Esta historia
se remonta a unas semanas antes de preparar las mochilas para la marcha. Un
día, escalando en Quebrantaherraduras, conocimos a un curioso personaje de
cincuenta y pico años no aparentados, profesor de INEF, veterano ciclista de
carrera en montaña y aventurero como pocos quedan entre otras cosas… y también tuvimos el placer de conocer a su encantadora familia. Estuvimos con ellos un rato y quedamos con el
hombre llamado Lalo para hacer algo juntos cualquier día. De modo que dos
semanas más tarde nos propuso el irresistible plan de ir a conocer la Sierra de Gredos y a dormir allí un par de noches.
*Día 18 de
Agosto del 1012:
En aproximada
hora y media llegamos a la explanada, serían las 11 cuando ya encontramos un
buen sitio para pasar la noche. Desde este lugar se podía ver la línea que
dibujaba la alta fila de montañas entre el cielo y la Tierra, además de una espectacular noche de
estrellas relativamente cerda de Madrid pero en una atmósfera impresionantemente
limpia en la que no se perdía detalle. Por un poco tiempo que estuvieras mirando la
iluminada noche veías un par de estrellas fugaces… fue un sitio genial para
cenar y meterse en el saco cargado de deseos.
*Día 19 de
Agosto del 2012:
Desayunados
llegamos a la cima del monte en el que habíamos pasado la noche, desde la cual
pudimos ver por fin el principio del tan esperado circo de Gredos.
La ruta
que comenzamos se llama la integral de Gredos, un estupendo pateo por toda la
cresta en la que no dejas de tener vistas que conecta con el pico del Almanzor. Desde principio a fin, esta sierra
estaba repleta de cabras montesas.
Después de
salir del cómodo camino empezaron las interminables pedreras de las que no nos
desprendimos en todos los días que pasamos allí.
Con largo
recorrido de saltar a ratos de piedra en piedra y en ocasionales largos desniveles
algo exagerados, acabamos llegando a la portilla del crampón, desde la que con
algo de cuidado pudimos subir al techo del sistema central, el pico del Almanzor
(2.592m). Para este momento, lo que habíamos creado con Lalo ya era más que
amistad.
Después de
comer algo allí fuimos abriéndonos paso hasta cinco lagunas. Por el camino no
dejábamos de imaginarnos el increíble mundo para nuestra iniciación en técnicas
alpinas que sería esto en invierno, incluso empezamos a fichar sitios y
corredores por los que escalar. De nuevo estábamos ya hechizados por la belleza
del entorno lleno de agujas, escaladas tanto en hielo como en roca y sus
desniveles, lagunas…
Parecía que
entre valle y valle se nos iban concediendo la llave de otro nuevo trozo de
mundo, cada uno con su encanto. Cinco lagunas se hacía más y más grande a
medida que nos acercábamos, quedando aquello en todo un ecosistema nuevo e inexplorado
para nosotros. Llegamos antes de lo que creímos y estuvimos allí desde las 6:30
de la tarde más o menos… nos bañamos en la refrescante laguna, dimos de comer a
las cabras y nos acomodamos a lo que sería nuestro hogar durante las próximas 13
horas.
A principios
de esta noche pintaba un poco de mal tiempo con algunas nubes, pero a mediados
de la noche ya pudimos volver a contemplar el cielo en su máximo esplendor
entre cabezadita y cabezadita.
*20 de
Agosto del 2012:
Lalo, una de las mejores personas con las que nos hemos cruzado en la montaña |
En la cima de La Galana |
Después de
un peligroso camino de bajada recorrido por ocurrencia del ingenioso Lalo
llegamos al entre comillas, llano, donde metros por delante pudimos
refrescarnos en una de las lagunas que se iban descubriendo.
Después de
atajar lo máximo posible y bañarnos de nuevo en la gran laguna cercana al
refugio, andamos por no decir escalamos hasta la cima de la cresta por la que
habíamos pasado el día anterior, cerrando así el círculo que forma el circo. Llegamos
al comienzo de unas praderas en las que vimos el antiguo refugio comido por el
tiempo y que tantas historias ha tenido que vivir…
Así llegamos
ya al coche por un largo camino del
amplio y llamo valle lleno de ganado, agotados, con un nuevo y fantástico amigo
y llenos de recuerdos imborrables de estos días en los que compartimos estancia
en la montaña.
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