lunes, 6 de febrero de 2012

Expedición a la Perdiguera

*Día 5 del 2 de 2012

La salida a Peñalara dejó mucho que desear, así que decidimos volver a las alturas al día siguiente.
Esta expedición estaba formada por Cristian, Javi y Juan Andrés (nuestro colega de la montaña), salimos a las ocho de la mañana de Guadalix por un agradable y fácil camino de 9 kilómetros, conducido hasta Miraflores de la Sierra, pasando por dehesas y cruzando ríos congelados.

Tras hora y media llegamos a Miraflores, donde el frío se notaba algo mas intenso. Cruzamos el río que marca la frontera y entramos en el pueblo andando calle arriba.

Después de haber comprado algo de comida, empezamos a ascender por las afueras del pueblo para conquistar el Pico de la Pala (pequeña cumbre, anterior a la que nos dirigimos, por la que hay que pasar). El último medio kilómetro de este pico está bastante empinado y te puede agotar si vas a un buen ritmo.
Después de haber tocado la cima, tomamos el primer aperitivo de la mañana detrás de unas rocas resguardados del viento. Nos pusimos las mochilas y seguimos por el ascendente camino volviéndose más ligero, pero el viento cargado de humedad empezó a azotar de forma considerable y las temperaturas bajaron apresuradamente.


Cada vez teníamos la cima mas cerca. Viendo el panorama, sabíamos que mientras más nos aproximásemos, peor se pondría la situación de temperatura, viento, visibilidad y humedad.


A escaso medio kilómetro de la cima, el paisaje se volvió completamente blanco, frío e invisible mas allá de 50 metros. La sensación térmica provocada por el viento congelaba la humedad, los tres teníamos la superficie de los cortavientos completamente congelada por una dura capa de hielo cada vez mas gruesa y blanca, las mochilas parecían cubos de hielo y nuestras capuchas dejaron de agitarse por el viento al solidificarse.

Hicimos cumbre y un par de fotos. Decidimos marcharnos directamente ya que era imposible comer allí sin tener problemas. 


El descenso fue rápido, se notaba el agradable cambio del clima según nos alejábamos de la cima, el calor y el viento provocaba que el hielo de nuestras prendas se desprendiese. Enseguida llegamos al Pico de la Pala, donde nos sentamos tras unas rocas a comer tranquilos, después seguimos bajando por aquel empinado tramo que a la subida era agotador, y ahora se convirtió en un troncha rodillas, pasamos Miraflores y de nuevo por el río de la frontera en el que el hielo ya sin fuerza, flotaba desfragmentado en el agua. En el camino ya de vuelta, no hubo complicación alguna y llegamos a Guadalix a las 4 de la tarde con la esperanza de que el tiempo nos favorezca el fin de semana que viene para la próxima ruta. 




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