martes, 24 de marzo de 2020

Invernal a Peña Santa de Castilla "Big Food 300m, IV+" Picos de Europa

*Día 9 de Febrero del 2020:

Me veo una vez más en mi coche, rumbo a nuevas montañas, sumergido en la ilusión que genera saber que vas a descubrir otros paisajes para escalar nuevas paredes. Por supuesto no voy solo, esta vez voy acompañado de Luispas y Antonio. Camino de hacer una actividad un tanto especial. Realizar una escalada de alpinismo invernal en Picos de Europa. Algo poco común en aquellos parajes, pues encontrar las condiciones específicas necesarias para poder hacer alpinismo en las sierras de Cantabria y Asturias es algo que se da uno de cada cuantos años. Allí el clima, rara vez permite que sobre sus montañas se formen paredes de hielo con la suficiente contundencia como para soportar los asedios de los alpinistas. Pero este año es distinto.

Para este primer día, a parte de las horas metidos en el coche, dedicamos otra más para aproximar hasta el refugio de Vegarredonda, que por estas fechas no se encuentra guardado, por lo que subimos comida para un par de días. Al menos había mantas y pudimos ahorrarnos el peso del saco.

Teníamos nuestras dudas Sobre si escalar en la estética y vertical Torre Santa María, a tres horas de camino y donde probablemente nos daría tiempo para hacer un par de vías (lo que significaba andar menos y escala más), idea que nos atraía bastante, o caminar durante 4 horas hasta Peña Santa de Castilla, prácticamente la montaña por excelencia de Picos de Europa, dejando el Urriellu a un lado.

A lo largo de este primer día nos encontramos con un par de cordadas locales que bajaban de escalar. De primera mano nos pudieron informar sobre las condiciones, avisándonos de que en Santa María estas andaban bastante justas pese a que en la semana anterior se habían podido escalar perfectamente. Al parecer había tramos con poco hielo y con alguna zona un tanto delicada en las vías que planteábamos hacer. Sin embargo, Peña Santa de Castilla se encuentra varios cientos de metros por encima y esto influye positivamente en las condiciones. Mantiene mucho mejor el estado del hielo y por tercera o cuarta vez nos comunican que allí no habrá problema alguno para escalar, algo en lo que coincidían todas las personas que nos habían asesorado.

Aunque nos dé pereza alargar el horario de la actividad con más horas de camino, y en un principio nos echaba un poco para atrás no conocer la supuesta “bajada tan difícil para la gente que sube por vez primera”, vemos esta como una oportunidad para escalar en estilo invernal esta mítica montaña, pues no sabemos cuando se volverá a presentar la oportunidad. Con su cumbre a 2.596m se convierte en el pico más alto del macizo occidental de Los Picos de Europa, perteneciente a la provincia de León.

Llevaba tiempo queriendo ascender esta montaña. La última vez que hice el amago de ir fue hace un par de veranos, y una horrorosa ola de calor que coincidió con el día de la aproximación nos echó para atrás. Esta vez se veía muy factible el intento.
Cenamos todo lo bien que pudimos, que para estár aquí arriba no estuvo mal. Pusimos el despertador para que sonara al rededor de las 04:00am, y tras un rato mágico y de interesantísima tertulia, envueltos por aquel magnético paisaje lunar y bajo los nítidos cielos estrellados que ofrece la sierra asturiana, decidimos acostarnos, sintiéndonos muy afortunados, para conciliar unas pocas horas de sueño.

*Día 10 de Febrero del 2020:

Nos levantamos sin pereza alguna, empatizando con profundas emociones de la infancia, con ese tímido nerviosismo que nace del estómago cuando te excita la idea de llevar acabo una travesura. Pero que en mi situación actual suele pasarme cuando me voy a enfrentar a algo que a mi instinto se le antoja como peligroso, aunque en este caso lo siento más bien como una impaciencia por comenzar con un día de diversión absoluta, en una nueva montaña, empleando un estilo especial para lo que se suele frecuentar en este lugar, y con buenos amigos.

Desayunamos rápidamente y damos los primeros pasos pasadas las 04:30 de la madrugada. Pronto comenzamos a pisar nieve y el camino se convierte en un laberinto de anárquicas rampas heladas. Ponemos crampones y comenzamos con los sudores cuando las pendientes son cuesta arriba.
Para ser un lugar nuevo y estar caminando en la noche nos orientamos bastante bien. Con facilidad cogemos referencias y avanzamos prácticamente de un tiro hacia nuestro destino.
Foto de Peña Santa de Castilla durante el camino de vuelta
En algo menos de 4 horas llegábamos a la pared con las primeras luces. Paramos justo en la rimaya y Antonio se prepara para hacer el primer largo.
Amanecer en la cara norte de Peña Santa de Castilla
Evaluando de un vistazo el monstruo helado, vemos que es muy posible hacer la vía “Big Food 300m, IV+, se encontraba plenamente formada, y ademas era un trazado directo y lógico, lo que siempre le aporta un atractivo extra a cualquier tipo de vía.

A Antonio le apetece comenzar. Se pone el material y comienza con la escalada sin tituveos. Desde abajo Luispas y yo le animamos para que empalme los dos primeros largos. Y así lo hace, metiéndose 60 metros del tirón. Antonio llevaba tiempo sin hacer este tipo de actividadad y se lo deja notar cuando observamos que no encontraba manera sólida de montar bien la reunión. Al final hubo que conformarse con un friend puesto a medias y un clavo metido hasta la mitad. Pero se lo perdonamos… 

El siguiente largo parecía el más técnico. Resultó ser una corta columna de hielo que chorreaba agua congelada por un tubo y que iba a parar a la altura del cuello, lo que animaba a pasar rápido por aquella sección. Luego continuaba por un pequeño resalte a salvar, seguido de una rampa helada a 60 grados. Este largo saldría en unos 50 metros y terminaba en una reunión de un puente de roca a reforzar con un friend.

Turno de Luispas. Su largo fue probablemente el más bonito, comenzando por una travesía fácil y larga para continuar por lo que sería un IV fácil pero con un hielo excelente.
Este largo cundió bastante y la cuerda se estaba terminando. Antonio gritó a Luispas que la cuerda se terminaba, y yo le expliqué que no era necesario decirle nada. -Cuando se acabe la cuerda salimos. Al ver la cara de preocupación de Antonio me entró la risa y le expliqué que salir en ensamble era una maniobra muy común. La verdad es que mis palabras no parecían relajarle mucho y a mí, como me suele pasar en estos casos, me entraba aún más la risa. La cuerda se acaba y nosotros ya preparados nos vemos obligados a salir en ensamble. Yo le tranquilizaba a Antonio, -No pasa nada, solo serán unos metros hasta que Luispas nos cante la reunión. Aún así mejor no te caigas jaja.


Efectivamente a los 10 metros de comenzar el largo ya estábamos asegurados a la reunión, y este largo lo disfrutamos cantidad.




Antonio me cede su largo y yo, muy agradecido acepto. Este último continuaba con la tónica de la ruta, sencillo y disfrutón, con algún resalte vertical y una campa final de nieve. A los 40 metros escalados pasé por un tramo de muy buen hielo que aproveché para instalar una microtraccion y así sacar en ensamble asegurado a mis compañeros hasta la cumbre.

Javi Guzman escalando "Big Food 300m, IV+" en la Norte de Peña Santa de Castilla
Luis Pastor, Antonio Consuegra y Javi Guzmán en la cumbre de Peña Santa de Castilla 2.596m


Con el croquis que llevábamos para la bajada nos orientamos más que suficiente, y no resultó ser tan difícil ni perdedera como nos habían dado a entender. Tal y como dice mi amigo Basi; si quieres saber como es algo realmente, que no te lo cuenten, descúbrelo por ti mismo.
Croquis de la bajada de Peña Santa de Castilla
Salvo por una triangulación que dejamos instalada con un clavo y un fisurero para no tener que destrepar sin necesidad un tramo de 60 metros, todos los demás rápeles estaban instalados a modo de clavos y puentes de roca hasta la base de la pared.

Una vez terminados los rápeles y tras un rato de bajada por la picante ladera, al fin llegamos a un terreno más cómodo para pararnos a meter material en la mochila y de paso hidratarnos y picar algo con vistas a nuestra atractiva y recién escalada cara norte.


Con otro pequeño sueño ya en el bolsillo, continuamos la marcha de vuelta. Al venir de noche, pasar por aquí fue asombroso, pero por el día seguía siendo igualmente espectacular. Una fuerte presencia se respira en el ambiente en forma de naturaleza de alta montaña. Este es uno de esos lugares que enamoran e invitan a volver infinitas veces. Un lugar donde la cumbre queda como un simple atractivo más, pues el auténtico interés reside en el sonido del silencio, la brisa fresca, la soledad, y la presencia del poder de la naturaleza en forma de escarpadas montañas.

Al llegar al refugio cumplimos 12 horas ininterrumpidas de actividad. Soltamos la mochila y aprovechando los escasos rallos de luz solar que aún quedaban, desplegamos todo el material por el suelo para que secara.

Nos encontramos tranquilos, con la satisfacción del trabajo bien hecho, y no tenemos prisa ni necesidad por bajar al coche. Haremos la cena y nos dedicaremos a disfrutar una noche más de este lugar. 
Al llegar la noche, el sonido que hacen nuestras voces al contar anécdotas se pierde entre los desérticos valles. Aquí a penas llega la cobertura, y lo disfrutamos fundiéndonos hasta cierto punto con lo ancestral. No saturar los sentidos con tecnología artificial abre una puerta que nos conecta con las sensaciones desde otra dimensión del cuerpo, te pone en contacto con el auténtico ser que habita en el interior, que por desgracia, cada vez se encuentra más hundido. Así, en estas breves líneas podría hacer una descripción muy resumida de cómo me hace sentir este lugar y porqué cuando paso el verano entero aquí trabajando de guía de escalada, siento esa época como la más feliz del año.

Así concluye otra bonita historia de amor entre la montaña y el hombre. Cerrando un cuento es como se abre el siguiente.

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