Como última
concentración de este primer año con Equipo Nacional de Alpinismo, viajamos a
una tierra de pequeñas paredes pero grandes aventuras. Un lugar cuyo renombre
hace eco por el recio carácter y compromiso de sus vías de autoprotección, Montsant.
Tenemos la
suerte de disponer de la casa que la familia de Nil tiene en Morera de
Montsant, ubicada a unos pocos minutos andando de muchos pies de vía.
*13 de
Noviembre del 2018:
En este
primer día me junto con Nil para una primera toma de contacto en este estilo de
escalada de autoprotección en agujeros.
Elegimos la
vía “Plan B, 80m” en el Racó de misa.
Una vía con algún que otro parabolt y dificultades máximas de hasta 6c+, perfecta para iniciarse.
Pese a que el primer largo estuviera en algunos puntos peligrosamente descompuesto, la vía resultó poseer una considerable calidad en cuanto a movimientos, roca y opciones de autoprotección en los largos superiores.
Escalar aquí
era un juego diferente, no había a penas posibilidad de anticipación para
gestionar la protección y los movimientos, pues al ser las presas únicamente
agujeros, no se podían ver hasta que asomabas la cara por encima de las manos,
y esto hacía que los antebrazos se hincharan con facilidad mientras buscabas el
siguiente agujero del que tirar. A su vez, se avanzaba sin saber qué friend
podrías meter, lo que le daba un punto psicológico a la escalada.
Por muy
buena que sea una vía, 80 metros saben a poco. Así que nos metimos en otra que
había más a la izquierda, paralela a la que estaban haciendo Mikel Zabalza y
Marc.
“Plan Omega
6c+, 80m”
Para lo
pequeñas que son estas paredes, me veo acompañado por una continua sensación de
escalada aérea.
El primer
largo es el más comprometido. Discurre por una fisura limpia y con la parte más
dura mojada. Lo resuelvo sin problemas, pero poniendo buena atención en la
seguridad, pues por muy fáciles o pequeñas que puedan ser las vías, una caída
puede ser igual de dolorosa que en una vía de mayor envergadura.
Javi Guzmán escalando en el racó de misa |
Esta
primera, fue una magnífica toma de contacto con la peculiar escuela de
Montsant.
Los días son
cortos en invierno, y ya no nos queda luz para mucho más, de modo que
terminamos el día escalando algunas vías de deportiva de un largo en el racó de
misa.
*14 de
Noviembre del 2018:
Mis
compañeros me hablan de “Ara o May 7b”, una bonita vía cuyo último largo
abrieron Nil y Mikel hace no mucho tiempo.
Para el día
de hoy hago cordada con el Jabalí de Ruben. Comenzamos la vía con un primer
largo de paraboles, de una dificultad aproximada al 6b+, para seguir con un
espectacular 6b de auto protección, continuar por otro peligroso 6b del mismo
estilo, y plantarnos al comienzo de los largos duros.
El primero
me toca a mí. Un 7a+ de desplome y resistencia cuyo patio y compromiso de
protección no dejan indiferente. Tuve que luchar contra el miedo a meter
friends en agujeritos con los brazos bien petados.
Cuando
encontraba un buen agujero me veía en el dilema de tener que elegir entre
usarlo como agarre para progresar, o sacar la mano para meter un friend y
protegerme. Pero a su vez la vía, aunque con caídas más cortas, quedaba más
dura. Una gestión curiosa la que se debe hacer para encontrar un equilibrio
entre seguridad y eficiencia a la hora de escalar.
Mientras
luchaba casi tembloroso una sección dura, de repente vi a mi derecha a Mikel
Inoriza salir despedido hacia el vacío unos 7 metros. El miró hacia arriba, y
contemplando el último seguro que le había soportado la caída dijo: -Pues han
aguantado los plomos.
A mí,
aquella recia actitud de escalada sin miedo a la muerte, me produjo una fuerte
motivación para con mi vía. Sabía que los emplazamientos que protegían mis
caídas eran mucho mejores que los de Mikel, y con una energía renovada y bajo
los ánimos de Rubén terminé el largo como dios manda.
Rubén llega
a mi altura y se enfrenta al siguiente largo, el 7b.
El tío se lo
curra como mejor puede, pero no soporta el petamiento de sus antebrazos y en la
sección final se tiene que colgar. Después le costó salir por arriba. Parecía
duro.
Cuando yo
comienzo a escalarlo de segundo, a la altura del tercer seguro, se me rompe el
trocito de roca en el que estaba apoyando el pie y caigo al aire. Aprovecho
para tomar reposo y continúo la escalada llegando al límite de mis fuerzas a la
cumbre.
*16 de
Noviembre del 2018:
Después de
aprovechar las lluvias del día anterior para descansar haciendo prácticas de
auto rescate, toca volver a la acción.
Esta vez me
junto con Marc. Y nos metemos en una vía que anda pendiente de liberación.
El primer
largo parecía más bien una escombrera de piedras sobrepuestas en forma de
diedro. La dificultad residía en subir 40 metros sin arrancar un canto que
pudiera provocar una fatal caída. Subo yo y luego Marc.
Le toca a
él, y sale para el siguiente largo.
Pese a mis
gritos de ánimo, el tío no tarda más de 4 movimientos en agarrarse al seguro en
cuanto la cosa se pone apretada. Cuando subo yo de segundo, lucho el largo y lo
encadeno con la cuerda por encima, me parece un sólido 7a+. Llego a una repisa
y contemplo el siguiente largo. No parece nada fácil. Comienzo a escalarlo y ya
tengo que resolver un duro bloque en la entrada.
Entre
paraboles alejados puedo meter algún friend en condiciones. Tras un bonito
diedro y una travesía llego a un bombo corto pero intenso. Desde abajo no se ve
a penas canto para agarrar. Cada paso que lucho creo que será el último. Voy al
límite e improvisando secuencias con lo que voy encontrando por el camino, y
tras chapar el último seguro me tiro a suertes para atrapar un canto. Resultó
ser malo y vuelo. Me recupero por lar cuerdas y termino el largo.
Marc sube a
la reunión acerando como puede y se da el último largo que queda. Un poco
mojado en algunos tramos. Recoge cuerda y lo encadeno de segundo. Será 7a. Ya
estamos en la cumbre.
Comenzamos
el descenso rapelando y llegamos al inicio del tercer largo. Como vamos bien de
tiempo le pregunto a Marc que si no le importa asegurarme para ver si encadeno
la vía entera. El cede sin problemas.
Le doy un
pegue y vuelvo a caer en el mismo sitio. Me lo miro bien y bajo para darle
otro, pero vuelvo a caer petado. Va a ser más difícil de lo que pensaba…
Descanso
bien, me concentro, y le doy un último pegue a muerte. Llego a la sección más
dura más petado que nunca, pero con una actitud mejorada. No permito que la
falta de fuerzas me haga perder la técnica y consigo atrapar el último canto.
Salgo del desplome y termino la placa técnica de llegada a la Reunión.
Gradúo la
vía como 7b+ tras su completa liberación. Yo también me siento libre de bajar,
por fin…
*17 de
Noviembre del 2018:
Me he dejado
lo mejor para lo último. Mikel, Nil y yo nos hemos motivado para subir a probar
la vía “Ultimatum 8a”, una antigua vía de artificial con una dificultad de A3
que ha sido liberada recientemente por dos personas.
Comienzo yo
escalando el primer largo de 6c parabolado. El siguiente es una joya de 50
metros limpios de 7a. Lo disfrutamos mucho y llegamos a la reunión que da
comienzo al largo duro.
Nil es el
primero en meterse. Escala con cuidado y detenimiento, observando las
posibilidades de aseguramiento. Por lo general los tótems quedan a cañón, pero
en esta vía precisamente, no conviene quitarse los agujeros buenos, ya que
obligatoriamente los necesitamos para progresar.
Tras un
puñado de vuelos consigue llegar a la reunión y le descolgamos. Bajo sus pies
tiene 100 metros de vacío, y el desplome hace que esté separado otros 8 metros
de nosotros. Le lanzamos un cabo y tiramos de él para traerlo a la reunión.
Hace frío y
tratamos de ser ágiles en el cambio de encordamiento. Me ato a las cuerdas de
8,5 mm y me mentalizo (si es que es posible) para enfrentarme a mis miedos con
este monstruo de vía.
Bajo el
atento flash de mis compañeros voy ejecutando los movimientos del largo. Cada
dos o tres seguros me cuelgo para recuperar fuerzas y mirar bien todos los posibles
agarres.
En los pasos
más duros siempre quedan los seguros entre uno y dos metros por debajo de los
pies, y no son precisamente los seguros más sólidos que se puedan encontrar en
una vía. En la mayoría de los casos eran tótems lo que nos protegía, en segundo
mejor lugar había dos buriles y algún puente de roca en los más de treinta
metros de tortura. Y por último lugar, también se encontraban unos 5 plomos
repartidos, 2 de ellos estaban triangulados y protegían una de las secciones
duras de la vía.
No me caigo
ni una vez, y ejecuto los movimientos con relativa facilidad. Es un largo
desplomado, con muchos pasos de bidedos y monodedos, a veces demasiado
ridículos para tirar de ellos. Claramente lo difícil será unir los pasos, ya
que lo que se requiere en este tercer largo es una potente resistencia física y psicológica.
Llego muy
contento a la reunión y mis compañeros me descuelgan.
Es el turno
de Mikel. Él, la había probado el 8a dos días antes y se acordaba bastante bien
de los movimientos. Le dio un muy buen pegue y se la dejó matizada. Después Nil
volvió a subir metiéndose un par de caídas y volví a darle yo. Esta vez fui dándolo
todo y mentalizado para afrontar una honorable caída en caso de no estar a la
altura. Y así fue. En el último tercio del largo iba demasiado cansado y encima
estaba colocado en una mala postura para atinarle a un último bidedo, lo fallé
y me pegué un vuelazo bien dinamizado.
Marc había
subido andando por detrás de la pared para descolgarse y tirarnos algunas fotos
para las marcas. Por suerte todo esto quedó inmortalizado.
El ambiente que generaba la niebla y la profundidad de nuestros gritos en el eco, dotaban a la escalada de un fanatismo absoluto.
Por último
Mikel subió una última vez por el largo, e iba escalando realmente bien. Una
vez pasada la sección clave continuó escalando de una manera muy sólida el
resto de secuencias. Nosotros desde abajo gritábamos celebrando lo que parecía
ser evidente, pero en un último movimiento fácil arriba del todo, la humedad le
jugó una mala pasada al traccionar del último bidedo, este se le escurrió, y
cayó a plomo junto a todas nuestras ilusiones.
Por muy poco…
pero ya era tarde y estábamos cansados de pasar el día colgados, matizando y
dando pegues, de modo que nos despedimos de la vía con un –hasta pronto.
A veces una caída
nos sirve mucho más para evolucionar que un encadenamiento.
Equipo Español de Alpinismo |
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