martes, 20 de noviembre de 2018

Taghia, Atlas Marroquí

*5 de octubre del 2018:

Viernes, mi madre me deja en el aeropuerto, me voy de aventuras.
Allí nos juntamos gran parte del Equipo de Alpinismo Madrileño, es la última concentración y tenemos mucha ilusión por irnos al continente Africano. Yo en teoría ya no estoy en el equipo, cuando promocioné en el nacional no me dejaron mantener la plaza en el madrileño, pero me corresponde ir al viaje de fin de curso y me han invitado, lo agradezco mucho.

Volamos de Madrid a Marrakech. No sé cuánto tardamos, pero los entretenidos temas de conversación con los compañeros hacen que el tiempo de avión se me pase rápido.

Tras aterrizar, nos cuesta entendernos con la policía que da paso a coger las maletas para entrar al país. Pues el lugar al que vamos (Taghia) no les aparece en el mapa siquiera como una localización. Lo solucionamos finalmente diciendo que vamos al último punto habitado al que llega la carretera, el pueblo de antes.
Nos recoge nuestro chofer, llega media hora tarde. Trae una furgoneta grande adaptada con muchos asientos a modo de minibús. Vamos cargados de equipaje hasta los topes y las cosas nos entran justas.
Cuando nos saca al exterior del aeropuerto se nos comienza a abrir un mundo a otra cultura diferente. Nos sorprendía ver que se diera como algo común el ir tres o cuatro personas en una pequeña moto. Los vehículos por lo general son muy antiguos, casi obsoletos y parece que eso de la “ITV” allí no ha llegado, nadie lleva puesto el cinturón de seguridad y la mayoría de la gente va hablando tranquilamente por el móvil mientras conduce.
Vamos con las ventanillas bajadas, hace un calor agobiante. La primera parada la hacemos en un gran supermercado. Compramos todo lo que creemos que necesitaremos para comer entre horas una vez instalados en el poblado. La siguiente parada la hacemos en un pueblo grande, con aires de ciudad, queremos comprar tarjetas para tener cobertura e internet. Mientras unos se intentan entender con los de la tienda otros esperamos fuera en la calle. Vemos como los hombres se muestran cariño entre sí, andan con el brazo echado uno por encima del otro o incluso de la mano. Cuando te saludas con la gente se llevan la mano al corazón después de dártela, un gesto muy tierno. Nos gusta el ambiente lento y tranquilo. La gente camina sin prisa, se paran a charlar unos con otros.
De repente se escuchan rezos a volumen alto por unos altavoces procedentes de la mezquita, pero la ciudad sigue su curso normal. Hay lugares los cuales se paralizan y todo el mundo reza, pero no es el caso, parece que estamos en una zona muy tolerante y con diferentes costumbres. Cada uno va vestido de manera distinta, los hay que llevan chilaba y los hay que podrían ir vestidos a la moda de una ciudad europea cualquiera

En la siguiente parada que hacemos tras 5 horas pretendemos comer en un bar de carretera. Es tarde y no nos quieren poner de comer. Nuestro chofer negocia con el jefe y nos consigue una ensalada, tortilla y bebida, a un precio alto, pero nos hace falta, así que aceptamos. 
En un momento necesito ir al baño, al llegar veo un agujero en el suelo y un cubo de agua con un pequeño grifo al lado. Me acordé de que mi padre decía que los árabes comen con la mano derecha, así que uso la izquierda. A la salida de todos los baños hay otro grifo y jabón. Realmente me parece más higiénico y ecológico este método que usan aquí.
Se hace de noche, pero todavía quedan un par de horas por estos infinitos puertos llenos de curvas en mitad del desierto para llegar. Cuando por fin bajamos de la furgoneta nos reciben unos cuantos arrieros con sus burros, ellos se encargarán de nuestras mochilas.
Comenzamos a caminar en la noche por una pista tallada en una garganta. A tramos está derrumbada y la pista estrecha tanto que hay que pasar con cuidado de no caer al barranco de la derecha. El padre de mi amigo Rober ha venido, y nos quedamos un poco atrasados para ir a su ritmo, que para el escaso o nulo deporte que practica no está nada mal.
Tras dos horas llegamos a la gite Joseph. Nuestras habitaciones son cuartos diáfanos con una alfombra grande en el suelo y unos tres o cuatro colchones. Son las dos de la mañana y agotado me tiro en la cama con demasiada confianza, casi me parto la espalda. El colchón es gordo pero muy duro. Nos sorprendió que descansásemos tan bien todas las noches.

*5 de octubre del 2018:

Al día siguiente despertamos entre enormes y verticales montañas calizas. En a penas 24 horas era como si hubiéramos pasado de estar en nuestro cómodo y desarrollado país a despertarnos metidos en la pura edad media.
La gente aquí sobrevive con muy poco, llevando un duro estilo estilo de vida auto suficiente. 
 



Para este primer día, pensamos en una escalda fácil y cercana la gite, ya que no habíamos madrugado nada.
Rober y yo fuimos a la pared de Des Sources, y nos metimos en la primera vía que vimos que no tuviera ninguna cordada por encima.
Escalamos la “le reve daïcha 255m, 6a+”, que resultó ser la vía más fácil de Taghia, y pudimos comprobar el carácter de seguros alejados y pasos obligados que dan fama al lugar, aun siendo lo más fácil.




Aquel día por la tarde fuimos a la misma pared a hacer una vía que nos habían recomendado y que pudimos ojear durante nuestra escalada anterior.
“Zebda 260m, 7b+”. Zebda es una palabra árabe que significa mantequilla, y no sé si tiene alguna relación con la vía, pero esta patinaba. El primer seguro estaba bien alto. Comencé a subir, Rober me estaba portando. Me quedaba poco para llegar a la primera chapa cuando de repente perdí simultáneamente manos y pies de un resbalón. Rober justo había mirado al suelo, y al escuchar mi grito de aviso volvió la mirada hacia arriba y no pudo reaccionar. Mi culo aterrizó en su cara y caí con él al suelo. Cuando miré para atrás tenía las manos agarrándose la nariz –casi me rompo la nariz, me dijo. Yo no pude aguantarme la risa y al rato él también se reía conmigo. Otras veces toca reírse de mí. Le dolía un poco el cuello pero enseguida se dejó de quejar. Yo no me hice daño y se lo agradecí.
El primer largo era 7b+, y me caí arriba. Casi lo saco a vista. Bajé al suelo y al segundo pegue la encadené con cero complicaciones. Rober, escalando de segundo y con la mochila llego bastante alto y cayó agotado en los últimos pasos. Cuando llegó conmigo a la reunión, el cielo comenzó a tronar y las primeras gotas cayeron. Decidimos bajar e ir a pasar el resto de la tarde tranquilamente en la gite con los colegas.

*7 de octubre del 2018:

Al día siguiente volvimos a la misma vía. Rober escaló el primer largo, cerca de encadenarlo cayó y de dio rabia. No quiso volver a intentarlo, recogió cuerda y tiré para arriba.


Para los siguientes largos me vi apretando más de lo que esperaba. No había nada de magnesio, lo que convertía la escalada en un ir a vista cien por cien. Había que descubrir todos y cada uno de los movimientos, a veces navegabas hacia el lado erróneo teniendo que deshacer los movimientos para encontrar el camino adecuado. Los seguros estaban en ocasiones considerablemente alejados, y quitaban las ganas de caer. Poco a poco fui enlazando las secuencias y encadené todos y cada uno de los movimientos.

En la zona de arriba comprendí aquello de lo que tanto hablan en cuanto a la calidad de la roca. Pues es porosa, dura y bastante agresiva para la piel. Es como un coral, en ocasiones con el tacto propio de un cuchillo afilado, y puede desgarrar la piel rápidamente en el caso de no escalar de un modo eficiente.

El día siguiente lo empleamos de descanso, pero por la tarde volvimos al primer largo de esta vía para que Rober lo encadenase. Y así fue.
*9 de octubre del 2018:
Hoy vamos a hacer una de las clásicas “Baraka 700m, 7b”

A un buen ritmo se llega en una horita y media al comienzo de la vía. En esta aproximación se pasa por la famosa ferrata Bereber.


Al menos tenía un cablecito puesto con nudos para asegurarse.
Nos habían dicho mal la orientación de la pared, y prácticamente desde el primer largo nos estaba entrando ya el sol.
Roberto Muñoz en el largo de 6c de la vía Baraka. Taghia
La vía resultó ser muy guapa y exigente. En ocasiones con una difícil lectura de los movimientos, como es típico aquí. La roca era excelente, pero el sol nos mellaba las fuerzas y los pensamientos.
En algo más de 5 horas estábamos en la cumbre.
llegando a la cima del Oujdad
En la cima del Oujdad


También nos pintaron la bajada mucho más evidente de lo que realmente era, y el rapel ni lo encontramos. Todos los días cada cordada llevaba un walkie para comunicarse con el resto de compañeros. En el caso de que ocurriera algo debíamos de apañarnos entre nosotros. Lo más parecido a un helicóptero de rescate que se podría dar aquí era un burro.
Por lo general a la tarde se formaban tormentas, a veces muy fuertes aunque no llegamos a pillar ninguna seria en todo el tiempo que estuvimos allí, eso complicaría mucho la bajada.
Sin saber por qué, nos habíamos quedado sin batería en el walkie para poder preguntar sobre la bajada, y tuvimos que destrepar con cuidado la montaña entera por la vertiente este para luego coger la empinada canal de bajada hasta el pueblo.

*10 de octubre del 2018:

A la mañana me levanté con dolor de cabeza, tenía insolación por todo el sol que habíamos chupado durante la escalada en la Baraka y necesitaba pasar el día reposando. No quedaban muchos días y me fastidiaba perder uno. Yo funciono muy bien con bajas temperaturas, soy realmente caluroso y genero calor con gran facilidad, pero el calor me destruye.
Pasé la tarde en la terraza de la gite, sentado en una silla y con los pies en alto y leyendo mi libro de Dawn Wall, escrito por tommy Caldwell. Trata sobre la historia de la vía de escalada más dura del mundo.
Al llegar la noche, las estrellas inundan el cielo de una manera bestial, la silueta de las montañas queda perfilada creando un ambiente profundamente inspirador.

 *11 de octubre del 2018:

El objetivo de equipo para esta concentración era abrir entre todos una vía equipada de varios largos. Llevan días subiendo oleadas de tres, y hoy nos toca abrir a Gabo y a mí los dos últimos.
Aproximamos una hora y llegamos al pié de vía. Jumareamos 200 metros de cuerda fija con el material necesario, nos anclamos a la última reunión alcanzada, Gabo me asegura y comienzo a abrir. En menos de una hora había abierto 60 metros en los que solamente había instalado 5 paraboles, uno por cada 12 metros. Nos habían dejado que cada uno abriese con la ética que quisiera, pero que luego el largo tenía que quedar bien equipado y cosido a seguros. De modo que después le di un repaso al largo durante el rapel para colocar mas seguros, habíamos puesto unas normas en común y hay que respetarlas.
Gabo, escalando dos chapas más hizo cumbre.
Croquis de Entre dos aguas
En honor a Paco de Lucía llamamos a la vía entre dos aguas. Y así dejar un nombre hispano en el atlas. La llamamos así porque esta línea abierta en equipo y con mucho amor, discurre entre dos cascadas por las que cae agua en invierno. Su música sonaba por la noche durante las charlas después de cenar sopa y tajín.

Al bajar observé una cueva bastante interesante para abrir una ruta dura de deportiva.
Aquella tarde planeé con Rober lo que sería la incursión más dura de la concentración. Una vía de 500 metros y 7b+ en estilo de auto protección, pocas veces escalada entera en el día. Preparamos con ilusión las mochilas y nos acostamos.

*12 de octubre del 2018:

El despertador sonó a las 4:30 de la madrugada. Rober se encontraba mal, no tenía bien el estómago y no había dormido en toda la noche. Si un tipo duro como Rober no lo ve claro para ir a la vía es porque realmente no debemos ir. De modo que nos volvemos a acostar hasta la salida del sol. Durante el viaje se fue turnando la gente con los problemas de barriga. Yo por suerte tengo el estómago de acero.
Por la mañana no me quedó otra opción que convencer a Talo para que me ayudase a equipar la cueva que había visto el día anterior, ya que necesitaba un plan de emergencia.
Javi guzmán abriendo la vía Aladín 8a+? en Taghia, Marruecos
Me armé de ganchos, friends y lazos para hacer puentes de roca y abrí una vía de puro techo con final desplomado y salida en placa técnica.
Nunca había recomendado una vía abierta por mí hasta ese día. El resto de la tarde y el día siguiente los pasé intentando liberar la línea. Pero el cansancio acumulado del viaje, el desgaste de piel, y la justa nutrición durante 10 días, tiraban en mi contra. Además de que la vía parecía ser bien dura.

Javi Guzmán en el reposo de su vía Aladín 8a+?

La llamé Aladín, y rondará entorno al 8a+?
De roca excepcional y movimiento fanáticos. Una lástima no haberla podido encadenar. Pero eso la convierte en una de mis cuentas pendientes y por lo tanto un motivo más para volver…

De todos los viajes que he echo este año, el de Taghia es el que más seguro estoy de repetir para el año que viene. Me ha parecido un lugar increíble, lleno de gente auténtica y además barato. Con un clima aceptable siempre que no te tomes un día entero al sol. Aquí hay mucho más por descubrir de lo que se conoce. Además no me dio tiempo a hacer ni la mitad de las cosas que me hubieran gustado. Así que por eso y por un sin fin más de motivos, repetiré este viaje sin dudar en cuanto salga la oportunidad.

viernes, 21 de septiembre de 2018

Primera repetición en libre y encadenamiento en el día de Revelación (7b, 500m)"Oeste del Naranjo"


*3 de Septiembre del 2018:

Suena el despertador del móvil, es lunes 3, lo que significa que ha llegado el día de juntarse con los titanes del Equipo Nacional. Esta vez nuestro destino se encuentra en Picos de Europa. Que ganas de apretar un poco…
Preparo las maletas con calma, tratando de no olvidarme de nada, cada cosa que guardo en el petate lo hago imaginando que uso le daré estos días y lo vital que podría ser. En la última concentración que tuvimos de escalada en roca me dejé los pies de gato en la mochila con la que había escalado el día de antes, por suerte pude probar la amplia gama de gatos de mis compañeros y todo se quedó en anécdota. Mejor que no vuelva a pasar.
Cerca de las 12 salgo conduciendo desde casa, por los altavoces suena ACDC. Sobre las 16:15 me junto con casi todo el equipo en Arenas de Cabrales. Ander tiene al caer los exámenes de bombero y no se ha podido permitir esta escapada a la auténtica realidad.
Saludo a mis compañeros con gran alegría de verlos, recordando nuestras últimas aventuras y pensando en las que están por venir.
Mikel me pregunta que si tengo alguna idea de con quién quiero hacer cordada. Sin pensarlo un segundo digo –¡Me gustaría ponerme con Nil!, ante mi seguridad Nil responde sorprendido –Conmigo?, -Sí, eres el único con el que no he hecho cordada aún.
Nos movemos todos en dos coches hasta Pandebano, Organizamos las mochilas y comenzamos la aproximación. Después de haber hecho este camino infinidad de veces con mis clientes en los últimos tres años, pude valorar el lujo que era poder ir en compañía pero a mi ritmo, un ritmo rápido y enérgico, con ansias por ver la montaña de cerca, que maravilla…
Me hace gracia vernos a todos uniformados y representando al Equipo Nacional. Me miro a mí y llevo el mismo uniforme que los demás. Estar aquí, hace 5 años tan solo era uno de mis más ambiciosos sueños, me hace pensar en la oportunidad que he conseguido y en que debo exprimir hasta la última gota de estas experiencias.

El Naranjo es una de esas montañas que cuanto más miras más curiosidades te crea. Jamás me cansaré de ella, y eso que llevaré cerca de 50 ascensiones que suman vías escaladas por todas sus caras.

Esta vez Nil y yo detenemos la mirada puesta en la cara Oeste. Más en concreto en la vía Revelación, la mítica vía por la que se consiguió alcanzar la primera cumbre por la vertiente oeste sin usar seguros expansivos. A cambio quedó una vía de grandes dificultades técnicas y alta exposición, con largos de artificial de hasta A3+/A4. En un primer instante, fue Galvez el aperturista original de esta exigente ruta, pero más tarde los Murcianos le pisaron la vía, arrancando así los expansivos que Galvez había colocado para realizar la ascensión de esta manera, un tanto más camicace.
Esta ruta apenas habrá tenido alguna repetición desde entonces, pero fue el año pasado, cuando dos de los deportistas de la promoción anterior del Equipo Nacional (Jesús Ibarz y Blin) se aventuraron a forzar la vía en libre. El primer día liberaron la primera mitad y llegaron al largo duro, donde pudieron meter un clavo nuevo para ensayar los movimientos con una exposición razonable para no jugársela a una caída demasiado peligrosa, ya que antes del clavo se chapan varios plomos que podrían saltar haciendo una temible cremallera.
Al día siguiente subieron hasta aquel punto por una vía más sencilla y ambos de primero encadenaron el largo difícil y el resto de la vía.
Yo, que en aquel momento justo estaba guiando a un cliente en la Rabada Navarro, les vi animándose y encadenando el largo duro. Solo de verlo me entraban escalofríos al pensar en aquella vía. El largo de artificial más expuesto coincidía con el más duro de escalada en libre, por lo que el reto parecía de magnitud.
………......

En el refugio no nos dan de cenar porque no llegamos a las 18:00, y por muy avisados que estuvieran de que íbamos a subir, entre los guardas impera la antipatía y nos tenemos que conformar con un bocadillo.
Nil y yo decidimos levantarnos a las 6:30. Desayunamos y andamos pedrera arriba hasta llegar a la pared. Como primer largo, se suele hacer el común con la de “Soy un hombre nuevo”, pero vemos los antiguos buriles de la entrada original y para ella que vamos.
Como material llevamos para la vía: Dos juegos de Totem Cams, 4 tricams, un juego de fisureros y varias cintas extensibles y de bandolera.
La suerte elige a Nil para el primer largo (de grado desconocido) aunque se veía asequible. Nada más chapar el primer buril comienza a llover, Nil tiene que apoyar los pies en adherencias mojadas. Nos daría mucha rabia bajarnos y que en un rato parase y tuviéramos que volver a subir. Con grandes esfuerzos por no caerse en aquella placa mojada llega a chapar el segundo buril. –Nil, no merece la pena que te des una ostia porque la pared esté mojada. Abandona algo y bájate, que esperamos debajo del techo a que pare de llover. Nil no quiso abandonar material y se metió un buen destrepe. Cambiamos las cuerdas a la entrada normal, que está cosida con paraboles, estaba chispeando, pero con poca lluvia por aquí si nos atrevíamos. Nil sube en un momento y canta reunión. Parece que para de llover un poco, por si acaso parase del todo vamos a tirar para arriba.


Llego a la reunión y decidimos continuar. Ya me toca apretar. A este largo le dan 7a.


Al principio la fisura es fácil. Metro un friend. Progresivamente se va empinando el muro hasta que hay que hacer fuerza en los dedos para mantenerse en la pared. Chapo un clavo y luego un buril. -Qué has chapado?, dice Nil. –Un buril, -Y qué tal está?,- Bueno…, le respondí. Evidentemente tenía muchos años ese buril, pero seguro que aguantaba mejor que algunos clavos a los que me había chapado. Justo en ese momento me agarro a un canto que arrastra tras de sí un bloque del tamaño de un balón de futbol, y me voy con el para abajo. El bloque baja a toda velocidad dando vueltas en el aire hasta llegar al suelo y estallar, pero yo a penas bajo un par de metros y me paro suavemente con el dinamismo propio de una sola cuerda doble. Ya estoy colgando en el vacío y no me ha dado tiempo ni a pasar miedo.
Ambos nos reímos, y colgado aprovecho para sacar una foto de la situación.

Una caída de buena mañana te quita la tontería para el resto del día, así que perfecto. Me engancho a la pared, justo comienza lo difícil. Tras de mí dejo chapados clavos entre regulares y malos, además de unos pocos antiguos buriles, el largo no se intuye demasiado bien, pero con un par de apretones lo encadeno. Cuesta un poco leer la roca acostumbrado a marcas de magnesio…

Nil por detrás se pasea de segundo por el largo.



Le toca un 6a. Cuando subo de segundo por el tercer largo lo siento más difícil y expuesto de lo que aparentaba serlo viendo a Nil desde abajo.

Me toca de nuevo, en el croquis pone V+, y me río en el primer paso. Había un tramo de chimenea que estaba hecho una pura escombrera. Casi todo sonaba a hueco y sentía que en cualquier momento y sin aviso se me rompería un canto. Debajo tenía una repisa de la muerte con lo que me vi obligado a meter un seguro en cada metro que avanzaba. Cuando Nil llegó a la reunión le confesé no recordar la última vez que un V+ me había costado tanto tiempo y delicadeza. El siguiente largo ya era más sólido y nos dejaba encima de “la pluma”. Aquí, un pequeño tramito se comparte con la Rabada Navarro. Me toca y me doy el 6c. pasados los primeros metros no se veía ningún material en la pared y escalaba hacia la incertidumbre, intuyendo que fuera por donde yo estaba escalando y rezando para encontrar donde poner seguros. Por fin a lo lejos veo una chapita que me da una dirección que seguir. Este largo tiene buenos sartenazos pero Nil y yo coincidíamos en que más bien sería 6b+.





La reunión resultó delicada de montar.

A Nil le toca una travesía muy guapa.



Luego yo hago un largo muy fácil y a Nil le toca un V+ con el que volvemos a flipar. Era físico y difícil de leer. Tuvo que meterse un buen destrepe para recuperar el trazado correcto.

Nil pidió disculpas por la tardanza, pero yo corroboré la dificultad del largo.

Íbamos encadenando toda la vía, y ya nos juntamos en la reunión debajo del largo duro. Me tocaba a mí.
Veía como asomaban el culo de un puñado de plomos y me entraba la risa. Me puse todo el material, y con toda la serenidad posible comencé con aquel temible trocito del Naranjo.
Escalo unos 3 metros y los dos primeros plomos que me encuentro los chapo uno a cada cuerda. Al más sólido que vi, le puse una cinta disipadora con la idea de que pudiera servir de algo en caso de caída. Sigo escalando unos metros y diviso un clavo. 
Javi Guzmán en el largo duro de Revelación (7b, 500m), Primera repetición el libre


Aquí ya estoy apretando, busco los mejores pies y me tengo que conformar, algunos trocitos de roca de los que agarro se rompen y busco otros nuevos. Gano un poco más de altura y me doy cuenta de que del clavo baja un cordino, me veo a purado, miro hacia abajo y veo a Nil, separado por un par de plomos de mí. Me niego a pegarme el susto de mi vida y me agarro al cordino. Chapo el clavo y Nil me pilla. Blin debió de temblar mucho para meter este clavo.

Con la seguridad de la cuerda chapada en el clavo saco fácilmente la secuencia y me doy un buen aleje sobre pasos delicados hasta el siguiente clavo. Lo agarro también, y tras chapar la cuerda pruebo la secuencia. Seguí escalando y sin darme cuenta me salté la reunión, con lo que quedo un increíble y guapísimo largo de más metros. Llego a la reunión y Nil me descuelga, tiramos las cuerdas para que el pudiera también probar el largo de primero. Imitó mi jugada, puso alguna cleca, y como le aseguré que el resto salía bien le descolgué desde la mitad del largo. Al siguiente pegue se lo encadenó. La alegría fue para los dos.
A él no le importó que le descolgase para que yo también pudiera saborear aquel encadene. Me metí por segunda vez y bajo los tranquilos ánimos de Nil, pude disfrutar de la escalada libre y de la exposición en un largo ya conocido. A los dos nos pareció más fácil de lo que ponía en croquis y le dimos de 7b.


De los más de 150m siguientes, muchos de estos los escalamos en ensamble para ganar tiempo, ya que llegaríamos muy justitos a la cena del refugio, y bastante habíamos tenido ya con no poder cenar una vez.

Pese que a primera hora una lluvias nos hubieran intentado intimidar, el día resultó quedarse estupendo y la aventura nos había salido a la perfección, pudiendo realizar así la primera repetición en libre de Revelación. Claramente el éxito queda reservado para los que arriesgan!

Croquis de la vía

viernes, 14 de septiembre de 2018

Apertura de Nuevo Amanecer (7b?,125m)


Me encuentro con Vicky escalando en la vía “La Conjetura de los Fatos (6a+,260m)” Al Fresnidiello. Una vía con roca de excelente calidad, con los seguros entre alejados y muy alejados en los primeros largos. Luego se ven paraboles y reuniones en diferentes lugares que pueden inducir a error y sería fácil salirse de la vía.


Desde aquí diviso de nuevo una pared que me llama. La veo a la izquierda. Cada vez que escalo el Fresnidiello me he fijado en aquel muro aparentemente desplomado y a la sombra. Veo una fisura tenue y diagonal que recorre la pared de izquierda a derecha y pienso que por aquella línea tan lógica ha tenido que subir alguien.
Tras comentarlo con Vicky decidimos abrir aquella vía si es que realmente se encuentra virgen.
Vicky tiene trabajo guiando unos días por la zona, mientras yo aprovecho para bajar a Madrid a por material para abrir.

*14 de Agosto del 2018:

Resulta que la pared tiene orientación Este, por lo que comenzamos a escalar a las 14:40.

Vicky se prepara para abrir el primer largo. Es una placa técnica, y consigue progresar auto protegiéndose con unos friends. Tras 15 metros, la placa pasa a convertirse en muro vertical. Se me han olvidado los ganchos en Madrid, lo que hace más arriesgado escalar en libre y a vista. Vicky se descuelga de dos piezas y me cede el turno. Yo recorro su placa y no me parece del todo fácil, llego al muro vertical y no consigo proteger tan bien como me gustaría, pero la roca aunque con algunos matojos es buena y tiro para arriba. Encuentro una fisura en la que puedo montar la primera reunión.
Mientras Vicky sube, yo voy izando la mochila llena de material. Y a la llegada de Vicky a la reunión instalamos un parabolt para darle solidez y marcar territorio.


Siguiente largo. Se ve espectacular y técnico. Comienzo a escalarlo. Es una travesía ligeramente ascendente y con una fisura en la cara que ofrece bastantes posibilidades de proteger.

Voy escalando la vía completamente en libre pero llega un momento en el que parece que toca un paso considerablemente difícil y sin posibilidades de protección. El último seguro no me queda muy lejos, pero parece que una vez hecho el paso tampoco lo voy a tener muy fácil. Así que decido poner un parabolt. Me gustaría que mis vías se repitieran y que para ello la gente no tenga que jugarse la vida.
Para lograr una posición cómoda, meto un clavo de mala manera al que me anclo con un ballestrinque a la cuerda y con un tótem metido en un agujero me chapo el cabo de anclaje y me doy tensión para meter el parabolt lo más a la derecha posible. Mientras recojo el cordino al que Vicky me ha enganchado el taladro suena un crujido y el friend salta. Hago un péndulo y me quedo del clavo que más tarde Vicky sacaría extrayendo de él hacia fuera con dos dedos. La suerte es muy importante en la montaña, y menos mal que a mí me abunda. Tras el sustito vuelvo a colocar todo en su sitio e instalo el parabolt.
El paso queda protegido a la perfección, pero pronto vuelvo a encontrarme en la misma situación, de modo que este largo de 45 metros acaba llevándose dos de nuestros paraboles.
Para la última travesía horizontal solo veo un agujerito con el que protegerme, y me entra un tótem negro. Con este me doy unos 5 metros de no perder la concentración hasta que para mi sorpresa llego a una reunión equipada. Tras fijarme bien en la pared, llego a la conclusión de que es una línea de rapel para las vías que ascienden por la otra vertiente.
Para cuando Vicky llega a la reunión ya eran las 19:00. De modo que escalé hasta meter otro parabolt que vi necesario y dejamos el resto para el día siguiente.


*15 de Agosto del 2018:
Al día siguiente ascendemos por cuerdas fijas hasta la “R2”.

En el siguiente largo a parte del parabolt metí un par de clavos y por un diedro llegué de nuevo a otra reunión equipada. Perfecto, eso que me ahorro.

Para el siguiente largo tuve que salir de la reunión haciendo unos pasos muy duros hacia derechas y encalomarme a un diedrito con una fisura ciega. Buscaba una posición cómoda desde la que arrancar matojos sin petarme demasiado en busca de algún huequecillo para protegerme. Conseguí meter un friend precario y puse dos paraboles. Tras poner el segundo valoré que la caída era buena y me atreví a darme unos 5 metros de placa técnica. Antes de esto tuve que acerar del parabolt para salir de aquella complicada sección que intuyo que rondará al menos el 7b.
 En la zona de arriba, con un friend 0.0 a tres metros bajo mis pies, tardé mucho rato en superar una sección en la que ningún canto me daba confianza para tirar con fuerza y donde una caída resultaría como poco muy mala. (Cuando rapelamos de la cumbre me detuve en esta sección para añadirle un parabolt mas)
Llegué a la última reunión (también ya equipada con argollas), y por encima seguía una hilera de chapas de una vía equipada que venía de la otra cara. Me fijé en que a la derecha se podía abrir una fisura para continuar por nuestra propia vía hasta la cumbre. Decidimos rapelar y dejarlo para otro viaje, pues ya era bastante tarde y teníamos otros planes.

Así quedo NUEVO AMANECER:
-4 largos, 125m de recorrido. 7b?, 6c obligado. (Toda expo)
Aún pendiente de abrir un último largo y de encadenarla toda!!
L1: 30m limpio 6a+?. R fisura para un camalot 1 y un bolt
L2: Travesía a derechas muy característica desde lejos. 35m. 6c+?. Un clavo naranja y dos bolt en todo el largo. Ideal un totem negro para los últimos 6 metros (es lo único que entra). R de dos argollas (coincide con línea de rapel)
L3: 25m 6c? 2 clavos universales. R de dos argollas (línea de rapel)
L4: 35m 7b? 3 bolt. R de dos argollas (línea de rapel)
Material: Juego completo de totem, el nº 3 de camalot y medianos repetidos. Cintas exprés
Abierta en dos tardes por Vicky Vega y Javi Guzman el 14 y 15 de agosto del 2018

Trataré de volver pronto este año para encadenar los largos y abrir el último.

*Aquel mismo mes:
También escalamos la famosa vía “El Frailecillo lolillo 7b, 400m”, ubicada en un precioso entorno y con una gran calidad de roca. Lo que no sabíamos es que la aproximación era horrorosa, apenas se ve el camino y la vegetación que más abunda son zarzas y ortigas, encima nos tocó la ola de calor y sufrimos bastante de deshidratación incluso siendo precavidos. ya solo por esta aproximación dejaría aquella vía sin recomendar.




 Unos días más tarde conocimos la Pared de Cabo Ogoño, un acantilado en la costa de País Vasco que nos habían recomendado. Y la verdad que no tiene desperdicio. Hicimos la vía más fácil y la más difícil de la zona que se libraba de las prohibidas por anidaciones.


Después pasamos por Hoz de Jaca.

Y por último Ordesa. Donde pudimos escalar la vía (Heroína 6b+ 400m).