*Día 4 del 2
de 2012.
Por la noche
del día 3,después del entrenamiento de rugby, acabamos de decidir la salida que
tendría lugar al día siguiente.
En rutas que
habíamos recorrido por Peñalara, nos fijamos en unos corredores que se podrían
subir con nieve, así que decidimos escalar al pico por un corredor de la cara sur.
En las noticias dieron alerta naranja por vientos y con temperaturas muy bajas.
A las nueve
salimos del coche, en el que marcaba el termómetro 8 grados bajo cero.
Empezamos la marcha desde el Puerto de Cotos. Había bastantes coches y nos
pareció en ese momento que la gente estaría subiendo la montaña sin muchos
problemas.
Nos fijamos
los crampones y sin pensarlo dos veces empezamos a subir por el camino… el
viento soplaba a unos 30 kilómetros por hora, así que no le dimos mucha
importancia porque eso no es un problema.
A pocos
metros de la desviación que queríamos tomar, el cómodo camino protegido por
árboles se convirtió en una zona demasiado expuesta, la niebla no te dejaba ver mas allá de 30 metros, la montaña te soltaba ráfagas de viento de
hasta 90 kilómetros por hora y una sensación térmica menor de 12 grados bajo
cero invadía el ambiente. Ya nos encontrábamos superiores a los 2.000 metros. Una ráfaga de viento nos lanzó para atrás haciéndonos caer en el hielo, clavamos el piolet frenándonos en el momento. La odiosa ventisca nos machacaba la cara obligándonos a cerrar los ojos. Nos separamos unos metros para mantener
una distancia de seguridad en la que no nos pudiésemos lesionar con los
crampones entre nosotros. Intentamos avanzar luchando contra el feroz viento
durante un cuarto de hora en el que no conseguimos hacer otra cosa que acabar
en el suelo sin haber avanzado ni 10 metros. El viento era tan fuerte que intentar avanzar era como pretender juntar dos enormes imanes del mismo polo entre si.
Javi cavó un
pequeño hoyo en la nieve para protegerse del viento mientras Cristian reptaba clavando
el piolet en la nieve acercándose. Uno a 10 centímetros de otro, gritándonos al
oído para escucharnos, decidimos posponerlo para el fin de semana que viene si las condiciones nos lo permitían, porque en ese momento sería correr un riesgo innecesario debido a las condiciones
extremas en las que nos encontrábamos, así que Javi sacó la cámara e hizo una
foto agarrándola fuertemente para que el viento no se la arrancara de su mano, y
así inmortalizó este momento.
A la vuelta
sentíamos como el hielo pegado en las pestañas no nos permitía abrir
completamente los ojos, tambien notamos el gorro y la braga duras como piedras debido a la
congelación. No tardamos mucho en bajar y nada mas llegar a cotos entramos en el bar a
calentarnos al fuego y secar la ropa. Fuera hacía bastante viento aún, pero no habíamos
ido hasta allí para estar sentados, así que en cuanto recuperamos la temperatura
de nuestra cara y se secó la ropa fuimos a dar un bonito paseo por el camino de
Valdesqui pasando por el refugio y viendo el genial valle que se creaba entre
Peñalara y Cabeza de hierro.
Volvimos al
bar a la hora de comer y nos tomamos un par de bocadillos de lomo mientras
planeábamos el día que volveríamos para acabar lo que dejamos pendiente.
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