*3 de
Septiembre del 2018:
Suena el
despertador del móvil, es lunes 3, lo que significa que ha llegado el día de
juntarse con los titanes del Equipo Nacional. Esta vez nuestro destino se
encuentra en Picos de Europa. Que ganas de apretar un poco…
Preparo las
maletas con calma, tratando de no olvidarme de nada, cada cosa que guardo en el
petate lo hago imaginando que uso le daré estos días y lo vital que podría ser.
En la última concentración que tuvimos de escalada en roca me dejé los pies de
gato en la mochila con la que había escalado el día de antes, por suerte pude
probar la amplia gama de gatos de mis compañeros y todo se quedó en anécdota.
Mejor que no vuelva a pasar.
Cerca de las
12 salgo conduciendo desde casa, por los altavoces suena ACDC. Sobre las 16:15
me junto con casi todo el equipo en Arenas de Cabrales. Ander tiene al caer los
exámenes de bombero y no se ha podido permitir esta escapada a la auténtica
realidad.
Saludo a mis
compañeros con gran alegría de verlos, recordando nuestras últimas aventuras y
pensando en las que están por venir.
Mikel me
pregunta que si tengo alguna idea de con quién quiero hacer cordada. Sin
pensarlo un segundo digo –¡Me gustaría ponerme con Nil!, ante mi seguridad Nil
responde sorprendido –Conmigo?, -Sí, eres el único con el que no he hecho
cordada aún.
Nos movemos
todos en dos coches hasta Pandebano, Organizamos las mochilas y comenzamos la
aproximación. Después de haber hecho este camino infinidad de veces con mis clientes
en los últimos tres años, pude valorar el lujo que era poder ir en compañía
pero a mi ritmo, un ritmo rápido y enérgico, con ansias por ver la montaña de
cerca, que maravilla…
Me hace
gracia vernos a todos uniformados y representando al Equipo Nacional. Me miro a
mí y llevo el mismo uniforme que los demás. Estar aquí, hace 5 años tan solo
era uno de mis más ambiciosos sueños, me hace pensar en la oportunidad que he
conseguido y en que debo exprimir hasta la última gota de estas experiencias.
El Naranjo
es una de esas montañas que cuanto más miras más curiosidades te crea. Jamás me
cansaré de ella, y eso que llevaré cerca de 50 ascensiones que suman vías
escaladas por todas sus caras.
Esta vez Nil
y yo detenemos la mirada puesta en la cara Oeste. Más en concreto en la vía
Revelación, la mítica vía por la que se consiguió alcanzar la primera cumbre
por la vertiente oeste sin usar seguros expansivos. A cambio quedó una vía de
grandes dificultades técnicas y alta exposición, con largos de artificial de
hasta A3+/A4. En un primer instante, fue Galvez el aperturista original de esta
exigente ruta, pero más tarde los Murcianos le pisaron la vía, arrancando así
los expansivos que Galvez había colocado para realizar la ascensión de esta
manera, un tanto más camicace.
Esta ruta
apenas habrá tenido alguna repetición desde entonces, pero fue el año pasado,
cuando dos de los deportistas de la promoción anterior del Equipo Nacional (Jesús
Ibarz y Blin) se aventuraron a forzar la vía en libre. El primer día liberaron
la primera mitad y llegaron al largo duro, donde pudieron meter un clavo nuevo
para ensayar los movimientos con una exposición razonable para no jugársela a
una caída demasiado peligrosa, ya que antes del clavo se chapan varios plomos
que podrían saltar haciendo una temible cremallera.
Al día
siguiente subieron hasta aquel punto por una vía más sencilla y ambos de
primero encadenaron el largo difícil y el resto de la vía.
Yo, que en
aquel momento justo estaba guiando a un cliente en la Rabada Navarro, les vi
animándose y encadenando el largo duro. Solo de verlo me entraban escalofríos
al pensar en aquella vía. El largo de artificial más expuesto coincidía con el
más duro de escalada en libre, por lo que el reto parecía de magnitud.
………......
En el
refugio no nos dan de cenar porque no llegamos a las 18:00, y por muy avisados
que estuvieran de que íbamos a subir, entre los guardas impera la antipatía y
nos tenemos que conformar con un bocadillo.
Nil y yo
decidimos levantarnos a las 6:30. Desayunamos y andamos pedrera arriba hasta
llegar a la pared. Como primer largo, se suele hacer el común con la de “Soy un
hombre nuevo”, pero vemos los antiguos buriles de la entrada original y para
ella que vamos.
Como material llevamos para la vía: Dos juegos de Totem Cams, 4 tricams, un juego de fisureros y varias cintas extensibles y de bandolera.
La suerte
elige a Nil para el primer largo (de grado desconocido) aunque se veía
asequible. Nada más chapar el primer buril comienza a llover, Nil tiene que
apoyar los pies en adherencias mojadas. Nos daría mucha rabia bajarnos y que en
un rato parase y tuviéramos que volver a subir. Con grandes esfuerzos por no
caerse en aquella placa mojada llega a chapar el segundo buril. –Nil, no merece
la pena que te des una ostia porque la pared esté mojada. Abandona algo y bájate,
que esperamos debajo del techo a que pare de llover. Nil no quiso abandonar
material y se metió un buen destrepe. Cambiamos las cuerdas a la entrada
normal, que está cosida con paraboles, estaba chispeando, pero con poca lluvia
por aquí si nos atrevíamos. Nil sube en un momento y canta reunión. Parece que
para de llover un poco, por si acaso parase del todo vamos a tirar para arriba.
Llego a la
reunión y decidimos continuar. Ya me toca apretar. A este largo le dan 7a.
Al principio
la fisura es fácil. Metro un friend. Progresivamente se va empinando el muro
hasta que hay que hacer fuerza en los dedos para mantenerse en la pared. Chapo
un clavo y luego un buril. -Qué has chapado?, dice Nil. –Un buril, -Y qué tal
está?,- Bueno…, le respondí. Evidentemente tenía muchos años ese buril, pero
seguro que aguantaba mejor que algunos clavos a los que me había chapado. Justo
en ese momento me agarro a un canto que arrastra tras de sí un bloque del
tamaño de un balón de futbol, y me voy con el para abajo. El bloque baja a toda
velocidad dando vueltas en el aire hasta llegar al suelo y estallar, pero yo a
penas bajo un par de metros y me paro suavemente con el dinamismo propio de una
sola cuerda doble. Ya estoy colgando en el vacío y no me ha dado tiempo ni a pasar
miedo.
Ambos nos
reímos, y colgado aprovecho para sacar una foto de la situación.
Una caída de
buena mañana te quita la tontería para el resto del día, así que perfecto. Me
engancho a la pared, justo comienza lo difícil. Tras de mí dejo chapados clavos
entre regulares y malos, además de unos pocos antiguos buriles, el largo no se
intuye demasiado bien, pero con un par de apretones lo encadeno. Cuesta un poco
leer la roca acostumbrado a marcas de magnesio…
Nil por
detrás se pasea de segundo por el largo.
Le toca un
6a. Cuando subo de segundo por el tercer largo lo siento más difícil y expuesto
de lo que aparentaba serlo viendo a Nil desde abajo.
Me toca de
nuevo, en el croquis pone V+, y me río en el primer paso. Había un tramo de
chimenea que estaba hecho una pura escombrera. Casi todo sonaba a hueco y
sentía que en cualquier momento y sin aviso se me rompería un canto. Debajo
tenía una repisa de la muerte con lo que me vi obligado a meter un seguro en
cada metro que avanzaba. Cuando Nil llegó a la reunión le confesé no recordar
la última vez que un V+ me había costado tanto tiempo y delicadeza. El
siguiente largo ya era más sólido y nos dejaba encima de “la pluma”. Aquí, un
pequeño tramito se comparte con la Rabada Navarro. Me toca y me doy el 6c.
pasados los primeros metros no se veía ningún material en la pared y escalaba
hacia la incertidumbre, intuyendo que fuera por donde yo estaba escalando y
rezando para encontrar donde poner seguros. Por fin a lo lejos veo una chapita
que me da una dirección que seguir. Este largo tiene buenos sartenazos pero Nil
y yo coincidíamos en que más bien sería 6b+.
La reunión
resultó delicada de montar.
A Nil le
toca una travesía muy guapa.
Luego yo
hago un largo muy fácil y a Nil le toca un V+ con el que volvemos a flipar. Era
físico y difícil de leer. Tuvo que meterse un buen destrepe para recuperar el
trazado correcto.
Nil pidió
disculpas por la tardanza, pero yo corroboré la dificultad del largo.
Íbamos
encadenando toda la vía, y ya nos juntamos en la reunión debajo del largo duro.
Me tocaba a mí.
Veía como
asomaban el culo de un puñado de plomos y me entraba la risa. Me puse todo el
material, y con toda la serenidad posible comencé con aquel temible trocito del
Naranjo.
Escalo unos 3 metros y los dos primeros plomos que me
encuentro los chapo uno a cada cuerda. Al más sólido que vi, le puse una cinta
disipadora con la idea de que pudiera servir de algo en caso de caída. Sigo
escalando unos metros y diviso un clavo.
Javi Guzmán en el largo duro de Revelación (7b, 500m), Primera repetición el libre |
Aquí ya
estoy apretando, busco los mejores pies y me tengo que conformar, algunos
trocitos de roca de los que agarro se rompen y busco otros nuevos. Gano un poco
más de altura y me doy cuenta de que del clavo baja un cordino, me veo a
purado, miro hacia abajo y veo a Nil, separado por un par de plomos de mí. Me
niego a pegarme el susto de mi vida y me agarro al cordino. Chapo el clavo y
Nil me pilla. Blin debió de temblar mucho para meter este clavo.
Con la
seguridad de la cuerda chapada en el clavo saco fácilmente la secuencia y me
doy un buen aleje sobre pasos delicados hasta el siguiente clavo. Lo agarro
también, y tras chapar la cuerda pruebo la secuencia. Seguí escalando y sin darme
cuenta me salté la reunión, con lo que quedo un increíble y guapísimo largo de
más metros. Llego a la reunión y Nil me descuelga, tiramos las cuerdas para que
el pudiera también probar el largo de primero. Imitó mi jugada, puso alguna
cleca, y como le aseguré que el resto salía bien le descolgué desde la mitad
del largo. Al siguiente pegue se lo encadenó. La alegría fue para los dos.
A él no le
importó que le descolgase para que yo también pudiera saborear aquel encadene.
Me metí por segunda vez y bajo los tranquilos ánimos de Nil, pude disfrutar de
la escalada libre y de la exposición en un largo ya conocido. A los dos nos
pareció más fácil de lo que ponía en croquis y le dimos de 7b.
De los más
de 150m siguientes, muchos de estos los escalamos en ensamble para ganar
tiempo, ya que llegaríamos muy justitos a la cena del refugio, y bastante
habíamos tenido ya con no poder cenar una vez.
Pese que a
primera hora una lluvias nos hubieran intentado intimidar, el día resultó
quedarse estupendo y la aventura nos había salido a la perfección, pudiendo
realizar así la primera repetición en libre de Revelación. Claramente el éxito
queda reservado para los que arriesgan!
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