domingo, 8 de mayo de 2016

Las 12 horas del Peñón de Ifach, experiencia límite

Hace escasos meses, me llegó una llamada de Rober Llorente (vocal de escalada de la FMM). Hablaba de un proyecto que se cocía en la federación, se trataba de llevar cordadas representantes del deporte madrileño a la copa de España de los Rallys de escalada 12 horas. Me propuso echar la solicitud y acepté. Entre los candidatos fuimos seleccionados 4, la cordada de Arturo Fernandez y Pablo Vicens, Rafa Gómez y yo. Sin conocernos de nada nos pusieron juntos como cordada a escasas semanas de la primera prueba.


Acudimos todos a una reunión informativa, por parte de la federación no recibimos la más mínima presión para con los resultados, simplemente esta reunión era para conocernos y entender cual sería nuestro papel. Firmamos un contrato de patrocinio de un año y se comentó que la competencia era dura, que en este primer año nos lo pasásemos bien e hiciésemos simplemente lo que pudiéramos. Pecábamos de experiencia en cualquier tipo de competición y en el caso de Rafa y yo no nos conocíamos de nada, aun así y entre la incredulidad general, Rober nos conocía por separado y tenía fe en que juntos podríamos asustar un poco en los rallys. No teníamos ni idea de cómo se desarrollaba un rally ni de cuáles eran las decisiones más acertadas para llevar a cabo una buena actuación.

Con una beca de apenas 100 euros por cordada para gastos de viaje mas la inscripción a todas las competiciones Rafa y yo hicimos por conocernos y quedamos un par de veces para escalar en la Cabrera, que pese a lo que se sugiera en el artículo Desnivel, muchas de las vías no las conocíamos y pasamos a penas una vez por ellas. El tercer día que entablamos contacto fue para competir. Somos dos escaladores muy motivados que simplemente hacíamos lo que más nos gusta y lo más deprisa posible. Dado que sobre la marcha superamos aquél día nuestras expectativas sobrepasando el número de vías que pensábamos hacer, tuvimos que empezar a meternos a vista por estas. Cuando llegamos a la cumbre por última vez nos sobraron 27 minutos. Lo que quiere decir que hilando más fino, nuestro record todavía se podría batir.

La verdad es que de no ser por esta competición, jamás habríamos descubierto de lo que somos capaces y hasta donde podemos llegar, todavía hoy eso sigue siendo un misterio.
Lógicamente Rafa y yo hicimos muy buenas migas y fuimos aprendiendo más el uno del otro a lo largo de las escasas veces que nos veíamos.
Yo siempre he dicho que en una pared se conoce mejor y más rápido a las personas. Nos mostramos sencillos a la hora de dejar ver nuestros miedos, abiertos a las alternativas en caso de discrepancias, trabajando en equipo para solucionar todos los problemas, y siendo comprensivos con las cagadas del compañero. Simplemente cuando estamos allí arriba, la vida de uno depende de la del otro, turnando y confiándonos ese poder.

La crítica de Desnivel tras este primer Rally al parecer fue : Es obvio que es muy diferente enfrentarse a un tipo de roca por primera vez que estar habituado a ella, y más aún cuando es una escalada tan técnica como la que exigen las fisuras limpias y placas graníticas de La Cabrera. Es un hecho que no desmerece la actuación de los jóvenes fichajes de la Federación Madrileña, Javi Guzmán y Rafa Gómez
Y lo remataron con:  veremos si mantienen posiciones en otros terrenos.

Algo un tanto feo al no tener ninguna información sobre nosotros más que las vías escaladas de la cabrera mas todo lo que había detrás de “estar habituado a esa escalada tan particular”
Después de esto, el equipo hicimos un viajecito a Calpe para ver que se cuenta la caliza de la costa blanca (por supuesto pagado de nuestro bolsillo).
El equipo de la selección madrileña haciendo un reconocimiento del terreno una semana antes de competir

Arturo en el último largo de Pilar López de Sancho 6b+

El motivo de la agresividad de las gaviotas 


El gran día del Rally del Peñón llegó. El viernes de antes fue la entrega de dorsales y la mayoría de los participantes nos juntábamos para charlar en el bar. Se comentaba que los ibicencos venían muy fuertes, también se hablaba de Pedro soto y Carlos Henández, pero sobre todo los nombres más escuchados fueron los de Álvaro Lafuente y Jesús Ibarz. Se ve de lejos que estos vienen a partirlo y me quito el sombrero ante su forma de escalar y de dar la talla con tantísima calidad como lo hicieron.
Sin duda, a esta gente, nosotros no les representábamos una amenaza, lo de la cabrera lo hace cualquier local habituado a la escalada de la zona y se dice que para la roca del peñón también hay que estar habituado a sí que se nos estima con pocas posibilidades.

 La noche anterior la pasamos en un hotel de dudosa comodidad. Al igual que en la cabrera, no pude dormir, pase la noche en vela, nervioso, intentando sacarme los pasos de las vías de la cabeza. A las 5:40 en pié, desayunando fruta, tostadas, cereales y algún bollo. A las 7:00 andábamos bajo el peñón. 20 minutos antes de la salida se sortearon las vías. Nos vino bien la verdad lo que en un principio fue un plan “C” ahora era nuestra mejor opción (Gomez Cano).
A las 8:05, detonado por un megáfono, sale una masa de locos corriendo a devorar las paredes. Al compás de la carrera se escuchaban tanto los tintineos de los mosquetones que bailaban en los arneses como los gritos de las sanguinarias gaviotas preparándose en bandadas para la batalla contra los escaladores.

Después de una carrerita mi compañero se aferra a la roca y tira como una moto te trial apurando casi al máximo la cuerda, ¡qué energía!. Llego a su altura recogiendo el material y en las mismas casi sin detenerme sigo para arriba estirando de nuevo las cuerdas. Casi 120 metros que me acabo de pegar sin descanso en estos primeros 15 minutos.

Mantenemos el ritmo y la primera vía la metemos en 1h 50´. Aaa Toopee!!! Bajamos corriendo por el camino motivados. Cuando llegamos al desvío preguntamos, -¿Somos los primeros?, -No, habéis llegado los terceros, nos miramos uno al otro con un pelo de decepción y sobran las palabras, nos aceleramos aún más.

Con la misma energía nos metemos en Puto paseo ecológico, y al terminar esta, nos cuentan que nuestros compañeros han sufrido un accidente en la primera vía (Mare nostrum) y que a Pablo se lo ha tenido que llevar el helicóptero hospital. Asegurándonos de que el accidente no era de demasiada gravedad y algo conmocionados intercambio una mirada con Rafa y digo, -¡Tío, ahora tenemos que escalar por 4!, y  seguidamente fuimos a vengarles haciendo esa misma vía, Mare Nostrum, y en esta misma vía, al llegar al pié del penúltimo largo, yo con 50 metros de roce de cuerdas y un último seguro que ni me acordaba donde lo habría puesto, una gaviota me lo hace imposible para escalar 10 metros de 5º grado, gritando, golpeándome con fuerza en el casco e intentándome cagar en la cara ( que es donde apuntan siempre).

Al empezar este penúltimo largo una cordada mixta no se molesta demasiado cuando la adelantamos sin preguntar, vamos tan a fuego que perdemos algo básico, (la educación) nos disculpamos, charlamos un poco con ellos en la cumbre y rápido volvemos a las risas.
A las horas de más intenso calor nos metimos en potencia peluquera, una vía que se suele encontrar sin demanda y a la sombra, es un poco laboriosa pero lo comido por lo servido, solo tiene 160 metros y mediante tres rápeles te ahorras el desgaste de una bajada corriendo. Seguidamente nos metemos en (Me estoy quedando sin yemas+ puto paseo ecológico). Aquí en el tercer largo le vimos un poco las orejas al lobo, entrando en el tercer largo el cielo se cerró, empezó a tronar y a chispear. Mientras Rafa escalaba yo pensaba en cómo sería un rappel desde aquí, pero la verdad es que nosotros saldríamos más rápido por arriba que bajando.
Rafa Gómez en el tercer largo de Potencia Peluquera

Nos volvimos a encontrar a la cordada de la Mare Nostrum, a la que agradecemos enormemente que nos dejaran pasar de nuevo, a su vez empalmando largos otra cordada mixta compuesta por un par de simpáticos malagueños nos dejó también paso a la vez que se ponía a llover un poco más fuerte. Rafa se cayó un par de veces de segundo debido a los patinazos, pero  en un momento ya estábamos en la cumbre. Para nuestra alegría el tiempo cambió de forma radical y salió un terrible sol.

Corrimos montaña abajo y nos metimos en costa blanca, esta era la tercera vía que veníamos haciendo con los brazos acalambrados. Después de tantas horas escalando cada bloqueo que implicase la flexión activa del brazo  nos provocaba un terrible pinzamiento con un intenso dolor en la zona que rodea el codo. Este dolor sufrido por los participantes que llevan su cuerpo cerca del límite se podría describir como un sin fin de descargas eléctricas. En los últimos largos, cada 5 movimientos en desplome se nos habrían las manos de una forma tan brutal que nos veíamos obligados a colgarnos unos segundos con la fifi para recoger energía (no sé de donde) y poder subir un par de seguros más arriba. Pese a las penurias íbamos con un petardo en el culo y coronamos en escasamente 1h 10´ esta preciosa vía en la que hace unos pocos años ya era para mí un reto suficiente el terminarla.
Javier Guzmán escalando de primero el segundo largo de Costa blanca


Llego de segundo a la cumbre y veo a Rafa recogiéndome cuerda con la cara roja, empapado en sudor y con unos movimientos lentos y pesados. Él debió de tener la misma visión de mí. Miro el reloj y son las 19:00, sabemos que es muy ambicioso meter una séptima vía con este horario. Haciendo un esfuerzo por hundir mis quejas y mi deteriodo físico, le grito a Rafa. -¡Vamos tío, nos da tiempo, a por la séptima, tenemos que marcar la diferencia!; rafa no muy convencido me dice –Vale tío, en la cabrera tú estabas más reventado que yo aquí y seguiste por mí, hoy lo haré yo por ti.-Claro que sí, yo me siento igual pero si no lo conseguimos que no sea porque no lo hayamos intentado.
Al ponernos las zapatillas vimos unas golosinas para deportistas que me regaló mi madre al fondo de la mochila, nos las metimos de un bocado y enseguida nos vinimos arriba. Bajamos a toda leche cantando y animándonos, pensando en hacer La Pilar López de Sancho convencidos de tirar de la más mínima posibilidad. Nos atamos las cuerdas a las 7:20. Rafa tira como un misil empalmando dos largos, yo sigo tras su estela y le adelanto, llego a la reunión y me encuentro 4 cordadas y la vía colapsada. Cuando Rafa llega a mi altura nos quedan 20 minutos y nos hallábamos a mitad de pared, nuestro plan era impracticable, y sin pensarlo le digo a Rafa -¡Corre, sube al hombro del Peñón!, y lo hace, iba yo de segundo por este plan alternativo surgido sobre la marcha y Rafa me grita -¡Cinco minutos!, llego a su altura y le sobre paso. Una vez en cima a penas me quedaban fuerzas para recoger cuerda.

En el último minuto Rafa se deja aparecer en la cumbre saliendo del último largo lleno de matorrales. Nos abrazamos. yyyuuujuuuuu…!! ¡Lo hemos conseguido tío!
Enseguida nos llamaron desde abajo, pero no les dejamos que nos contaran la situación del podio, eso se convirtió en algo secundario, nosotros nos hallábamos felices porque lo habíamos dado todo, y ganar o no quedó en un segundo plano. Total… no podríamos haberlo hecho mejor así que… ¡qué mas da!
una sonrisa dice más que 100 vías

Al final de todo, lo único valioso y real que nos llevamos de este mundo son las experiencias, y esta está entre mis favoritas ya que lo que vivimos va mucho más allá de lo que se pueda expresar en unos renglones…

Esto no es más que el comienzo de algo grande...

Y después de un merecido día de descanso y aprovechando la maravillosa costa en la que nos hallábamos, fuimos a jugar a la escalada, esta vez haciendo psicobloc en la cueva de Ambolo. Estupenda mañana. 





Javier Guzmán Algarrada.

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