Llegó la
semana que impacientes todos esperábamos en el equipo, “¡la concentración en
los Alpes!”.
*Día 16 de Junio
del 2018:
Todos mis
compañeros viven en el norte, y se juntan en pocos coches para hacer un largo
viaje hasta Chamonix. Pero por suerte para mí, el vivir lejos hace que sea más
rentable un cómodo vuelo hasta Ginegra, donde me recoge Marc con su furgo.
Nos
sincronizamos bien para llegar todos a una hora más o menos parecida a
Chamonix. Qué alegría me trae el verme nuevamente en este valle. Creo que en el
equipo en general nos encontramos todos en un lugar que ya nos es bastante
familiar. En los últimos dos años yo habré estado aquí unas 7 veces.
Encargamos
unas pizas y nos las cenamos en el comedor de la gite en la que nos alojamos.
Mikel nos
habla de nuestro objetivo principal: hacer una gran pared que implique vivac. Y
entre las múltiples opciones nos decidimos por el Espolón Tournier en la norte
de Les Droites (donde iremos dos cordadas de tres: los dos Mikels y yo, y la compuesta
por Marc, Bernat y Nil). Mientras tanto, nuestros compis Ander, Ruben y el
amigo invitado Sardi, tirarán hacia la norte del Dru.
Nos hubiera
gustado aclimatar tranquilamente, pero vienen unos días increíbles de buen
tiempo, imprescindibles para nuestra logística y los tenemos que aprovechar.
*Día 17 de Junio
del 2018:
Amanecemos con la calma, preparamos unas mochilas con lo mínimo necesario y cogemos el teleférico hasta Grands Montets.
Equipo Español de Alpinismo: Javi, Bernat, Ander, Nil, Mikel, Ruben, Mikel y Marc |
Aquí
nos dividimos ya en dos grupos, y los que vamos a Les Droites aproximamos hasta
el refugio de Argentiere.
Andamos a
buen ritmo. Durante la pateada se nos habre el valle, podemos contemplarlo en
su máximo esplendor, y me hace sentir pequeño. Ya divisamos nuestra increíble
pared, de la que realmente no nos podemos hacer una idea de sus dimensiones, no
hay referencia alguna para poder compararla, pero sé que es monstruosa. No me
confío…
Ya en el
refugio y con la cara norte de Les Droites delante, visible a través de las
ventanas, podemos intuir en trazado de la vía mientras comparamos la poderosa
montaña con el croquis en papel que tenemos en la mano, nos lo estudiamos a
fondo antes de la cena.
Cara Norte de Les Droites |
Ponemos la
alarma para hacer el desayuno a las 04:00 am.
*Día 18 de
Junio del 2018:
Las alarmas
suenan, todos arriba. Desayunamos rápido y comenzamos a andar en la oscuridad
guiados por el haz de luz de nuestras frontales. Pronto comienza a clarear, ya
casi hemos cruzado por completo el glaciar y unos minutos después estamos
atándonos a pié de vía.
La suerte
decidió en la cena de anoche que para este primer día la cordada de Marc,
Bernat y Nil irá delante. Ellos tiran primero y nosotros les seguimos. Comienzo
yo de primero en la segunda cordada. Los dos primeros largos me los doy en
botas y siguiendo la estela de mis compañeros.
La escalada
era sencilla, pero llevada a cabo con la botas de alpinismo, le daba un puntito
interesante de dificultad a la pared.
Yo era el
único de mi cordada que se había traído los gatos, y a partir del tercer largo
parecía que aumentaba la dificultad técnica, teniendo que pasar por placas de
adherencia. Sin pensarlo me los cambié por las botas, iría mucho más rápido y
sobretodo seguro.
Javi Guzmán escalando la cara Norte de Les Droites. Junio de 2018 |
La escalada
era por lo general fácil, con sus momentos puntuales de dificultad aislada en
forma de pasos a bloque, la calidad de la roca espectacular, los emplazamientos
quedaban bien puestos, el tiempo estaba totalmente estable y apenas hacía frío.
Una actividad que por el momento resultaba bastante confortable.
Hacíamos
alguna salida en ensamble para ganar en velocidad. Escalábamos metros y más metros
alejándonos del frío glaciar, no paramos en ningún momento durante todo el día.
Yo siempre de primero. A cambio, los dos Mikels me llevaban bastante aligerado
de peso. Estos dos, para ir en botas y con la mochila hasta los topes, escalaban
bastante rápido. Yo lo agradecía porque iba disfrutando mucho la vía tirando
todos los largos de primero, y encima escalando en una cordada veloz.
Iban cayendo
las horas casi sin darse cuenta. En la vía encontramos algunos puntos a superar
interesantes. Uno de los más agónicos era una chimenea-offwidth. Marc dejó la
mochila abajo para darse el largo sin ella y luego izarla con la cuerda, yo me
uní a la idea y pude pasar bien sin la mochila, pero los que escalaban con
botas y mochila de segundo sufrieron bastante.
En los
últimos largos de roca, la vía ya cogió un tono más aéreo y difícil. Y algunos
de los largos eran sencillamente espectaculares.
Nuestro
objetivo era llegar al “castillo”, donde se suponía que se podría vivaquear
cómodamente. Llevaríamos 800m escalados y la montaña quedaba indiferente.
Mirábamos hacia arriba y daba la sensación de que no habíamos hecho más que
empezar.
Llego el
momento en el que la roca dejaba de estar limpia y calentita. Tuve que calzarme
de nuevo las botas y tras 15 largos le cedí el turno de primero a Mikel
Inoriza. Ahora yo a relajarme y disfrutar…
Por fin
vemos el castillo cerca, pero realmente estaba lejos aún. Llegamos hasta él más
tarde de lo que teníamos pensado, todos menos Mikel Zabalza, que clavó en
horario. (la experiencia es un grado).
No vimos
lugar cómodo para vivaquear, y aún teníamos algunas horas aprovechables de luz.
De modo que decidimos continuar. Cuanto menos nos dejemos para mañana mejor.
Los mixtos
que vinieron a continuación no me parecieron nada fáciles, esperamos rato hasta
que nuestros compañeros superaron el primer largo de mixto. Por suerte, al ir
la vía por un espolón, había momentos en los que nos daba el sol. A ratos
sudábamos y a ratos pasábamos frío.
Tres largos
más arriba la cordada Catalana se asentó. Nosotros continuamos un larguito más,
y después de 16 horas ininterrumpidas encontramos un lugar para pasar la noche.
Mikel
Zabalza se talló una repisa en el hielo, donde cenamos y él pudo pasar la noche
anclado a un friend en una fisura del suelo.
Mikel Zabalza, Javi Guzmán y Mikel Inoriza vivaqueando en el Espolón Tournier |
La comida
liofilizada sabía como lo más rico que había probado desde hace mucho tiempo. Devoramos
esto y una sopa caliente, nos recompuso un poco de nuestro estado demacrado.
Fuimos
prudentes y guardamos comida por si picábamos otra noche de vivac.
Llegaba la
hora de cerrar los ojos, y Mikel Inoriza se metió en un nicho en el que no
podía ni estirar las piernas, durmió con el casco puesto porque las posibles
piedras que pudiéramos tirar sin querer al andar por encima se canalizaban a su
agujero. Pero como pequeño punto a favor, podía dormir con el arnés quitado.
Yo me puse
en el sitio que quedaba, una repisa apartada de medio metro de ancho y
ligeramente inclinada hacia el vacío. Para dormir tuve que montar una reunión y
engancharme con el cabo de anclaje tenso. Era bastante incómodo y me iba
turnando las tres posiciones medio decentes que había encontrado para dormir.
Por suerte, el gran cansancio hacía más fácil concebir en sueño.
Y aquí, cual
hormiguita en un mundo de gigantes, tuve mi momento tranquilo para comprender
otra de tantas veces por que hacemos lo que hacemos. Rodeado de un paisaje
inmensamente inspirador, por fin tenía un rato para mí. Para bajar pulsaciones
y poder observar el mundo a un ritmo más lento.
Me vienen a
la cabeza recuerdos felices, pienso en amigos, en los próximos proyectos… este
momentito con el atardecer me llena de energía y motivación. Motivación que
usaré para terminar mañana la vía. Ya solo por vivir este pequeño instante tras
un día de buena actividad merece la pena hacer lo que hacemos.
*Día 19 de Junio
del 2018:
Sobre las
05:00 am ya estamos funcionando. Desayunamos algo calentito, pegamos un grito
hacia abajo a los catalanes, que nos responden que comienzan a escalar, genial.
Parece que hoy la cosa va de mixtos. La nieve
se encuentra regular. En peores condiciones de lo que esperábamos porque apenas
hace frío, pero es primera hora y hay que aprovechar el rato que vamos a tener
antes de que la nieve empeore.
Como yo ayer ya me porté, hoy me toca disfrutar de segundo para el resto de la vía.
Hoy le toca
ir delante a nuestra cordada.
Llegamos a
pies de una delicada goulotte de hielo. Tendría sus 80º pese a lo que reseñara
en el croquis, con un último resalte desplomado.
Por suerte
se podía proteger decentemente en una fisura de granito que iba por la derecha,
pero a tramos la anchura de la fina placa de hielo posada en la roca tan solo era
de 50cm. Aun así, Inoriza con aparente indiferencia, escaló el largo muy bien,
muy rápido y muy elegante. Parecía fácil viéndole. Cuando pasamos Zabalza y yo
detrás nos dimos cuenta de la verdadera dificultad.
El resto de
la vía continuaba con más mixtos pero de menos hielo. Mientras nos dábamos el
siguiente largo, más abajo, a Marc le golpeó un bloque de hielo cuando miró
hacia arriba mientras escalaba de segundo la goulotte. Esto le provocó la
rotura y desplazamiento de dos dientes. Dejó aquél tramo lleno de sangre, pero
continuaron como si no hubiera pasado nada. Marc es un tío duro.
Durante el
interminable último tercio de la vía no teníamos siempre claro que fuésemos
siguiendo bien la ruta, pero de vez en cuando encontrábamos clavos y nos daba
tranquilidad. A tramos la pared era un poco caótica. Roca, mixto, roca,
travesía, cresta, mixto, travesía…
Daba la
sensación de que nunca terminaríamos.
Los últimos
largos se hacían por unas travesías guarras con una nieve por lo general muy
blanda que hacía patinar y dejaba difícil el protegerse. En estos últimos
largos ensamblamos bastante para reducir el horario.
Tras una
travesía de roca por fin vemos la arista cimera y nos montamos en ella.
En los
tramos fáciles, nos daba por ir más rápido y los pulmones pedían tregua.
Tras la
larga arista por fin llegamos a la cima de Les Droites (4.000m) a las 16:40,
después de casi 12 horas de actividad.
Mikel Inoriza y Javi Guzmán en la cima de Les Droites 4.000m |
Las vistas
dejaban sin palabras.
Mikel
Zabalza lo tiene claro. La bajada por la cara sur ahora mismo no está en
condiciones, tenemos abrigo, comida y gas. De modo que hoy no bajaremos.
Hicimos dos rápeles y encontramos una repisa de hielo bastante cómoda para
dormir.
Al fin y al
cabo estas son las decisiones que tenemos que saber a tomar, para aprender este
tipo de cosas estamos aquí. Es posible que de haber estado yo con otro colega
me la hubiese jugado bajando con este horario por puro desconocimiento.
Pusimos el
material a secar, preparamos las camas, cenamos pronto y nos pusimos a roncar.
Pocas cosas
se me ocurren que puedan superar el espectáculo que teníamos enfrente.
Tres horas
más tarde llegaron Marc, Bernat y NIl, contándonos el pequeño accidente de Marc,
y que tal les había ido. Se acoplan a nuestro plan y pasamos una segunda noche
a casi 4.000m.
*Día 20 de
Junio del 2018:
A eso de las
5:00 am de la mañana siguiente nos espabilamos. Desayunamos, nos encordamos y
comenzamos con la bajada.
Me doy
cuenta del infierno que podía haber sido la bajada el día de antes. Donde ayer
te hundías hasta la rodilla hoy apenas entraban los crampones. La progresión
era rápida y segura.
Hicimos un
par de rápeles, donde nos cruzamos con una cordada vasca que subía por la
normal, seguimos haciendo destrepes, a veces por un terreno minado de bloques y
otras veces con los dos piolets sobre el hielo. Llegamos al corredor y nos
desencordamos para destreparlo casi entero. A pocos metros de la rimaya,
montamos un rápel para poder pasarla. Guardamos las cuerdas y faldeamos por el
extenso glaciar a buen ritmo durante una hora hasta llegar al refugio de
Couvercle. Donde descansamos una hora y repusimos fuerzas para hacer el resto
de la bajada hasta el tren de Montenvers, que nos llevó a Chamonix.
Cuando los
Mikels y yo bajamos del tren, nos estaban esperando nuestros compañeros que acababan
de bajar del Dru con éxito. Mas tarde llegaron los catalanes también.
Descansamos durante
un día y medio (poco tiempo para recuperar). El resto de los días los teníamos
para organizarnos como quisiéramos y hacer cualquier actividad. Yo me puse con
Bernat y Sardi a mirar actividades posibles y animamos al grupo entero para
escalar en el Petit Clocher (Alpes Suizos). Donde pudimos terminar este viaje
de la manera más fanática escalando las vías: Etat de Choc (7a, 280m) y Ave
Cesar (7c, 300m).
Y con estas
dos actividades nos volvemos de alpes, aunque como siempre, me vuelvo con mucho
más proyectos apuntados que tachados. Gracias equipo por crear un ambiente
fanático y de camaradería en el que todo sueño parece realizable. Hasta pronto
chavales.
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