jueves, 18 de octubre de 2012

Acercándonos al cielo por los pirineos


En vista del puente, como no podía ser de otra forma, planeamos la mejor manera posible de disfrutar estos días. Se nos ocurrió ir a los Pirineos a subir el Vignemale (Una montaña, según la guía de alta dificultad con 3.298 metros de altitud).

*Día 11 de Octubre del 1012:

A las 3:30 de la tarde salimos de Madrid: Cristian, Javi, y nuestro amigo Juanjo al volante dirección Pirineos Aragoneses… cuando la carretera nos empezó a introducir entre las montañas, no se podía apreciar más que subidas y bajadas con giros bruscos en la oscuridad. Pasamos de largo por el pueblo de Torla y entramos en una pista que nos dejó en uno de los valles de Ordesa donde a unos metros del coche colocamos el toldo entre árboles a oscuras y vivaqueamos la primera noche.

*Día 12 de Octubre del 2012:

Nos levantamos sobre las 7:00 de la mañana y fuimos a comprar provisiones para la ruta de tres días que pensábamos hacer, (Un enorme recorrido con desniveles exagerados hasta llegar a la cumbre del Vignemale y volver por el otro valle paralelo a este).
El día había traído consigo el rostro de la montaña ya iluminado por el sol, que se esperaba con impaciencia desde la noche en que llegamos. Nuestro alrededor era sencillamente impresionante.
La espectacular vista desde el pueblo de Torla

Ya listos y con la pesada mochila a la espalda comenzamos el camino por una cómoda pista entre altas montañas y contentos con el tiempo que hacía, puesto que las previsiones para estos días eran lamentables, pero al parecer estas no se veían reflejadas en el cielo. Muy pronto se empezaron a ver cascadas portadoras de una preciosa y delicada agua azul turquesa con sus ríos, valles infinitos, cumbres que rascaban el cielo, bosques salvajes y todo aquello que uno podría desear en una aventura como esta… Después de dar comienzo a nuestra marcha desde Bujaruelo a 1.224 metros, andamos con algunas interrupciones durante el trayecto para descansar los hombros del dolor provocado por las mochilas. Caminábamos en un precioso valle ascendente al compás de las montañas, era difícil calcular la distancia recorrida en este terreno salvaje y cuanto más nos elevábamos mas se erguían las montañas de los alrededores.

No obstante llegamos sin gran dificultad hasta la zona norte del Macizo del Vignemale (a unos 2.300 metros), donde todavía con luz montamos un buen vivak y cenamos caliente ya habiendo terminado la primera etapa con el recorrido del valle completado.

En estos cielos libres de contaminación, el aire es puro y las estrellas bañan la noche como si de purpurina espolvoreada se tratara.

*Día 13 de Octubre de 2012:

Por la noche había hecho mucho frío, pero por lo general dormimos todos bastante bien. El toldo con el que habíamos protegido el vivak y nuestras mochilas tenían una fina capa de hielo por encima debido a que la condensación se había congelado, y los cacharros amontonados de la comida estaban pegados entre sí. Todavía las predicciones del tiempo seguían siendo erróneas y hacía buen tiempo. Desayunamos fríos dentro del saco y nos pusimos en marcha lo antes posible.
Empezamos el día con un desnivel de casi 300 metros que nos dejó en el puerto de los Mulos (a 2.591 metros), fue este el momento en el que traspasamos la frontera y entramos en Francia… después bajamos otro desnivel por pedreras de unos 400 metros aproximados hasta el refugio francés (a 2.151 metros), fue entonces cuando vimos en su máximo esplendor el Vignemale, con sus más de 3.000 metros de altitud, sus paredes verticales e imponentes y el pequeño glaciar de Montferrat de la cara norte.
Cara norte del vignemale (3.298metros)
Seguidamente subimos de nuevo, con un desnivel de más de 700 metros por el que pudimos contemplar un mar de nubes del que sobresalían, como islas flotantes, las escarpadas cumbres francesas, después bajamos otros 100 metros más hasta llegar al refugio a mayor altitud de los Pirineos donde se nos abrieron paso las vistas más impresionantes que habíamos podido contemplar hasta el momento.
Vista espectacular a Monte Perdido desde el refugio francés

Se nos hizo tarde para plantearnos el ataque a la cumbre sin riesgo de volver de noche, y ya era sábado, lo que suponía que se nos habían acabado los días y tendríamos que estar de vuelta en el coche al día siguiente, y si queríamos hacer cumbre tendríamos que darnos en un día la paliza que nos llevó dos días, más la ascensión y la bajada del Vignemale. Nos esperaría un día incriblemente duro.
Para nuestra sorpresa, el refugio era gratis, de manera que echamos allí lo que quedaba de tarde leyendo revistas, hablando con la gente, estudiando en el mapa la ruta que tendríamos que hacer… así hasta la noche, cuando cenamos caliente y nos fuimos a dormir a las camas de la habitación de arriba.

*Día 14 de octubre del 2012:

El despertador sonó a las 5:30 de la madrugada, habíamos dormido bastante bien y ahora tocaba ponerse en marcha y mentalizarse para el día que nos esperaba.
Aproximadas las 6:00 nos pusimos en marcha bajo aquel cielo estrellado que te hacía parecer pequeño. Llegamos a un desvío por el que pasaríamos a la bajada, de modo que dejamos las pesadas mochilas ahí y no cogimos más que lo imprescindible para seguir. De repente vimos aquel glaciar que tantas horas llevábamos esperando y el suelo que pisábamos se convirtió en una mezcla de roca lisa y hielo según nos acercábamos a la enorme masa congelada.
Todavía de noche al borde de la lengua del glaciar, nos estábamos fijando los crampones y pronto empezamos a subir por la inclinada pendiente congelada. En varios metros recorridos empezamos a ver todo un festival de formaciones creadas por el frío de la naturaleza, con un suelo lleno de profundas grietas para sortear, seraks por los que teníamos que pisar con cuidado y brechas de todo tipo de dimensiones que no tolerarían juegos en su estructura.

La luz de los frontales no hacía falta, tras nosotros estaba creciendo el perfecto amanecer al que no se le hubiera podido pedir nada más.

Disfrutamos un montón la ascensión, pero cuando empezamos a pillar la altura de 3.000 metros el viento comenzó a revolverse, algunas ráfagas nos obligaban a echarnos al suelo para no rodar para atrás por el empujón que suponía… cubiertos en el lateral del glaciar decidimos intentar aunque sea subir a la cresta.

 La cosa se estaba poniendo fea y después de subir y bajar de la cresta habiéndonos quedado a tan solo unos 100 metros de la cima, nos sacudió una ventisca horrible y nos dejó completamente sin visión en el glaciar a merced de las grietas, Juanjo gritó que era muy peligroso y que nos teníamos que marchar ya!
Solo podía ver algo Javi porque había subido sus gafas anti ventisca e iba abriendo camido en la bajada con los dos compañeros seguidos muy de cerca. Bajando altura aflojó la ventisca se podían ver claros unos 9 o 10 metros a lo lejos, fue una oportunidad de grabar para el recuerdo.

Cada vez hubo mayor visibilidad y andamos sin gran problema hasta salir del glaciar y coger el camino, recuperamos las mochilas y empezamos a descender por el valle paralelo que elegimos como camino de vuelta.
Pronto la niebla se quedó a la mitad de la montaña y nosotros con total visión del terreno por debajo de esta… andamos por un camino por tramos expuesto a pequeños precipicios y por el que de vez en cuando se veían preciosas cascadas y enormes montañas que te hacían sentir tan pequeño como una hormiga. Así llegamos agotados y hambrientos a la primera cabaña francesa del camino, situada en un enorme valle con una pequeña presa. llevábamos ya a las espaldas más de 2.000 metros de desniveles en pocas horas.

Después de descansar aquí algo menos de media hora y acabar por completo con la poca comida que nos quedaba, comenzamos de nuevo camino arriba, paramos un poco de nuevo en la última cabaña con la que nos cruzaríamos y llegamos al puerto de la Bernatuara (a 2.338 metros) tras agotadores pasos, para conseguir cruzar de nuevo a España.
Después nos espero un desnivel de 1.000 metros exactos hasta Bujaruelo, donde a las 6:30 de la tarde por fin llegamos al coche habiendo pasado por intermitentes lluvias, y pudimos ir a comer algo… Una ruta tremendamente dura, debido a los cambios bruscos de tiempo, los largos caminos con sus más de 6.000 metros de desniveles en total, el insoportable peso de la mochila, la falta de comida y las 12 horas andando sin parar de este ultimo día en estos terrenos. Ha sido con diferencia la ruta más dura hecha hasta la fecha.
En estos cuatro días hemos podido aprender bastantes cosas, conocer gente nueva, disfrutar de un entorno libre y salvaje, descubrir nuevos lugares, vivir nuevas experiencias, y haber dado un paso más en la aventura de la vida.


*Este fue el mensaje que una semana después nos envió uno de los colegas que conocimos en el refugio el día antes de atacar la cumbre: 

(aupa fieras!!soy mikel el de Pamplona que estuvimos hablando el día anterior en el refugio de baisellance!ya tenia ganas de ver el reportaje,sobre todo por ke la ultima vez que os vi estabais en la cresta justo cuando se desato la nevada!yo me baje solo hasta el refugio y mi colega y dos chicos de Barcelona les pillo todo el vendaval en el pico y se les congelo la pared y las pasaron putas para bajar!!jajaj,la verdad que fue impresionante la que se monto en un momento,ademas vimos un rescate con helicóptero a la bajada en el glaciar de gaube y andábamos rayados por si fuerais vosotros pero nos dijeron en el refugio de oulettes de gaube que un francés se habia partido la pierna en el corredor,pero bueno muy a gusto,un autentico fin de semana de alta montaña si señor!jeje,pues nada saludos y haber si coincidimos por hay alguna vez!!                                    PD. os iba a poner el mensaje en el blog pero me e vuelto loco y os lo mando por e-mail,saludos!)








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