jueves, 31 de enero de 2019

Escalada en Montsant


Como última concentración de este primer año con Equipo Nacional de Alpinismo, viajamos a una tierra de pequeñas paredes pero grandes aventuras. Un lugar cuyo renombre hace eco por el recio carácter y compromiso de sus vías de autoprotección, Montsant.
Tenemos la suerte de disponer de la casa que la familia de Nil tiene en Morera de Montsant, ubicada a unos pocos minutos andando de muchos pies de vía.


*13 de Noviembre del 2018:

En este primer día me junto con Nil para una primera toma de contacto en este estilo de escalada de autoprotección en agujeros.
Elegimos la vía “Plan B, 80m” en el Racó de misa.

Una vía con algún que otro parabolt y dificultades máximas de hasta 6c+, perfecta para iniciarse.
Pese a que el primer largo estuviera en algunos puntos peligrosamente descompuesto, la vía resultó poseer una considerable calidad en cuanto a movimientos, roca y opciones de autoprotección en los largos superiores.

Escalar aquí era un juego diferente, no había a penas posibilidad de anticipación para gestionar la protección y los movimientos, pues al ser las presas únicamente agujeros, no se podían ver hasta que asomabas la cara por encima de las manos, y esto hacía que los antebrazos se hincharan con facilidad mientras buscabas el siguiente agujero del que tirar. A su vez, se avanzaba sin saber qué friend podrías meter, lo que le daba un punto psicológico a la escalada.

Por muy buena que sea una vía, 80 metros saben a poco. Así que nos metimos en otra que había más a la izquierda, paralela a la que estaban haciendo Mikel Zabalza y Marc.
“Plan Omega 6c+, 80m”
Para lo pequeñas que son estas paredes, me veo acompañado por una continua sensación de escalada aérea.
El primer largo es el más comprometido. Discurre por una fisura limpia y con la parte más dura mojada. Lo resuelvo sin problemas, pero poniendo buena atención en la seguridad, pues por muy fáciles o pequeñas que puedan ser las vías, una caída puede ser igual de dolorosa que en una vía de mayor envergadura.
Javi Guzmán escalando en el racó de misa
Esta primera, fue una magnífica toma de contacto con la peculiar escuela de Montsant.
Los días son cortos en invierno, y ya no nos queda luz para mucho más, de modo que terminamos el día escalando algunas vías de deportiva de un largo en el racó de misa.

*14 de Noviembre del 2018:

Mis compañeros me hablan de “Ara o May 7b”, una bonita vía cuyo último largo abrieron Nil y Mikel hace no mucho tiempo.
Para el día de hoy hago cordada con el Jabalí de Ruben. Comenzamos la vía con un primer largo de paraboles, de una dificultad aproximada al 6b+, para seguir con un espectacular 6b de auto protección, continuar por otro peligroso 6b del mismo estilo, y plantarnos al comienzo de los largos duros.
El primero me toca a mí. Un 7a+ de desplome y resistencia cuyo patio y compromiso de protección no dejan indiferente. Tuve que luchar contra el miedo a meter friends en agujeritos con los brazos bien petados.
Cuando encontraba un buen agujero me veía en el dilema de tener que elegir entre usarlo como agarre para progresar, o sacar la mano para meter un friend y protegerme. Pero a su vez la vía, aunque con caídas más cortas, quedaba más dura. Una gestión curiosa la que se debe hacer para encontrar un equilibrio entre seguridad y eficiencia a la hora de escalar.


Mientras luchaba casi tembloroso una sección dura, de repente vi a mi derecha a Mikel Inoriza salir despedido hacia el vacío unos 7 metros. El miró hacia arriba, y contemplando el último seguro que le había soportado la caída dijo: -Pues han aguantado los plomos.
A mí, aquella recia actitud de escalada sin miedo a la muerte, me produjo una fuerte motivación para con mi vía. Sabía que los emplazamientos que protegían mis caídas eran mucho mejores que los de Mikel, y con una energía renovada y bajo los ánimos de Rubén terminé el largo como dios manda.
Rubén llega a mi altura y se enfrenta al siguiente largo, el 7b.
El tío se lo curra como mejor puede, pero no soporta el petamiento de sus antebrazos y en la sección final se tiene que colgar. Después le costó salir por arriba. Parecía duro.
Cuando yo comienzo a escalarlo de segundo, a la altura del tercer seguro, se me rompe el trocito de roca en el que estaba apoyando el pie y caigo al aire. Aprovecho para tomar reposo y continúo la escalada llegando al límite de mis fuerzas a la cumbre.

*16 de Noviembre del 2018:

Después de aprovechar las lluvias del día anterior para descansar haciendo prácticas de auto rescate, toca volver a la acción.
Esta vez me junto con Marc. Y nos metemos en una vía que anda pendiente de liberación.
El primer largo parecía más bien una escombrera de piedras sobrepuestas en forma de diedro. La dificultad residía en subir 40 metros sin arrancar un canto que pudiera provocar una fatal caída. Subo yo y luego Marc.
Le toca a él, y sale para el siguiente largo.
Pese a mis gritos de ánimo, el tío no tarda más de 4 movimientos en agarrarse al seguro en cuanto la cosa se pone apretada. Cuando subo yo de segundo, lucho el largo y lo encadeno con la cuerda por encima, me parece un sólido 7a+. Llego a una repisa y contemplo el siguiente largo. No parece nada fácil. Comienzo a escalarlo y ya tengo que resolver un duro bloque en la entrada.

Entre paraboles alejados puedo meter algún friend en condiciones. Tras un bonito diedro y una travesía llego a un bombo corto pero intenso. Desde abajo no se ve a penas canto para agarrar. Cada paso que lucho creo que será el último. Voy al límite e improvisando secuencias con lo que voy encontrando por el camino, y tras chapar el último seguro me tiro a suertes para atrapar un canto. Resultó ser malo y vuelo. Me recupero por lar cuerdas y termino el largo.
Marc sube a la reunión acerando como puede y se da el último largo que queda. Un poco mojado en algunos tramos. Recoge cuerda y lo encadeno de segundo. Será 7a. Ya estamos en la cumbre.
Comenzamos el descenso rapelando y llegamos al inicio del tercer largo. Como vamos bien de tiempo le pregunto a Marc que si no le importa asegurarme para ver si encadeno la vía entera. El cede sin problemas.
Le doy un pegue y vuelvo a caer en el mismo sitio. Me lo miro bien y bajo para darle otro, pero vuelvo a caer petado. Va a ser más difícil de lo que pensaba…
Descanso bien, me concentro, y le doy un último pegue a muerte. Llego a la sección más dura más petado que nunca, pero con una actitud mejorada. No permito que la falta de fuerzas me haga perder la técnica y consigo atrapar el último canto. Salgo del desplome y termino la placa técnica de llegada a la Reunión.

Gradúo la vía como 7b+ tras su completa liberación. Yo también me siento libre de bajar, por fin…
*17 de Noviembre del 2018:
Me he dejado lo mejor para lo último. Mikel, Nil y yo nos hemos motivado para subir a probar la vía “Ultimatum 8a”, una antigua vía de artificial con una dificultad de A3 que ha sido liberada recientemente por dos personas.
Comienzo yo escalando el primer largo de 6c parabolado. El siguiente es una joya de 50 metros limpios de 7a. Lo disfrutamos mucho y llegamos a la reunión que da comienzo al largo duro.
Nil es el primero en meterse. Escala con cuidado y detenimiento, observando las posibilidades de aseguramiento. Por lo general los tótems quedan a cañón, pero en esta vía precisamente, no conviene quitarse los agujeros buenos, ya que obligatoriamente los necesitamos para progresar.
Tras un puñado de vuelos consigue llegar a la reunión y le descolgamos. Bajo sus pies tiene 100 metros de vacío, y el desplome hace que esté separado otros 8 metros de nosotros. Le lanzamos un cabo y tiramos de él para traerlo a la reunión.
Hace frío y tratamos de ser ágiles en el cambio de encordamiento. Me ato a las cuerdas de 8,5 mm y me mentalizo (si es que es posible) para enfrentarme a mis miedos con este monstruo de vía.
Bajo el atento flash de mis compañeros voy ejecutando los movimientos del largo. Cada dos o tres seguros me cuelgo para recuperar fuerzas y mirar bien todos los posibles agarres.
En los pasos más duros siempre quedan los seguros entre uno y dos metros por debajo de los pies, y no son precisamente los seguros más sólidos que se puedan encontrar en una vía. En la mayoría de los casos eran tótems lo que nos protegía, en segundo mejor lugar había dos buriles y algún puente de roca en los más de treinta metros de tortura. Y por último lugar, también se encontraban unos 5 plomos repartidos, 2 de ellos estaban triangulados y protegían una de las secciones duras de la vía.
No me caigo ni una vez, y ejecuto los movimientos con relativa facilidad. Es un largo desplomado, con muchos pasos de bidedos y monodedos, a veces demasiado ridículos para tirar de ellos. Claramente lo difícil será unir los pasos, ya que lo que se requiere en este tercer largo es una potente resistencia  física y psicológica.
Llego muy contento a la reunión y mis compañeros me descuelgan.


Es el turno de Mikel. Él, la había probado el 8a dos días antes y se acordaba bastante bien de los movimientos. Le dio un muy buen pegue y se la dejó matizada. Después Nil volvió a subir metiéndose un par de caídas y volví a darle yo. Esta vez fui dándolo todo y mentalizado para afrontar una honorable caída en caso de no estar a la altura. Y así fue. En el último tercio del largo iba demasiado cansado y encima estaba colocado en una mala postura para atinarle a un último bidedo, lo fallé y me pegué un vuelazo bien dinamizado.
Marc había subido andando por detrás de la pared para descolgarse y tirarnos algunas fotos para las marcas. Por suerte todo esto quedó inmortalizado.
El ambiente que generaba la niebla y la profundidad de nuestros gritos en el eco, dotaban a la escalada de un fanatismo absoluto.



Por último Mikel subió una última vez por el largo, e iba escalando realmente bien. Una vez pasada la sección clave continuó escalando de una manera muy sólida el resto de secuencias. Nosotros desde abajo gritábamos celebrando lo que parecía ser evidente, pero en un último movimiento fácil arriba del todo, la humedad le jugó una mala pasada al traccionar del último bidedo, este se le escurrió, y cayó a plomo junto a todas nuestras ilusiones.
Por muy poco… pero ya era tarde y estábamos cansados de pasar el día colgados, matizando y dando pegues, de modo que nos despedimos de la vía con un –hasta pronto.
A veces una caída nos sirve mucho más para evolucionar que un encadenamiento.

Equipo Español de Alpinismo