazón y demostrarnos continuamente que las cosas imposibles no existen. Descubrimos una pasión, nos descubrimos a nosotros mismos y tuvimos el valor de proyectarnos y tirar hacia delante con todo aquello en lo que creíamos.
Estábamos muy motivados con un viaje a Calpe que nos había salido muy bien, llegando a escalar unas 5 vías en el imponente Peñón de Ifach. Entre ellas Costa Blanca, que nos supuso un gran reto psicológico. Teniendo en cuenta que apenas teníamos 16 años y solamente un año y pico de experiencia en escalada todo esto para nosotros fue una gran superación, progresar por esta pared, encadenando los largos nosotros solos en una aventura que se extendió a lo largo de diez días con unos macutos enormes y 20 euros cada uno.
Dado esto nos vimos de una forma ingenua preparados para escalar el Naranjo de Bulnes tirando de nuestras destrezas y conocimientos poco madurados.
Con mucha ilusión llegamos a Picos de Europa. Aquello era increíble: escarpadas montañas de roca por todas partes, profundos y extensos desfiladeros de vértigo, ríos rebosantes de vida entre verdes y frondosos paisajes… era nuestra nueva zona de juego.
Después de dormir una noche en Sotres, concibiendo donde estábamos y para que habíamos venido, llegó el día de la aproximación.
Tal día 14 de Julio de 2012 cargamos nuestras mochilas con material de vivac, de escalada y víveres para ser autosuficientes durante 5 días.
Cuando llegamos a pies del Naranjo aquello nos pareció sobredimensionado, ¡500 metros verticales y libres al vacío!, veíamos a la gente diminuta escalando en mitad de pared y nos resultaba verdaderamente impresionante. Aun así no nos dejamos asustar mucho, teníamos confianza en nosotros mismos. Nuestro objetivo del viaje era escalar la cara oeste por la mítica Rabada Navarro, Algo que con el tiempo me daría cuenta de que sería demasiado ambicioso para nosotros en aquel momento.
Cerca de las 18:00 de la tarde terminamos de montar el vivac y decidimos meternos en la vía Sagitario para saciar nuestra ansia de escalada. Miramos unos croquis de forma rápida y fuimos a pié de vía. Decidimos y mejor dicho decidí que yo escalaría el primer largo. Me coloqué el material y comencé a subir embarcándome ya desde el comienzo de la vía. Nuestro amigo Juanjo me tenía que recordar que protegiera los pasos metiendo friends de vez en cuando (algo en lo que carecía de experiencia por completo), eran los primeros friends que metía y encima fue en roca caliza descompuesta. Cuando llevaba unos 25 metros escalados visualicé la reunión a unos 5 metros a la derecha. Algo sospeche de que me habría equivocado con el trazado escalado de la ruta cuando de repente me vi en un muro vertical con cantos muy pequeños en el que me había quedado vendido tanto para terminar de subir como para destrepar. La reunión me decía –un poco más, ya lo tienes. Y el sentido común me preguntaba -¿Pero qué estás haciendo?.  En un desesperado movimiento dinámico para tratar terminar con el mal trago, el canto al que me agarré se rompió, y pude ver mientras caía cómo el primer alien amarillo era arrancado de cuajo de la pared, y así uno tras otro sin notar más que el ruido de mis golpes y el material, dando volteretas y precipitándome a una espantosa velocidad cada vez mayor a lo largo de unos 20 metros, esperando que al llegar abajo lo vería todo negro.
Pude distinguir entre los sonidos el estallido de una cuerda. Algo tiró de mí de forma brutal hacia arriba. De repente me vi colgado de la última oportunidad que tuve antes de estamparme contra el suelo, con las cuerdas enrolladas alrededor de mi torso, piernas y cuello. Cristian estaba en el suelo caido boca arriba, quejándose del golpe que se había dado de espaldas de lleno contra en suelo, pero aun así sujetando como un titán la cuerda que me salvo la vida. Nuestro amigo Juanjo subió corriendo haciendo una trepada de unos 7 metros para acceder a mí y desenrollarme las cuerdas. A su vez le dije a Cristian que me bajase. Increiblemente en un mínimo movimiento por descolgarme se soltó el último seguro y me caí de cabeza los últimos 7 metros. ¿Cómo algo que para un factor tan brutal puede ser a su vez tan frágil como para soltarse con tan insignificante movimiento? Esto me hico caer en la cuenta de la grandísima suerte que había tenido y de la presencia de mis ángeles durante mis escaladas. Un hombre pocas semanas antes que yo, tuvo la misma caída y se hizo pedazos.
Durante esta segunda caída Juanjo se abrasó la mano sujetando la cuerda en un inútil intento por frenarme. Me hallaba boca abajo jadeando, haciendo alarmantes esfuerzos por respirar, llegué a asustarme por la posibilidad de haberme perforado un pulmón. Cayó una piedra y rodaba apuntando a mi cabeza, salte confuso fuerte hacia un lado. Parecía que me iba a caer colina abajo y Cristian se abalanzó sobre mí para prevenirlo gritándome – ¡tranquilo, tranquilo!
Desde el refugio vieron la caída, creyeron que posiblemente me había matado. Subió el guarda corriendo. En un momento se montó una cooperativa entre escaladores de alrededor, gente que vino a ayudar y bomberos. Yo rechazaba un rescate por miedo a que me lo cobrasen, pero me quitaron la idea rápidamente de la cabeza. El médico decía que podría haber sufrido daños en la espalda y tobillos entre otras cosas que no me quiso contar (que hablaba fuera de mi presencia con Juanjo), a Cristian le dijeron que podría tener el pié roto. El helicóptero a causa de las nieblas y la noche desistió y me bajaron en camilla al refugio. A Cristian le bajó un bombero a la espalda. Nos metieron en una habitación, nos subieron un caldo calentito y pasamos la noche. Los bomberos me hicieron dormir encima de una tabla dura hasta que a las 24:00 la tiré al suelo y me acosté en el colchón. Cristian gritaba en sueños: -¡¡socorro, pilla, me voy, me voy, me voy!!, hasta que se despertaba sonámbulo preguntándome aterrorizado que donde estábamos. Le decía que se durmiera y él me hacía caso.
Demasiada tensión para mí… yo ya no podía más. Me levanté y salí de la habitación, me senté en las escaleras y rompí a llorar. Hubo una mujer que me escucho y vino a consolarme. Pronto se nos juntó otro hombre y me hablaron de experiencias parecidas que habían tenido, que no por ello dejaron de escalar (que era lo que más me asustaba a mí), y que lo importante era no olvidarse para no cometer más los mismos fallos. Volví a la cama más tranquilo y pude dormir.
A la mañana siguiente, un excitante vuelo en helicóptero nos llevó al hospital. Allí nos hicieron pruebas, los médicos se impresionaron cuando vieron que de una forma increíble no me había hecho absolutamente nada, pero a Cristian le tuvieron que ingresar por una posible fisura en la última vértebra. Nos pidieron el teléfono de nuestros padres. Nos hicimos los locos hasta que a Cristian le dieron los resultados y vimos que todo estaba bien, entonces nos escapamos sin dar oportunidad a los médicos de que se pusieran en contacto con nuestros padres. Historia de la cual no se enteraron hasta el buen día que se la quisimos contar.
La montaña nos había aleccionado: No corráis tanto, aprender a usar el material antes de meteros en vías comprometidas, tenéis que saber interpretar los croquis, las rutas, tomar buenas referencias para no embarcaros…
Se me llegó a pasar por la cabeza el no volver a escalar por el susto de muerte que me había llevado. Pero la pasión es fuerte, el veneno ha llegado al corazón y la motivación arrastra todo lo demás. A los tres días siguientes, magullados y llenos de heridas pero con muchas ganas nos fuimos a escalar una vía clásica al Torozo, Sierra de Gredos. No hay nada que hacer… he gastado una vida, y he aprendido una gran lección. Tengo que formarme bien, ser más inteligente y aprender mucho de la montaña. De este modo me quise hacer guía de escalada. Nació mi vocación.

28 de Agosto del 2016:
En apenas cuatro años han pasado muchísimas cosas. Venimos mucho más aprendidos, pero seguimos siendo los mismos niños ilusionados con la montaña.

Llegó el momento, hemos podido coincidir y aquí estamos.
Algo más de 23 kilos cada uno es todo lo que necesitamos para pasar en el Naranjo los próximos 4 días…
Vamos muy motivados. En apenas una hora y cuarenta y pico minutos llegamos al refugio. No habíamos madrugado demasiado que se diga. Montamos el campamento base y nos ponemos a mirar croquis.
-Para lo que nos queda de luz, la vía Sagitario sería una buena opción ¿no? –Si, vamos para allá,-Cristian, ¿esta situación no te suena de algo?,-jaja si tío… estoy acojonado, trátame bien.-Jajaja… ¡vamos!
-¿Te vas a dar tú el primer largo?,-Si, es algo que tengo que hacer…
De modo que a las 13:30 comienzo a dar muerte a mis demonios.
Con calma y una buena lectura de la vía comienzo a escalar, esta vez un poco más a la derecha que hace cuatro años. Veo un parabolt alto a la derecha. –Pero… ¿cómo no lo pude ver aquella vez?, lo chapo y veo desde donde me caí. –Madre mía… menudo milagro, no sé cómo no me maté.
Enfrentándome a mis demonios en el primer largo de la Sagitario, (Me caí desde algo más arriba)
Cristian, al subir de segundo lo corrobora. -Menuda caída que tuviste.
Turnándonos largo a largo disfrutamos de la vía y su ambiente. Ha pasado mucho tiempo hasta que hemos podido escalar juntos aquí, en la oeste del Naranjo. Escalamos sin presiones, con mucha calma, dejándonos fluir como si de nuestra última escalada se tratara, saboreando cada canto, cada movimiento. Qué pasada es estar vivo y poder hacer esto.

Estupendo, casi he cerrado por completo un capítulo de mi vida. Vámonos a la tienda y mañana más…

29 de Agosto del 2016:
Comenzamos el día sin muchas ambiciones. A mí me chillan los pies de dolor por las congelaciones sufridas en el Dru y encuentro en esto algo muy limitante, y Cristian lleva mucho tiempo sin escalar en tapia y quiere empezar progresivo.
Llegamos por la mañana a pies de la cepeda, en la cara Este. Comienzo a escalar. Y con 30 metros estirados de cuerda sale Cristian en ensamble. Vaya gozada de escalada. Que dinámico todo, que fluidez. Me viene de perlas escalar así de rápido para no tener que soportar demasiado tiempo los pies de gato.
En apenas 1h 20´ terminamos la vía. Nos sabe a poco, por supuesto. De modo que nos metemos a escalar la Pidal Cainejo a vista y en ensamble. Le conseguimos sacar sus 450 metros en 1h 50´. Está estupendo, ya hemos hecho dos vías y apenas llevamos algo más de 4 horitas de actividad.
En ensamble en la Cepeda



En ensamble en la Pidal Cainejo

En ensamble en la Sur
A Cristian le molo esta forma de escalar y se dio de primero la sur clásica en ensamble en apenas algo más de 30´para terminar el día.
No ha estado nada mal para una toma de contacto. –Vamos a cenar y mañana a por la Rabada.
Mira que madrugamos pero ya hay frontales en nuestra vía soñada de la Oeste. Por muchos motivos es un riesgo meterse detrás de una cordada. Nos acercamos a pié de vía y vemos otra más comenzando el primer lago. Se colgaban de todos los seguros, a esta velocidad tendríamos un problema si nos metemos detrás… decidido. A la Murciana.
Despacito y con buena letra nos metemos por la Murciana. Muy buenos los 2 primeros largos. El tercero me lo intento dar en libre como puedo pero tiene unos pasos terroríficamente duros. Lo dejaré para otro momento, y sin perder más el tiempo sigo para arriba tirando de todo.

Menudo ambientazo que tiene esta vía. Es increíble. No nos arrepentimos en absoluto de haber subido por aquí.

Llegado a un punto, el trazado de la vía es algo menos evidente, pero tirando de sentido común y croquis no tenemos problemas para orientarnos. La roca es excelente, da una seguridad tremenda.
Una vez llegamos al cruce con la Rabada deja de tener tantos seguros fijos y la aventura se acentúa un poquito más…
Completamos la ruta en un tranquilo horario de 8h 45´.

Este viaje se nos ha dado igualito al último –jajaja…
Deseosos de volver a por nuestra Rabada Navarro pasamos una última noche antes de regresar a casa.
Mis ansias de escalar no se sacian. Necesito subir por la Rabada. No me la quito de la cabeza desde el fin de semana. La temporada buena se va a pasar, y Cristian me dice que el siguiente fin de semana seguramente no pueda venirse conmigo, de modo que comienzo a maquinar como hacerlo, llegándome a plantear un solitario.
Una esperanzadora llamada me llega al móvil. Era Enrique Cinos. Le hablo de mis pensamientos y dilemas, y él rápido me da una solución. Me acompaña y no le importa que me dé todos los largos de primero. ¡Estupendo!

11 de Septiembre del 2016:
Hemos pasado la noche en el refugio para ahorrar peso y logística. Esta vez no me arriesgo por nada. A las 5:30 de la noche despierto a Quique, que teniéndolo todo preparado salimos ipso facto pedrera arriba. Llegamos a pié de vía los primeros y nos tomamos el desayuno tranquilos.
La verdad es que me fastidiaría bastante que viniese una cordada ahora y tuviéramos que comenzar la vía a oscuras. Como escalador de la libertad que soy, no me gusta colgarme de los seguros ni caerme, y liberar un 6c+ de noche implica el riesgo de tener que progresar así.
Podemos observar como las estrellas se borran del cielo y la claridad del día nos permite ver el itinerario. Llegó la hora de cerrar por completo este capítulo, de sacarme la astillita de la forma más elegante y disfrutona posible, ¡a escalar!
Subo por el primer largo empalmando dos… no me parece tan duro como reseña el croquis. De hecho casi tengo que apretar más en el paso de 6a+ que en el 6c+. Ni me entero. Que gusto da pasar por aquí con tantas escaladas ya a las espaldas. Continúo el diedro y nos plantamos en lo alto de la pluma en un momento. 

Todo parece asequible. Después de un pequeño y frecuentado embarque llegamos a la famosa travesía, la cual se escala igual de primero que de segundo por lo que ofrecí a Quique este lago con la única condición de que hiciese todo lo que estuviera en sus manos por encadenarla. Y así fue.
Se la curró, dudó, siguió, volvió a dudar, se la jugó y lo solucionó. Dio gusto ver como tiraba de capacidad de lucha. Cuando pasé yo por allí flipé un poco, me pareció que podría ser 6b+ perfectamente. Continuamos por el rapel y sin contratiempos fluimos por aquel mar de roca hasta la cumbre en un horario de 9 horitas.
Javier Guzmán y Enrrique Cinos en la cima del Naranjo (Rabada Navarro 750m/6c+)
Todo un experienzote compartido con una grandísima persona.
Ahora me quedo tranquilo, ahora puedo pasar página, cerrar el capítulo y descansar del naranjo hasta la temporada siguiente.
Ooo…. Tal vez no.