martes, 10 de enero de 2012

Dura Expedición a Peñalara


*Día 7 de Enero del 2012 

Queríamos iniciar la temporada del 2012 con una buena ruta por la Sierra de Guadarrama hacia alguna cumbre congelada de las que veíamos desde Guadalix de la Sierra.  Así que no pensamos en otra mejor que Peñalara, la Montaña más alta de la comunidad de Madrid con 2.428 metros de altitud.
Salimos del pueblo alrededor de las 8:30 de la mañana con unas mochilas de unos 11 o 12 kilos a la espalda y con bicicletas de piñón fijo. Comenzamos a dar pedales desde Guadalix (800 metros) hacia Miraflores de la Sierra (900metros), donde llegamos acalorados tras haber recorrido  8 kilómetros de pequeña subida.
Nos cruzamos con un hombre que nos aconsejo dejar las bicis en un refugio que hay pasando el puerto de la Morcuera y que se mantiene abierto por un hombre que trabaja allí que nos podría aconsejar sobre el camino.
Empezamos el ascenso de Miraflores de la Sierra hacia el puerto de la Morcuera (1.800 metros), la subida se nos hizo bastante dura al llevar esa marcha fija y las pesadas mochilas cuesta arriba durante 9 kilómetros. Por fin alcanzamos el Puerto.



Desde allí pudimos contemplar lo que nos quedaba para llegar a la cumbre de la Montaña, y viendo el camino del que nos habló el hombre de Miraflores nos olvidamos del sitio entre árboles donde pensábamos dejar las bicis y marchamos cuesta abajo.
Enseguida, a casi un kilometro, encontramos el refugio y vimos que estaba cerrado por todas partes y que allí dentro no había nadie de modo que no pudimos dejar las bicis.
 Un poco mas abajo entramos en una pista que parecía dirigirse camino a nuestro destino, seguimos por la pista y un hombre nos dijo la desviación que debíamos tomar para no acabar en Rascafría y llegar los más directamente posible a nuestra montaña.Tomamos la desviación y llegamos a un monte libre sin caminos (era el sitio que buscábamos para empezar la marcha a pie) así que dejamos las bicis bien escondidas entre la montaña Asómate de Hoyos y Peñalara.


Empezamos a descender a pie por ese monte de subestimado tamaño, nos  adentramos en un denso bosque de pinos, pisando así ya el parque natural de Peñalara. Tras el descenso vimos 3 o 4 corzos que se cruzaban por delante corriendo sigilosos a unos 30 metros de nuestra posición. Al final de la bajada encontramos un río que debíamos cruzar, pero no encontramos un buen sitio y no nos podíamos arriesgar a mojarnos porque pasaríamos la noche allí, de modo que colocamos unos troncos entre orilla y orilla de manera segura para no caer al agua con el peso de las mochilas.

Inmediatamente después de cruzar el río encontramos un camino que era tan largo como bonito.
Una vez encontrado un buen terreno por el que andar y habiendo salido del bosque por el que se te hacían costosos y pesados los pasos, nuestra prioridad era llegar al Puerto de Cotos, ya que es la entrada para dar comienzo a la subida de la montaña. No podría decir bien cuantos kilómetros eran de recorrido pero el camino se nos hizo eterno.


Nos iban a dar las 6, y en invierno anochece solo algo más tarde, así que nos convenía apalancarnos ya en algún sitio y montar el campamento con tiempo y luz, de manera que avanzamos hacia lo alto, dirección Peñalara y encontramos un terreno aceptablemente llano para dormir y espacioso para estar cómodos. Limpiamos la zona y colocamos el corta-vientos. Las vistas del salvaje y verde bosque de más de 700Km cuadrados eran espectaculares desde nuestra zona de asentamiento. 

 Notábamos poco a poco como se iban dejando ver las estrellas de sobre nuestras cabezas mientras nos calentábamos y preparábamos la cena. Anocheció y cenamos mientras recordábamos rutas y cosas que nos habían pasado en la montaña entre otras historias. Se escuchaba el movimiento de las hojas de los árboles al rozarlas el viento y se oían los búhos a lo lejos, estábamos bien acogidos por el bosque y con el estómago lleno, nos fuimos al saco sobre las 10 de la noche.
Fue una buena noche y bastante calentita en nuestro refugio, no sentimos frío por la suerte de que justo ese día no había helado por la noche.

*Día 8 de Enero del 2012:

Nos despertamos a las 8 y desayunamos, después de esto recogimos todo y guardamos toda la basura en una bolsa. Alrededor de las 9:30 comenzamos la marcha hacia arriba en la que encontramos una carretera que llevaba al Puerto de Cotos y siguiéndola intentamos hacer autoestop pero ningún coche nos recogió así que  anduvimos  unos 6 kilómetros hasta llegar al puerto (1.800 metros)


Una vez en el Puerto, nos dirigimos al puesto de información donde nos dieron un mapa de rutas y otro de escaladas, nos dijéron que no descendiéramos por la cara norte de la montaña porque el hielo estaba peligroso y se había matado una persona, así que empezamos con el ataque final para coronar la cima de esa montaña que nunca habíamos intentado.
Subiendo se veía un inmenso paisaje y cerca nuestra caballos aparentemente salvajes.

El camino nos llevó hasta el pico Hermana Menor (2.271 metros) donde empezamos a entrar en el paisaje congelado dando los primeros pasos sobre la nieve.


Tras un resbaladizo trayecto pasamos Hermana Mayor (2.280 metros) y por fin a las 12 de la mañana llegamos a la cumbre (2.428 metros) contentos de haber conseguido de esta manera una montaña mas de nuestra lista. Las vistas desde allí eran increíbles.  


Al rato y después de haber tomado un aperitivo, comenzamos el resbaladizo  descenso hasta llegar rápidamente al puerto de cotos y marchar por la carretera haciendo autoestop sin éxito hasta llegar al kilómetro de la carretera por el que habíamos salido la misma mañana del bosque para repetir nuestros pasos en camino de vuelta, así que pasamos por delante del sitio en el que habíamos acampado camino abajo dentro del valle y encontramos de nuevo ese interminable camino, las mochilas ya pesaban  bastante menos pero llevábamos muchos kilómetros encima y nos empezamos a notar cansados, fuimos pasando por puntos de referencia que habíamos avistado para la vuelta, así que andábamos bien encaminados, pero el cansancio jugaba malas pasadas y no estábamos completamente seguros de ir bien, de modo que decidimos cruzar el rio y comenzar bosque arriba.
Se nos hizo duro y un poco desorientador pero llegamos a lo alto del monte ya con visibilidad de la zona y dejando Peñalara bien atrás, asique casi seguros de donde teníamos las bicis fuimos a recogerlas y no las encontramos, habíamos dejado hitos y señas a 5 metros de ellas pero todo el terreno era igual y no podíamos distinguir el sitio de las bicis del resto del paisaje. tratando de encontrarlas durante una hora, decidimos abandonarlas porque eran las 6 y empezaba a meterse el sol entre las montañas robándonos la luz, de modo que acabamos tan desorientados y agotados que no sabíamos con seguridad cual era el camino de vuelta. Nos dirigimos a un cortafuegos y lo seguimos, este pronto se cruzó con un camino con pinta de apuntar a la Morcuera asique andamos por el camino ya hambrientos sin cobertura en el móvil  y cada vez  con menos luz.

Pudimos ver la velocidad a la que salía la luna, y ya andábamos con frio y dolor de pies completamente de noche por ese camino en el que confiábamos…
Llegamos a un punto en el que vimos la desviación que habíamos tomado la mañana del día anterior antes de  abandonar las bicis así que nos alegramos de ir por buen camino y tras un puñado de kilómetros vemos a lo lejos el refugio y la cobertura apareció. Se notaba como el frio llegaba bruscamente y nos congelaba las manos. Nos tuvimos que poner toda la ropa que llevábamos para no pasar tanto frío.
Ya estábamos a un kilómetro del Puerto de la Morcuera pero sin las bicis no había mucho que hacer asique llamamos al padre de Cristian y nos tuvo que venir a recoger. Como a los 25 minutos de la llamada vimos como los faros del coche alumbraron toda la carretera y el coche se detenía ante nosotros. Al día siguiente, quedamos a las 2:20 de la tarde (despues del instituto) para subir a la Morcuera a recuperar las bicis y hacer el descenso de 18 kilómetros que nos habíamos perdido.
Al día siguiente, siguiendo los pasos que dimos dos días antes, llegamos hasta las bicis directamente, y en media hora desde la Morcuera, ya habíamos llegado a Guadalix, donde guardamos las mochilas y empezamos a hacer la cuenta atrás para ver que no depararía el siguiente fin de semana.

Por: Cristian García y Javier Guzmán



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