domingo, 22 de marzo de 2020

Sector Lizara, Bozo de Ventera 2457m (Nuevas aperturas Pirenaicas)

*Día 29 de Enero del 2020:

Toca pasar una semana con el equipo, que ahora mismo se encuentra un poco dispersado. Nil y Ander, por fortuna acaban de aprobar las oposiciones para bomberos y por motivos varios no pueden permitirse esta salida, Mikel Inoriza está trabajando a tope en la estación de esquí de Formigal, y en mi caso, he faltado el primer par de días porque me encontraba griposo y quería asegurarme de llegar en el mejor estado posible a la concentración.

Nuestro campo base para los días que siguenserá el refugio de Lizara. un refugio de montaña acogedor, con muy buen servicio, y ubicado en un entorno de fantasía,a 1.540 m de altitud en el término municipal de Aragüés del Puerto, en el Valle de Aragüés-Jasa (Parque natural de los Valles Occidentales), en la comarca de Jacetania, a los pies de la cumbre del Bisaurín.
Refugio de Lizara
Como de normal, salgo con mi coche desde Madrid pasado el mediodía, y justo con el ocaso llego al el primero parking de este lugar encantado.

Mas tarde llega Mikel Zabalza seguido de Ruben y Bernat.

Este ha sido un invierno que para hacer alpinismo en los Pirineos no ha estado nada mal. Se han podido realizar muchas actividades y aún se pude rascar un poco más. Y el motivo de que estemos aquí es porque días atrás, Mikel visualizó una pared virgen en la que pudo abrir junto con Alvaro Lafuente, los dos primeros largos de una nueva vía.

Durante la cena, hablamos de nuestro objetivo; Abrir vías. Ruben y Bernat han la continuación de la vía que Mikel y Álvaro dejarona medias, y Mikel y yo nos meteremos a abrir una linea más a la derecha de esta. Después de hablar sobre el plan para el día siguiente y hacer las cordadas, dejamos las mochilas bien preparadas a tope de material para lo que nos pudiera aparecer.

*Día30de Enero del 2020:

Bien prontito desayunamos y salimos del refugio casi con la necesidad de encender las frontales.

Este lugar recién descubierto para la escalada mixta, está ubicado en el circo norte del Olibon, y no es de extrañar que haya pasado desapercibido tanto tiempo, pues requiere además de unas condiciones de temperaturasmuy bajas,una logística nada cómoda, con una larga aproximaciónenesquís desde casi el refugio hasta una ultima pala bastanteempinada, donde estosson abandonados para continuar a pie hundiéndonosen la nieveyllevándonos un buen calentón final para llegar a la base de la pared. Todo esto en el transcurso de tres horitas.

Según llegamos al sector, Bernat y Rubén se ponen manos a la obra con la vía Aitx, aún sin terminar. Por el lado derecho, Mikel y yo nos metemos para abrir una nueva vía por la debilidad más evidente de la pared. 

Me tocó a mí el primer largo, que resultó ser más difícil de lo que Mikel se esperaba cuando la fichó. Al principio la vía discurría por un diedro desplomado pero fisurado, con aspecto sólido, pero aún así algún que otro canto se me iba rompiendo.

Pronto este primer largo pasó a dejar la fisura atrás para convertirse en un gran desplome de canto. Tiraba para atrás mucho más de lo que parecía en un principio. Lo notaba sobretodo en los brazos. Lo que más me costó de este largo fue conseguir entrar en calor, pues estábamos con temperaturas negativas escalando en orientación norte y los dedos se me quedaron completamente congelados e insensibles en cuestión de segundos.
Al principio se intuían muchas posibilidades de ascenso, pero a medida que ascendía, estas se iban reduciendo y me fui viendo obligado a dejarme llevar plenamente por la pared. Además habíamos renunciado a llevar taladro, y con ello la opción de forzar a nuestro antojo, lo que hizo imprescindible dejarse llevar en función de la calidad de las protecciones naturales que conseguía emplazar. 

Desde la mitad del largo, la escalada se me empezó a hacer dura. Hasta ahí pude ir abriendo la vía en libre y a vista. Agradecí mucho el haberme subido mis pies de gato, pues era una duda que teníamos sobre el peso de qué meter en la mochila, pero terminó siendo un rotundo acierto.
Me pareció que podía haber hecho pasos obligados en libre de hasta 7a. Es casi todo momento protegido con friends, pero también pude meter un buen par de puentes de roca que dejamos instalados para marcar el trazado de la vía. Al ser esta tan desplomada no sentí miedo en la apertura, me sentía protegido por un limpio y elegante vuelo al vacío en caso de caída.
Para los últimos metros tuve que emplear técnicas de artificial. Aquel último tramos parecía bastante duro para pasar en libre y en los últimos metros además de que la roca estaba mojada, había un chupón de hielo del que prácticamente me vi obligado a progresar en artificial metiéndole un tornillo para después montarme por encima usando el piolet.

No parecía tener un lugar ni demasiado cómodo ni demasiado obvio donde montar reunión, así que tarde un rato, con lo que pude triangular un tornillo del hielo, dos friends pequeños y un fisurero también pequeño. Recuperé mis botas de esquí cramponadas por el cordino auxiliar y me las puse en aquella reunión volada. Mientras Mikel estaba escalando encontré un puente de roca perfecto para usarlo como un punto solido en la reunión.



Cuando Mikel llegó a la reunión, me dio la enhorabuena por el curro que me había pegado en el largo, le pareció duro. Y sin muchas miraciones se puso manos a la obra con el siguiente largo.

Su largo resultó ser también una joya de 30 metros. Una goulotte preciosa con varios pasos a 90 grados y algún tramo delicado con hielo fino, pero con la seguridad que te ofrece, al menos psicológicamente, una escalada encajonada en chimenea.


Una vez en esta segunda reunión, se apreciaba una campa de nieve que no llegaría ni a 60 grados, con un par de resaltes fáciles. Escalamos sus 60 metros hasta casi el collado donde ya se podría hacer el cresteo hasta la cumbre. Pero el tiempo estaba tan desagradable que en esta ocasión no nos merecía la pena.


Montamos un rapel de dos clavos y rapelamos hasta la “R2”, donde también pudimos montar otro rapel de un clavo triangulado con un fisurero para terminar de bajar los 60 metros que quedaban. Al rapelar por este último, pudimos contemplar el auténtico ángulo de desplome del primer largo, que era sorprendente. Llamamos a nuestra vía “Olga 110m, 7a/A2+, 90 (7c?)”

Mientras tanto, Rubén y Bernat, Pudieron terminar de abrir la vía paralela, llegando a los rápeles que habíamos equipado y pudiendo bajar por nuestra propia línea.

Ellos tuvieron más dificultades para pasar de las que Mikel y Alvaro tuvieron sías antes, porque en esta ocasión había menos hielo pegado en la pared y esto les había obligado a escalar más lentos y estresados. Finalmente esta vía se quedó como “Aitz WI5+/6, M7/A2”


Para la vuelta al refugio ya echaríamos una hora larga. 

*Día 31 de Enero del 2020:

Berni tiene una pequeña lesión en la pierna y el equipo queda reducido a Rubén, Mikel y yo. Pero también el material a portear.
La logística que empleamos es prácticamente la misma. Volvemos a salir temprano.
Ya desde lejos, contemplamos que la pared está más mojada, las temperaturas han subido, parte del hielo se está cayendo, y nuestras opciones de apertura se ven reducidas.

A Rubén le motiva abrir el primer largo de lo que parece ser una interesante y potente vía de Mixto. Me pongo a asegurar y Ruben a darlo todo. La primera parte se sentía tensa. Después de unos cuantos metros coloca un par de cacharros desde una repisa para comenzar por un desplome muy físico y algo delicado de proteger. Para mayor inri, el chupón al que se veía obligado a utilizar con su pie derecho tenía un aspecto delicado, y yo desde abajo, asegurando a una distancia que consideraba prudente, aún así no tenía ningunas ganas de que eso cayera.
A Rubén se le ve apretar. Hay un tramo que tiene que hacerlo como metido en una grieta y arrastrándose por ella semiflexionado en travesía a la izquierda, se le ve realmente incómodo (de ahí el nombre de la postura de yoga “Txaturanga”). Cuando consiguió salir le quedaban unos pasos duros y en desplome sobre romos que no permitían relajación alguna de la fatiga acumulada. Y por fin unos últimos cantos buenos para llegar a donde montaría reunión sobre un gran puente de roca. 
Se veía interesante continuar la vía por un diedro que tenía como segundo largo, pero este se encontraba en roca y empapado de agua.
Yo repetí la vía encadenando de segundo y Mikel también la intentó pero cayó un par de veces en los pasos más duros. Final mente dejamos este primer largo como Txaturanga, 25m, M8”

Y ya, como última vía del sector para abrir en esta salida, nos fijamos en que se le podía meter mano aún a la parte derecha. Y efectivamente sacamos la que quedará como la vía clásica del sector. Una plancha de hielo disfrutona pero con sus resaltes (no fáciles del todo), por un trazado muy evidente y que ofrece la opción de llegar a cumbre de este pico “Bozo de Vernera 2.457m”. Además aprovecha los rápeles que dejamos instalados para las vías de la izquierda. Esta vía se quedó como “Txaro 100m. 80/85R”


Ruben San Martín, Mikel Zabalza y Javi Guzmán tras la apertura de"Txaro" Cumbre de Bozo de Vernera 2457m.
Finalmente este sector se quedó con el nombre de “sector Lizara” debido al afecto que tiene Mikel por este refugio y sus gentes que tan bien le han acogido y cuidado siempre.
Sector Lizara, abierto por el Equipo Español de Alpinismo durante la concentración de Enero del 2020
Y de aquí nos vamos con muy buen sabor de boca por haber dejado una pequeña aportación al alpinismo pirenaico, pero una aportación de esas que no dejan huella alterando el medio, pues logramos llevar a cabo toda nuestra actividad en el más puro estilo, sin haber emplazado un solo seguro expansivo ni taladrado la roca.

Al día siguiente, dado que las temperaturas habían subido tanto y las condiciones para hacer actividad alpina se habían terminado de estropear, no tuvimos más remedio que echar la mañana haciendo Dry tooling. Por distintas razones todo el mundo ya se iba para su casa, pero yo no entraba a currar hasta hasta el martes y aún no había exprimido toda la motivación.

*Día 1 de Febrero del 2020:

Por suerte pude quedar con Saúl para escalar al día siguiente en Riglos, que me pillaba de camino y a él también le venía bien. Tenía bastantes ganas de agarrar la cómoda y agradable roca caliente, pero tampoco quería el confort absoluto, de manera que nos metimos en la vía “Popeye 250n, 7c” al mallo Visera, la vía deportiva más dura de Riglos.

Saúl se dio el primer largo, y me dejó el resto de la vía para que me la gozara. Me encadené sin problemas los largos de 7a+, 7b y 6c+. Pero cuando llevaba unos 40 metros de 7c, llegué a una sección con canto pequeño en la que no fui capaz de aguantar las manos cerradas. El paso era obligado, con el seguro debajo de los pies. Saúl estaba tan lejos y aquel largo desplomaba tanto que no teníamos contacto visual. Le grité que estuviera al loro a la par que me tuve que recordar a mí mismo que esa era la sensación que venía buscando. Evalué en décimas de segundo el riesgo, que era casi inexistente, y me motivé para, desde mi posición precaria, tirarme a por un canto más arriba. Estaba seguro al 99% de que me caería, pero caerse luchando es caerse con honor, y a eso no se le puede considerar menos que una victoria. Es así como los Vikingos entre otras culturas se ganaban el Valhalla. Volé 8 metros que se me hicieron cortos, pero felizmente por haberme enfrentado a aquel duro paso, dándolo todo sobre el vacío que ya me hacían los más de 200 metros escalados. Habiendo llegado al fallo muscular y al agotamiento extremo, terminé subiendo lo que me quedaba de largo arrastrándome como pude, pero feliz…


Esta misma tarde, mientras comíamos un bocadillo en el refugio de Riglos, apareció mi hermano y amigo del alma Rafa Gómez, que venía de haber estado en Peña Rueba con Marina.

Planteamos la idea de hacer alguna escalada más con el escaso tiempo que nos quedaba de luz. Me tomé un café y nos pusimos ha hacer material de nuevo. Saul no estaba muy convencido de la idea además de un poco cansado, pero le dimos un ultimatum y no se lo pensó,¡para arriba!
Nos metimos en la vía “Tucán ausente 300m, 7a” al Mallo Pisón.

Esta escalada estuvo muy divertida. Pasado el quinto largo se nos hizo de noche. El pobre Saúl iba ya reventado y teníamos que ir tirándole de la cuerda cual cliente. Por si no fuera poco, en un roce con la cuerda, se le cayó el frontal que llevaba en el casco, y mientras el gritaba pudimos ver como una luz caía dando vueltas y perdiéndose en el oscuro vacío. Los vecinos del pueblo que seguían desde abajo nuestra escalada debían de estar alucinando. Incluso se escuchaban sus risas y gritos de ánimo en la lejanía. 






Me tocó darme el penúltimo largo de 7a. Como a 15 metros de la reunión había una panza con una sección a bloque muy dura. Pero lo más duro era ver los cantos, ya que la luz del frontal creaba sombras entre las irregularidades de la roca. Después de buen rato tratando de encontrar el modo de subir, me tiré desesperado a por lo que podría haber sido un canto salvador, pero no lo era. Me pegué un vuelo nocturno y nos echamos unas risas. Al siguiente intento le pude salir por arriba. 
Saúl iba siempre escalando el segundo, así el tercero podía alumbrarle el camino desde abajo. Rafa se dio el largo que nos llevó a cumbre y finalmente nos juntamos en la cima.

La bajada fue muy rápida y fluida. Nos lo pasamos como enanos durante todo el día, sin excepciones. Ya en el pueblo un vecino que sale de su coche acelerado nos viene a dar la mano. Nos felicita por la actuación nocturna, y nos cuenta que le había enviado el grupo de vecinos a buscarnos para acudir a una fiesta que tenían montada.
Todo esto nos hacía mucha gracia pero tanto Saúl como yo nos volvíamos a casa en ese momento. Sin embargo, Rafa que no desperdicia oportunidad y se apunta siempre a un bombardeo prometió pasarse mas tarde.

Así cerraba la semana de Pirineos, toda una experiencia de contrastes, disfrutando de la montaña, y lo más importante, rodeado de buenos amigos. De modo que doy por concluida esta aventurilla nada menos que para poder iniciar la siguiente.

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